Pese a que tiene las mayores reservas de petróleo del mundo, Venezuela solo exportó el 1,1% del crudo comercializado en 2021 a escala global
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, calificó de "modelo colonial" las condiciones que Estados Unidos impone para otorgar licencias para negociar crudo venezolano, que prohíben pagos en dinero a empresas estatales. ¿Por qué se produce la caída en desgracia del rey petrolero?
"Si tú produces algo: gas, petróleo o cualquier producto y se lo vendes a una empresa o a otro país, lo que esperas es que te paguen como tú pagas los bienes o servicios que te venden en el mundo", remarcó el mandatario, según destacó AFP.
Estados Unidos impuso una batería de sanciones a Venezuela con las que buscó sin éxito presionar por la caída del mandatario chavista, que incluyó la prohibición de comercializar petróleo de la nación caribeña desde 2019. Sin embargo, en medio de la crisis energética provocada por la guerra en Ucrania, la Casa Blanca ha tenido acercamientos con Maduro y flexibilizado ese embargo.
La estadounidense Chevron recibió en noviembre una licencia de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) para retomar operaciones en Venezuela, con la condición de que el dinero producto de las ventas sea utilizado para el pago de deuda que la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) tiene con el gigante energético. Antes, en marzo, empresas europeas como Eni y Repsol también recibieron luz verde para operar en el país caribeño con las mismas condiciones.
Trinidad y Tobago fue autorizado a desarrollar un proyecto gasífero con Venezuela "con condiciones específicas que deben ultimarse", según Puerto España.
"¿Qué creen ustedes? ¿Cómo se puede llamar eso? Una burla a los países soberanos del mundo. Yo llamo a los países soberanos y a los gobiernos soberanos de América Latina y del Caribe a denunciar ese modelo colonial de la OFAC", criticó Maduro en un acto que celebró la juramentación de Hugo Chávez como presidente hace 24 años.
LA PRODUCCIÓN DE PETRÓLEO
Hubo un tiempo en el que Venezuela lideraba la producción global de crudo solo por detrás de Estados Unidos y Arabia Saudita. Un tiempo en el que los barcos petroleros se arremolinaban en torno a sus costas y en el que el dinero y la inversión pública no dejaba de fluir en el país, explicó Álvaro Merino en El Orden Mundial.
Pero de eso hace ya más de una década. Venezuela, que posee las reservas probadas de petróleo más cuantiosas del mundo, exportó en 2021 apenas el 1,1% de todo el crudo comercializado a escala global, cuando en 2018 casi triplicaba esa cuota y en 2015 la quintuplicaba, según los datos de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).
La caída en desgracia del rey petrolero tiene dos razones principales: por un lado, la falta de inversiones y el deterioro de la infraestructura nacional han limitado la cantidad de petróleo que Venezuela consigue extraer y sobre todo poner en el mercado, ya que se trata de un combustible muy denso que necesita ser refinado, un proceso que solía tener lugar en Estados Unidos; por otro, y estrechamente relacionado con esto último, la crisis institucional de 2019 devino en un embargo de Donald Trump a PDVSA. Desde entonces, las refinerías estadounidenses tienen prohibido pagar por el petróleo venezolano público, detalló Merino.
Ese movimiento tenía como objetivo derrocar a Nicolás Maduro y apartar el chavismo de las instituciones, pero cerca de tres años después las dinámicas de poder han cambiado poco en Venezuela y la crisis social del país se ha agudizado ―el PIB ha caído un 70% en la última década y en 2021 tres de cada cuatro venezolanos se encontraban en situación de pobreza extrema―.
Para colocar su petróleo en el mercado internacional Caracas ha echado mano de intermediarios mexicanos, redes opacas y paraísos fiscales, un oscuro entramado que ha reducido su cartera de clientes prácticamente a India y China.
A su vez, estos países han aprovechado el apuro venezolano para conseguir precios ventajosos o cobrarse en especie los préstamos que han concedido al Estado latinoamericano en los últimos años ―la petrolera rusa Rosneft, que gestiona gran parte de las exportaciones venezolanas a India, también se ha encargado de rentabilizar el dinero prestado por Moscú―.
Además, como los buques asiáticos tenían problemas para acceder a los diminutos puertos del país, Caracas ha tenido que enviar el crudo que iba a ser vendido a las Antillas Neerlandesas, reduciendo más aún sus beneficios.
A pesar de ello, la guerra de Ucrania puede acabar abriéndole de nuevo las puertas de las refinerías del Golfo de México y el mercado europeo al petróleo venezolano. Occidente está buscando nuevos proveedores de hidrocarburos para sustituir el suministro ruso, y las reservas bloqueadas del país latinoamericano ―el 20% de todos los depósitos globales probados― son muy jugosas.
Por esa razón Estados Unidos flexibilizó a finales de 2022 el embargo y autorizó a su petrolera Chevron a retomar parcialmente la extracción de crudo en Venezuela.
Aun así, no será fácil para Caracas recuperar las cifras de exportación pasadas: requerirá de tiempo, inversión extranjera y, lo más difícil, del complicado entendimiento entre un régimen autoritario agarrado al poder y un bloque occidental necesitado de energía en el contexto de una crisis energética global.