BRUNO VENDITTI
El hombre ha dependido del cobre desde tiempos prehistóricos. Es un metal industrial importante con muchas aplicaciones debido a su alta ductilidad, maleabilidad y conductividad eléctrica.
Muchas tecnologías nuevas críticas para combatir el cambio climático, como los paneles solares y las turbinas eólicas, dependen del metal rojo.
Pero, ¿de dónde viene el cobre que usamos? Usando los datos del Servicio Geológico de EE.UU., la infografía anterior enumera los países productores de cobre más grandes del mundo en 2021.
LOS PAÍSES QUE PRODUCEN EL COBRE DEL MUNDO
Muchos productos cotidianos dependen de los minerales, incluidos los teléfonos móviles, las computadoras portátiles, los hogares y los automóviles. Increíblemente, cada estadounidense requiere 12 libras de cobre cada año para mantener su nivel de vida.
América del Norte, del Sur y Central dominan la producción de cobre, ya que estas regiones albergan colectivamente 15 de las 20 minas de cobre más grandes.
Chile es el principal productor de cobre del mundo, con el 27% de la producción mundial de cobre. Además, el país alberga las dos minas más grandes del mundo, Escondida y Collahuasi.
A Chile le sigue otro país sudamericano, Perú, responsable del 10% de la producción mundial.
La República Democrática del Congo (RDC) y China comparten el tercer lugar, con el 8% de la producción mundial cada uno. Además de ser uno de los principales productores, China también consume el 54% del cobre refinado del mundo.
EL PAPEL DEL COBRE EN LA ECONOMÍA VERDE
Las tecnologías críticas para la transición energética, como los vehículos eléctricos, las baterías, los paneles solares y las turbinas eólicas, requieren mucho más cobre que las contrapartes convencionales basadas en combustibles fósiles.
Por ejemplo, el uso de cobre en los vehículos eléctricos es hasta cuatro veces mayor que en los automóviles convencionales. Según Copper Alliance, los sistemas de energía renovable pueden requerir hasta 12 veces más cobre en comparación con los sistemas de energía tradicionales.
Con el despliegue rápido y a gran escala de estas tecnologías, se espera que la demanda de cobre de la transición energética aumente en casi un 600% para 2030.
A medida que se acelere la transición a la energía renovable y la electrificación, también lo hará la presión para que más minas de cobre entren en funcionamiento.