Cachanosky: Un triunvirato populista y sin credibilidad difícilmente pueda reencauzar la economía
ROBERTO CACHANOSKY */INFOBAE
Argentina está gobernada por un triunvirato integrado por Cristina Fernández de Kirchner, Alberto Fernández y Sergio Massa, de acuerdo a las encuestas que circulan, tanto Cristina Kirchner como Alberto Fernández tienen una imagen negativa del 70% y del 71,6% respectivamente, en tanto que Massa tiene una imagen negativa del 68%. El primer dato a tener en cuenta es que ningún miembro del triunvirato tiene capacidad de generar credibilidad en los agentes económicos, sean estos empresarios o consumidores y sin credibilidad no hay posibilidad alguna de llevar adelante un plan económico consistente.
Es más, tan poco creíbles son, que mientras Silvina Batakis estaba en Estados Unidos diciéndole a Kristalina Georgieva que tenía el apoyo de Cristina Fernández de Kirchner para hacer el ajuste de las cuentas públicas, acá le estaban serruchando el piso para eyectarla de poder en menos de un mes de gestión. ¿Quién les va a creer en su palabra si ya han mostrado no tener el más mínimo pudor de dejar pagando a su flamante ministra de Economía?
¿Quién les va a creer en su palabra si ya han mostrado no tener el más mínimo pudor de dejar pagando a su flamante ministra de Economía?
¿Qué puede hacer Sergio Massa en un gobierno con credibilidad por el piso? Muy poco. Tiene que enfrentar dos grandes problemas: 1) distorsión de precios relativos y 2) reformas estructurales.
Corregir los precios relativos implica devaluar el peso, corregir las tarifas de los servicios públicos y asumir el costo político de llevar adelante esas medidas.
La corrección de los precios relativos sería un simple “rodrigazo” que generaría más descontento social y mayor caída en la credibilidad del gobierno. Es más, podría desatar un desborde inflacionario aun mayor si no se hace en con un plan económico consistente que respalde ese cambio de precios relativos. Eso le pasó a Celestino Rodrigo, hizo un cambio de precios relativos en un gobierno sin credibilidad y sin un plan económico.
Pero la corrección de los precios relativos no alcanza. Viene otra parte muy complicada que es frenar la inflación, tarea que requiere de poner orden en las cuentas fiscales. El gasto público creció 10 puntos porcentuales por encima de la tasa de inflación y, es importante resaltarlo, crece en todos los rubros del gasto, incluso en las transferencias a las provincias.
Este aumento del gasto público en términos reales hizo que el déficit fiscal primario aumentara 240% en el primer semestre de este año con relación al primer semestre del año pasado. Pero ese aumento del déficit fiscal llevó a una expansión monetaria para financiar el rojo fiscal.
Si quieren terminar con la inflación tienen dos opciones: 1) bajar el gasto público o 2) aumentar los ingresos. Con las empresas agonizando por falta de insumos, no se ve que quede mucho jugo en el limón para seguir exprimiéndolo con más impuestos.
Si no hay mucho margen para equilibrar las cuentas matando con más impuestos a las personas, solo queda bajar el gasto público, tema que no parece estar en el espíritu de un gobierno populista, como lo es el kirchnerismo. ¿Bancará Cristina Fernández de Kirchner y La Cámpora una baja del gasto público? Difícil.
La otra opción que tiene Sergio Massa es licuar el gasto público, pero eso requiere de mantener la inflación para aumentar el gasto por debajo de la tasa de inflación con el descontento social que hoy ya domina a la sociedad.
En todos los casos Massa tiene que poner en juego el mínimo capital político que tiene y tratar de poner orden fiscal para lograr mayor disciplina monetaria a los efectos de frenar algo la inflación, con un gobierno que no quiere pagar el costo político del desastre que hizo con su populismo.
En materia cambiaria se habla de conseguir dólares para el BCRA. ¿Con qué va a comprar los dólares el BCRA? Con emisión monetaria, la cual impactará en la tasa de inflación. Tal vez coloquen más deuda en Leliq y Pases Netos, agrandando el déficit cuasifiscal y rogando que no le estalle antes de las elecciones.
Una vez más hay que insistir que muchos se hacen la ilusión de creer que con artificios cambiarios, monetarios y financieros se pueden evitar las reformas estructurales.
Eso puede ocurrir en una economía que no está agonizando como es el caso de la Argentina y zafar durante un tiempo, pero hoy el problema no es solo la falta de dólares en el BCRA, sino, fundamentalmente, un gasto público que hoy ya no tiene otra fuente de financiamiento que no sea la emisión monetaria.
Habrá que esperar los anuncios de Massa en materia económica, pero tenemos dos datos fundamentales para evaluar el futuro de su gestión: este es un gobierno populista que no cree en la disciplina fiscal y, por lo tanto, es inevitable caer en un proceso megainflacionario. El segundo dato es que es un gobierno con un mínimo de credibilidad en los tres miembros del triunvirato que conforman. No tienen capital político que puedan invertir para cambiar el rumbo.
En definitiva, solo un milagro puede evitar que la crisis continúe su rumbo.
* Licenciado en Economía de la Universidad Católica Argentina y consultor económico. Columnista en Infobae desde 2017
Gobierno cambió las fichas para poder llegar a las elecciones
SILVIA NAISHTAT */CLARÍN
Le pasó a Ricardo López Murphy en las postrimerías del gobierno de Fernando de la Rúa. Se enteró yendo a Chile de que había dejado de ser ministro de Economía. Silvina Batakis tuvo debut y despedida después de asegurar al FMI que iba a ser responsable fiscalmente. Lo mismo le prometió a los fondos de Wall Street. “Ministra, todo muy lindo pero cuando usted llegue a Buenos Aires sus promesas pueden quedar en el aire”, le vaticinaron.
Ahora, la responsabilidad le corresponderá a Sergio Massa. Para Javier Timerman, del fondo Adcap, Batakis se mostró resuelta a recortar gastos y “no en generar debates y culpabilidades como acostumbraba su antecesor”. Le duró poco.
En el círculo rojo conocen bien a Massa, pero hay dudas sobre cuál será su verdadero poder. Por lo que trascendió, Alberto Fernández hizo caso omiso a su equipo más cercano, Vilma Ibarra, Santiago Cafiero, Juan Manuel Olmos, Julio Vitobello y Miguel Pesce, que le aconsejaban seguir igual hasta fin de agosto.
Desde el Congreso se asegura que Massa será un superministro como pocas veces tuvo Argentina con desembarco en Economía, el Banco Central, Desarrollo Productivo, Agricultura y la AFIP. Por el comportamiento de los bonos, Massa cree que su figura ayuda en momentos en que es más fácil que se termine la guerra de Ucrania que conseguir un camión de soja, como dicen cerca suyo.
Un informe de LIDE entre los líderes empresarios de Argentina y Brasil arroja que la situación actual de los negocios está peor en 61,5% de los casos en Argentina versus el 14% de Brasil. De acuerdo con el economista Martín Rapetti, el desafío es gigantesco “porque para ganar la estabilidad financiera hay que corregir el gasto público desde los 11 puntos que creció por encima de la inflación a reducirlo a 16 puntos por debajo. Es un ajuste que tensiona lo político y lo social”, remarca.
Mercedes Marcó del Pont antes de ser reemplazo de Gustavo Beliz buscó una salida para que “el ajuste duela menos”. Se le ocurrió un pago a cuentas de Ganancias de las empresas que hayan tenido resultados extraordinarios por la guerra. Es aplicar la renta inesperada sin pasar por el Congreso.
Cerca de Massa aseguran que, ante todo, buscará fortalecer las reservas, primero con medidas prácticas y luego evaluaría la posibilidad de un salto cambiario.
Antonio Aracre, presidente de Singenta, fue quien llevó a Pesce y Batakis la idea del dólar especial para el campo y al final “salió este Frankenstein”, se sinceró. Pero, solícito, se puso al hombro en la tarea de intentar convencer a las exportadoras para que anticipen algunos dólares. ¿Servirá de algo?
Otra duda es Daniel Scioli. Es curioso cómo había articulado un cuarteto con Batakis, Pesce y Julián Domínguez, que ahora se esfumó. Scioli había añadido dos salones contiguos muy amplios a su oficina, donde se pasaba el día recibiendo. Un empresario que lo frecuentaba aseguró que algo resolvió. Y le reconocen que por su gestión ante Bolsonaro no hubo cortes de gas en las industrias. “Pasen al quirófano” los recibía, en un intento de evitar cierres y suspensiones por falta de insumos.
En cuanto se supo lo del dólar soja hubo otros sectores que salieron a reclamarle beneficios. Incluso los textiles, que en la mayoría de los casos recuperaron en 2021 y 2022 todo lo que habían perdido desde 2018 a 2021. Los ganadores son los que tienen producción local y poca competencia entre el retiro de marcas internacionales y cierre de importaciones.
Cuando desde el Gobierno les reprochan los aumentos, hay sincericidio: “No sabemos a qué precio va a estar el dólar y nos cubrimos por las dudas”. Otros argumentan que van al compás de la inflación y enrostran los pronósticos de Fiel, 8% en julio y 92% en el año.
Con la huida del peso, las mayores ventas que, en otro contexto eran para descorchar champán, ahora parecen alarmar por “los fantasmales costos de reposición”.
Casi todos conservan cercanía con Scioli. Cuando el ahora ex ministro se operó días pasados de su brazo amputado en el Otamendi, hubo un inusual acompañamiento.
Scioli se vio con Alberto Fernández este jueves por la mañana para llevarle algunas alegrías como la inversión china en el litio catamarqueño que se suma a la de General Motors y Ford. Hasta los franceses de Lacoste van a ampliar la planta de San Juan. Eso, si les dejan traer el imprescindible hilado peruano para sus chemises.
Marcelo Mindlin, flamante ganador de la construcción de los principales tramos del gasoducto a través de su controlada Sacde junto a Techint, afirma que estas nubes van a pasar y que el país va a cambiar cuando ese ducto esté listo. No cree que se interrumpa la obra.
Argentina padeció no tenerlo este año: se importó energía a un ritmo de US$ 1.500 millones mensuales. Y el año que viene puede ser peor. Los futuros de gas se sitúan en los US$ 45 a 50 el millón de BTU.
En otro amplio despacho bañado de luz, pinturas de firma y con vista al río, el CEO de una petrolera internacional suelta: “Sigo haciendo planes. Somos de largo plazo, esta industria invirtió US$ 7.000 millones en los últimos cuatro años. Me fijo en la cotización del Brent, la tasa de los proyectos y que no me cambien las reglas. Compito por el presupuesto con otros lugares del mundo. Me muestran oportunidades en otros países y prefiero Vaca Muerta”.
El CEO, que pidió reserva de su nombre, cree que entre el enfoque ideológico y la realidad, ganará la realidad. Claro que cuanto más se extienda esa batalla, peor será el efecto en una economía con alta inflación.
Por cierto, Vaca Muerta se ha convertido en el mástil a aferrarse. A tal punto que la UIA celebrará el Día de la Industria en Neuquén y trae al presidente de la poderosa Fiesp de San Pablo, Josué Gomes, hijo de José Alencar, primer vice de Lula. Gomes suena a ministro de Economía si Lula gana.
Pero nada disipa esta incertidumbre que resonará mañana en el palco de la Sociedad Rural. En estas horas, el presidente Nicolás Pino revisa lo que va a decir. Y está presionado. Apenas conocido el dólar soja, Sergio Larreta, cabañero de la raza angus, lo llamó: “Hay que explicarle a la sociedad que la soja se cosecha una vez al año y es nuestro resguardo de capital para afrontar gastos e inversiones”.
No fue el único. Un grupo de productores, encabezados por Alejandro Ferrero, titular de la raza Shorthorn y que comulga con los productores autoconvocados que están en pie de guerra contra el Gobierno, advirtió que no hay espacio para los tibios. Pino consultó a economistas y hasta a sociólogos. En el palco y a diferencia del gobierno de Macri no habrá esta vez ninguna presencia oficial.
En esa exuberante exposición rural se palpa la bipolaridad. Hay bronca, precios récord en los remates y muchísimos proyectos, todo junto. El titular de Angus, Alfonso Bustillo, comentaba el revolucionario plan de esa raza junto al INTA: lograr ejemplares que consumiendo menos produzcan lo mismo, un sinónimo de ganadería sustentable con el medio ambiente en la que Argentina se perfila como campeón mundial.
Eso sí, preocupa China, que está apagando sus motores en paralelo a que se va cerrando por distintas cepas del Covid. Sergio Spadone, titular de la Cámara de Comercio Argentina- China, cuenta que no irá ningún empresario a la feria de noviembre impulsada especialmente por Xi Jinping en la que los chinos reciben a vendedores para comprarles. El faltazo es porque deben hacer una cuarentena de diez días. Entretanto, las empresas chinas se pusieron en modo espera.
“Argentina ya no es un lugar que seduzca. Las trabas para la importación de equipos y al giro de dividendos las paralizó a excepción del litio que no puede esperar y están desembolsando inversiones en Catamarca y Jujuy”, dice A todo esto, y pese al desembarco de Ma-ssa, inquieta “el vacío de poder”.
Desde la oposición, Mario Negri habla de default de poder. Jesús Rodríguez acota: “La política sin diálogo es violencia, pero debe hacerse en el Congreso, institucionalmente”. Rodríguez teme la necrofilia política que busca su visión en el pasado.
Con sus crisis que se repiten, Argentina recuerda al mito de Sísifo. Albert Camus ahondó en su significado, por “la ausencia de toda razón profunda, el carácter insensato de esa agitación cotidiana y la inutilidad del sufrimiento”.
* Periodista. Editora en Clarín