El coordinador de la comisión de Energía de la Fundación Alem analizó temas como los atrasos tarifarios de las empresas, la deuda que crece en el Estado y las prioridades con la construcción de gasoductos
La construcción del gasoducto Néstor Kirchner le ha traído más de un dolor de cabeza al gobierno, que tuvo la salida del ministro Matías Kulfas de la cartera de Producción. Si hubo irregularidades en la licitación, corrupción, o comentarios cruzados entre funcionarios, volvió a poner la lupa sobre una obra que debería estar terminada en menos de un año, pero en los hechos, difícilmente se pueda cumplir con esa meta.
En el mientras tanto, la Argentina continúa con su crisis económica, el déficit por los subsidios y la discusión de qué hacer con la suba de tarifas, que ronda un 25% que tampoco contribuirá demasiado a poner orden en medio de tantas idas y vueltas.
“Así como están planteados no resuelven el problema. Lo que hacen es desacelerar una inercia que está en los subsidios, que duplican la velocidad de la inflación. Si no se aplicaban íbamos al equivalente de [gastar] 19 mil millones de dólares en subsidios; ahora van a ser 16.000 millones”, explicó Alejandro Einstoss, miembro del Instituto Argentino General Mosconi y coordinador de la comisión de Energía de la Fundación Alem, en declaraciones a La Prensa.
Detalló que las empresas de gas, distribuidoras y transportistas, además de eléctricas como Edesur y Edenor en el AMBA, padecen atrasos tarifarios superiores al 200%.
Se trata, desde luego, de un desbarajuste de dimensiones considerables, pues disparan deudas de más de 300.000 millones de pesos de los que en algún momento, advierte, “alguien se va a tener que hacer cargo”.
Para comenzar a resolver este desorden, Eintoss propone que haya aumentos graduales, para poder corregir el problema a mediano plazo, pues descree de aumentos que dupliquen o tripliquen de golpe las facturas. Eso, añade, sería inconstitucional.
“La lógica nos lleva a la aplicación de una tarifa social de manera amplia, importante, que cubra a todas las familias que no pueden pagar la totalidad del costo del servicio. Y el resto de las familias que hoy pagan el 20% del costo de la energía tenemos que empezar a transitar un camino gradual en el que el precio tendrá que crecer todos los meses un poco más que la inflación para alcanzar, poco a poco, los costos”, analizó Einstoss.
LOS BENEFICIOS DEL GASODUCTO
En su última gira a Europa, donde visitó a presidentes de países como Francia, España y Alemania, Alberto Fernández aseguró que ofreció la energía de la Argentina para suplir parte del faltante que provocó la invasión de Rusia a Ucrania, especialmente con Moscú fuera del sistema financiero mundial producto de las sanciones.
Pero para transportar y poder vender esos recursos, la Argentina tendría primero que concretar la construcción del gasoducto Néstor Kirchner. De otra manera, pese a tener los recursos naturales, se le dificulta explotarlos, a tal punto que depende de la importación de gas, que hoy falta en escuelas de la provincia de Buenos Aires para calefaccionar las escuelas.
“Es una obra muy importante que a la Argentina le generaría muchos beneficios. Le bajaría el costo de abastecimiento de gas, eso repercute no solamente en el sector energético sino también en la presión sobre el mercado de cambios porque se necesitan menos dólares para importar. Bajarían también los subsidios”, reconoce Mosconi.
"Hay un Estado que ha perdido músculo financiero para hacer obras públicas. No tiene brazos ejecutores para hacer la obra rápida, de manera eficiente. Lo que debería hacer es avanzar rápidamente para completar los baches que le faltan en términos de estudios y asegurar el financiamiento para que la obra no se paralice ni se retrase”, advierte.
Recordó cuando durante el gobierno de Raúl Alfonsín, cuando se restauró la democracia, se construyó el gasoducto de Loma de la Lata, que se concluyó en tiempo récord pese a ser una obra aún más complicada que la del Néstor Kirchner y de contar con un escenario económico bastante complicado.
Por otra parte, si bien ve positivo que la Argentina pueda exportar energía a otros países, especialmente vecinos como Uruguay, Brasil y Chile, debe priorizar a los argentinos.
“Primero hay que abastecer el mercado interno, reemplazar importaciones; si sobra gas, con los 9 gasoductos que hay construidos, ser campeones regionales y luego mundiales”, completó.