MARCELO BONELLI
Federico Basualdo ya recibió una indicación política: debería renunciar al equipo económico apenas Martín Guzmán instrumente –en breve- el nuevo tarifazo. La versión surge del máximo nivel del Instituto Patria y la conocen los principales referentes del Frente de Todos. Sería una decisión tomada por Cristina Kirchner y una orden dada por la vice al subsecretario de Energía Eléctrica.
La acción formaría parte de la nueva estrategia de “La Doctora”, después de que fracasó su intento de voltear a Guzmán. Cristina quiere darle todo el poder y después acusar al ministro y hacerlo responsable del tarifazo y la inflación, los males que carcomen al Frente de Todos.
Guzmán conoce la movida. Alberto también. La cuestión sacude al Gobierno y el ministro no se inmuta: estaría esperando esa nueva renuncia. Ya tendría un candidato para reemplazarlo. Así lo dice entre íntimos: “Basualdo debe cumplir con las órdenes. Si no lo hace tendrá que irse”. Guzmán tiene un viejo entripado con Basualdo.
Cristina ya inauguró esa nueva estrategia con Roberto Feletti. Clarín confirmó que fue la vice la que ordenó la renuncia del frustrado ex secretario de Comercio. Feletti quería permanecer en el cargo e iba a acatar la decisión de Alberto de depender de Guzmán. En esos días –incluso- le aseguró a sus íntimos: “Yo soy peronista. Yo no renuncio”. El ex funcionario no soportaba más a Matías Kulfas. El malestar era mutuo y el desprecio también. Kulfas lo ninguneaba y lo desacreditaba: “Feletti habla más rápido de lo que piensa”.
Feletti tenía propuestas distintas a las de Guzmán. Hace dos semanas volvió a difundir que quería aumentar las retenciones. Se trataba de un viejo plan: lo planteó a fines de febrero, cuando estalló la guerra y explotaron los precios. Guzmán tuvo cuatro reuniones privadas con Feletti. Las tres primeras en la semana anterior a la renuncia: el martes 17, el jueves 19 y el propio viernes 20 de mayo. Feletti en ninguna de esos tres encuentros habló de renuncia, ni tampoco expuso como insalvables sus diferencias con Guzmán. Fueron reuniones intensas –eso es cierto- porque existe una papa caliente: la inflación está en las nubes.
Feletti –además- solo venía de cosechar fracasos: su gestión era una colección de decepciones. Ambos –Guzmán y Feletti- en la reunión del viernes trabajaron una propuesta para Precios Cuidados. Un régimen que entraría en vigencia el 7 de julio. Quedaron en volver a reunirse el lunes.
Pero Cristina terminó la semana envenenada: fue cuando se enteró de que Feletti iba a depender de Guzmán. Alberto no solo desoyó la exigencia de la vice de cortarle la cabeza a Guzmán: encima le dio mayor poder. La vice, irritada, reaccionó rápido. Ese fin de semana se comunicó con Feletti y le dio la orden: que se vaya del Gobierno. Cristina habría dicho: “Presentá la renuncia. Que Guzmán se haga cargo y que sea el único responsable de sus desastres”.
La renuncia de Feletti sorprendió a Guzmán. El secretario acató la orden de su jefa y le entregó la dimisión al ministro. Así se lo admitió: “Martín, no puedo continuar en el cargo”.
La salida también implica una cosa: el fracaso de la política de precios que impulsó la propia vice y cuyo creador intelectual es Axel Kicillof. La idea central de ambos es la siguiente: que existen hombres malos que remarcan para afectar el proyecto político de Cristina. Un relato ineficaz e infantil.
Axel –desde el inicio- influyó sobre Paula Español y sobre Feletti: congelamientos, controles, Precios Cuidados, amenazas y persecuciones. La receta de Axel sucumbió. Español la aplicó desde octubre del 2020 hasta su salida y duplicó los precios del 1,5% al 3%. Feletti aceleró las cosas: asumió con una inflación del 3% y se va con el 6%.
CRISTINA ACECHA
La idea de la vice es que Guzmán va a terminar en un descalabro. Que la inflación no va a bajar y que encima va a haber recesión. Cristina –en ese momento– va a pedir su cabeza y va a avanzar con todo sobre la gestión económica.
Ahora la vice –desde el Instituto Patria- impulsa medidas fuertes: quieren una intervención directa sobre el mercado de granos. No solo se trata de retenciones. También hablan de recrear la Junta Nacional de Granos para intervenir en el mercado y regular a las cerealeras.
Alberto apostó todo a Guzmán. El ministro tiene plazo preciso para mostrar resultados: entre los 60 y 90 días. Guzmán convenció al Presidente de que la inflación va a ir cediendo y que la actividad no caerá. Exactamente lo contrario a Cristina.
LA DIABÓLICA INFLACIÓN
El ministro hizo un informe secreto en Olivos. Fue el fin de semana. Guzmán insistió en que la política fiscal y monetaria romperán la inercia inflacionaria. El ministro le dijo al Presidente que los precios dejaron de acelerarse. Alberto recibió un informe confidencial del Indec: en mayo el diabólico índice se ubicaría en el 4,9 %. En la Casa Rosada festejaron la noticia. Pero –objetivamente- sería otra catástrofe: confirma que los precios siguen en el ascensor.
Guzmán aseguró que la eliminación de la incertidumbre política –sobre quién toma decisiones– ayudará a encarrilar las cosas.
También ponderó el apoyo de grandes empresarios. Alberto está recibiendo –y lo deja trascender– a los industriales más importantes y, a la vez, más odiados por Cristina.
Primero fue Paolo Rocca. Ahora Luis Pagani. Después, se codeó con los jerarcas del petróleo. Ahora hay una gran expectativa por la cumbre de la poderosa Asociación Empresaria Argentina: Alberto –y sus principales ministros- fueron invitados al encuentro. Guzmán va a estar ahí y Alberto tiene que responder.
La visión optimista del ministro en Olivos, contrasta con la realidad. Entre los hombres de negocios siguen las dudas y nadie cree que las peleas se hayan superado. Los CEO tienen un convencimiento: el problema es más político que económico. Su solución depende de Alberto y Cristina.
También de Juntos por el Cambio. La interna es furiosa y este viernes la UCR le pondrá límites al PRO: en su convención rescatarán la unidad, pero pedirán acuerdos programáticos para inmovilizar a los gurkas que encarna Mauricio Macri.
La propia decisión de Cristina de aislar a Guzmán confirma que la cuestión es política. La vice busca la posición más cómoda: evitar la responsabilidad y mantener alto su dedo acusador. La patética pelea se recalienta. La Cámpora no va a dejar las cajas del PAMI, ANSeS e YPF.
Los duros de Alberto censuran el doble estándar de Máximo. Gritan en Olivos: “Que no sea caradura y se vaya de todos lados”. En secreto, Wado de Pedro y Juan Zabaleta intentaron una mediación. Se frustró de inmediato. Ambos querían armar una mesa política para contener al Frente de Todos.
“Juanchi” lo habló con Alberto y el Presidente le dijo: “Que Wado lo arregle con Santiago”. El ministro del Interior consultó a Cristina y rechazó al interlocutor: “Cafiero no existe”, reflejó la furia de su jefa. Ese encono de Cristina contra Alberto, también lo percibió directamente el ministro de Desarrollo Social. Zabaleta contó a sus íntimos que tuvo un diálogo secreto con la propia Cristina. Fue por una cuestión de su gestión. Zabaleta relató lo sucedido con preocupación. Cristina fue tajante: “Guzmán mintió, escondió. Para mí está terminado”.