Washington busca fortalecer a Kiev con más armas y debilitar a Moscú en el largo plazo. La Unión Europea intenta volver al diálogo
JULIO ALGAÑARAZ
En el terreno, la guerra lanzada por Rusia en Ucrania muestra señales de convertirse en una batalla prolongada. El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, dice: “No veo un cese del fuego en el futuro próximo” ni señales que favorezcan un inicio de contactos diplomáticos de primer nivel.
Estados Unidos y sus aliados europeos mantienen un frente unido contra la invasión rusa de Ucrania. Pero muestran objetivos diferentes que pueden producir fisuras en su determinación común.
Los norteamericanos quieren debilitar a Rusia hasta el punto de que no pueda volver a probar aventuras como la guerra actual. Los europeos no quieren saber nada con una larga guerra de desgaste. Temen que las alternativas bélicas lleven a una escalada con amenazas concretas de uso de armas atómicas.
El presidente francés Emmanuel Macron, cuyo papel en la crisis va creciendo tras los comicios que lo reeligieron por otros cinco años, afirma que “debemos ceder a la tentación de humillación” y se refería obviamente a Vladimir Putin. Macron tiene también la presidencia semestral de la Unión Europea.
Ante el Parlamento Europeo en Estrasburgo, Macron reiteró: "No estamos en guerra con Rusia”. Dijo que se busca un arreglo que acepte Ucrania, “por el retorno a la paz en nuestro continente”.
Los europeos temen que la estrategia norteamericana pretenda rearmar a fondo a Ucrania y mantener las ya más de diez mil sanciones a Rusia en forma prolongada.
Los europeos creen que si Putin resiste en el poder, es inexorable mantener una relación con él.
Fue importante el encuentro, hace dos días en Washington, entre el presidente estadounidense Joseph Biden y el primer ministro de Italia Mario Draghi.
LAS ARMAS Y EL DIÁLOGO
El poder norteamericano confía en Draghi y lo escucha. En Italia recibe ataques porque sectores importantes del cuadro político que forma parte de su gobierno sostienen que el ex presidente del Banco Central Europeo adhiere a la línea dura de los norteamericanos, sobre todo en el suministro de armamento ofensivo a los ucranianos.
En cambio, Draghi planteó a Biden que “ha llegado el momento de emprender el camino de la paz”, en sintonía con el jefe del partido Democrático, Enrico Letta, que dirige la fuerza política más importante que sustenta al primer ministro italiano.
Draghi dijo que “no se logra un acuerdo pero EE.UU. y Rusia deben hablarse”. Como uno de los economistas hoy más escuchados en el ámbito internacional, planteó la necesidad de preparar “un plan Marshall para Ucrania que dure hasta mucho tiempo después de la guerra”.
El plan Marshall fue la clave de la reconstrucción de la destruida Europa después de la Segunda Guerra Mundial y el general George Marshall, ex jefe militar del Pentágono tuvo éxito en la tarea.
Draghi planteó la necesidad de emprender a pleno la multimillonaria reconstrucción de las ciudades, las instalaciones industriales y los campos, “con un enorme esfuerzo financiero”.
El presidente Macron, que tiene un diálogo fluido con Putin, afirmó que es necesario impulsar las negociaciones con los rusos, “porque no hay otra forma de garantizar la seguridad de Ucrania y la seguridad estratégica del continente europeo”.
En la Unión Europea de 27 países hay tres que son los más importantes. Están Alemania y Francia, que siguen dando vida a un eje que tiene ya decenios en la guía política de la UE. Pero la salida de Gran Bretaña con el Brexit y el retiro de la alemana Angela Merkel, más la llegada al poder en febrero de 2021 de Mario Draghi al frente de una especie de alianza por encima de los partidos, lo han aupado hacia la cumbre.
“Debemos apoyar a Ucrania, pero no debemos tratar de ganar, la victoria no está definida, para Ucrania significa rechazar la invasión”, dijo Draghi al presidente norteamericano. “Todas las partes deben hacer un esfuerzo para sentarse alrededor de una mesa, incluso Estados Unidos”, agregó.
LA VISIÓN DE ESTADOS UNIDOS
En EE.UU. ven la situación desde un ángulo diferente al de los europeos, que consideran que defender a Ucrania no significa buscar una victoria neta que quitaría a Vladimir Putin del escenario ruso, europeo y mundial.
Esto marcaría la victoria de la que en términos estratégicos serían los norteamericanos los primeros favorecidos, sobre todo ante China.
La directora de la Agencia Nacional de Inteligencia de EE.UU., Avril Haines, dijo en el Senado que Putin se prepara para un conflicto prolongado con objetivos que van más allá de la ocupación de la región del Donbas, con sus dos repúblicas rusófilas que ya forman parte de la Federación Rusa.
LAS AMBICIONES RUSAS
Hay informaciones de inteligencia que señalan que los rusos ocupan el 80% del Donbas, que es una muy rica región en el Este de Ucrania, fronteriza con Rusia.
Pero Moscú ambiciona abiertamente ocupar también plenamente el sur, sobre todo quitándole a Ucrania todas las costas del mar Negro.
Este sí sería un avance demoledor cuyo objetivo principal es someter a la metrópoli meridional de Ucrania: la ciudad de Odesa, de un millón de habitantes, principal puerto sobre el mar Negro que hacia el sur lleva al estrecho de los Dardanelos, bajo soberanía turca, y la salida al Mediterráneo.
Pero en el camino a Odesa hay otras ciudades, como Kherson, ya en manos rusas que quieren rusificarla de inmediato y hasta se plantean un referéndum en junio o julio para incorporarla a la madre Rusia.
De Odesa, que si ofrece resistencia será difícil de ocupar, está muy cerca de la franja de tierra de la Transnistria, una entidad que se separó de Moldavia cuando abandonó Rusia tras la disolución de la Unión Soviética.
Moldavia
Habitada por menos de un millón de personas pero con una total presencia militar rusa, que mantiene una guarnición de dos mil soldados, la Transnistria podría significar la culminación de la ocupación terrestre de tierra ucraniana.
Pero Rusia quiere todo el norte del mar Negro y ahora hay combates en la isla de las Serpientes con las fuerzas ucranianas. El que conquiste la isla tendrá un punto de apoyo importante en el norte del mar.
No hay que olvidar a la la península de Crimea, que los rusos se anexaron en 2014, donde se encuentra la gran base de Sebastopol.
En los primeros días de la invasión, el dictador de Bielorrusia, Alexandr Lukashenko, explicó en una entrevista que llegar a la Transnistria y ocupar todas las costas del norte del mar Negro eran los verdaderos objetivos de la invasión. Hay que creerle a Lukashenko, que ha convertido a su país en un vasallo de Rusia.
La directora de Inteligencia de Estados Unidos señaló además ante en el Senado que probablemente Putin cree que Rusia tiene más disposición a soportar los desafíos de sus rivales occidentales.
Esto forma parte de la vieja mística rusa que desde hace siglos la han convencido de una superioridad moral sin iguales y un rencor hacia Occidente que, por ejemplo compartía el gran escritor Fedor Dostoievski, porque los rusos eran “mejores que el resto del mundo”.
Putin comparte en su ideario conservador nacionalista estas ideas que han ayudado a convencerlo de invadir Ucrania.
El líder cree que a la larga las naciones europeas perderán la determinación mientras se difunden la escasez de alimentos y aumentan los precios de la energía y los niveles de inflación.
Lo mismo piensan al revés sus enemigos con los distintos matices entre norteamericanos y europeos. Mientras tanto la guerra continúa y la niebla de los combates no deja ver bien el futuro.