San Juan y Santa Cruz tuvieron un desempeño superior en materia de creación de empleo privado
El empleo directo formal en la minería superó los 33.000 puestos en 2021, alcanzando niveles record, un 58% por encima al 2007, según las conclusiones del informe "Radiografía del empleo en la industria minera" del CEPXXI.
Un documento elaborado por María Nieves Solsona, Daniel Schteingart, Nadav Rajzman, y Julián Barbella afirma que al cierre de 2021, el empleo directo formal en la minería superó los 33.000 puestos, alcanzando la mayor marca desde que hay registro y de este total, destacaron la minería metalífera con un 33,8%, la de servicios mineros y actividades relacionadas un 19% y las rocas de aplicación con un 15%. El restante 34,3% lo explicaron el litio, los combustibles (carbón), los no metalíferos y la exploración.
"La minería se caracterizan por su elevada intensidad de capital. Esto se traduce en que su aporte al empleo registrado total (0,5%) es menor al que realiza al PBI (0,89%). En la actualidad el empleo minero se encuentra en niveles record: un 58% por encima al 2007", dijo Rajzman
Según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el sector minero en su conjunto emplea al 1% de la población económicamente activa mundial. Se trata de una actividad intensiva en capital, de modo que el empleo directo generado por la minería -en particular, la metalífera- es, por cada peso invertido, menor que el de otros sectores económicos. Por tal razón, en 2021 la minería representó -en empleo directo formal- el 0,5% del total de los puestos de trabajo formales en las empresas, una cifra menor que su contribución directa al PIB (0,89%). No obstante, esta situación se ve compensada por una serie de cualidades propias al sector.
Por un lado, cuenta con tasas de empleo registrado muy elevadas (que llegan al 95% en el segmento metalífero, cifra que duplica la media de la economía, del 47%, y que junto con los hidrocarburos es la más alta dentro de las actividades productivas). En el resto de la minería la tasa de formalidad es un tanto menor que en la metalífera, pero de todos modos también mucho más elevada que la media: el 80% del empleo es asalariado registrado.
"No obstante la menor intensidad de empleo por c/$ invertido, el sector ostenta las tasas de empleo registrado más elevadas respecto al promedio de la economía argentina, ubicándose en el segmento metalífero en torno al 95%", destaco Rajzman
RANKING DE PROVINCIAS
San Juan y Santa Cruz, las provincias más mineras del país, han tenido un desempeño superior en materia de creación de empleo privado. En el caso de San Juan, el empleo asalariado privado registrado creció en un 91% desde 2002 un desempeño superior a la media nacional (78%) como del resto de sus provincias vecinas (Mendoza, San Luis y La Rioja).
En el caso de Santa Cruz, el empleo asalariado formal privado creció un 132%, también por encima de la media. El impulso al empleo del promoción del TdF y la suba en Nequén por Vaca Muerta.
CARACTERÍSTICA DE LOS SALARIOS Y REMUNERACIONES
Otra característica de esta actividad es que las remuneraciones percibidas por las y los trabajadores son mayores que las del resto de los sectores de la economía a nivel nacional: tomando el conjunto de la minería, en 2021 los salarios fueron 97% mayores a la media nacional y, en el segmento metalífero más que triplicaron (+217%) el promedio de las empresas de la economía. De este modo, la minería metalífera fue la rama de mayores salarios de toda la economía, junto con los hidrocarburos.
En los ultimos años la minería metalifera fue el sector mejor remunerado del país: más que triplican la media. En el litio tiene salarios son más del doble.
Producto de la elevada formalidad relativa y las altas remuneraciones, la tasa de pobreza en las y los trabajadores mineros es considerablemente inferior a la media nacional, particularmente en el segmento metalífero, que en 2016- 2021 promedió el 8,2%, alrededor de un tercio del promedio de las personas ocupadas y un cuarto del total de la población urbana.
Estas características de empleo e ingresos adquieren más valor cuando se considera la ubicación de los yacimientos, cuyas áreas de influencia no suelen contar con desarrollos productivos relevantes preexistentes. Más allá de estos datos, vale tener en cuenta que la minería es una actividad muy heterogénea en su interior. Por un lado, cuando se habla del empleo en minería se están considerando, a grandes rasgos, dos modalidades.
Existen empresas que tienen un sistema de trabajo similar al de otras actividades; este es el caso de las firmas cementeras y caleras, que emplean trabajadores en jornadas de 8 a 12 horas, pero que retornan a sus hogares al final del día laboral. Estos empleos no implican desarraigo ni distanciamiento de sus familias.
Por otro lado, están las empresas metalíferas, cuyo régimen laboral presenta ocupaciones sujetas a un ritmo más arduo, con jornadas de 12 horas que requieren máxima atención en el ejercicio porque una distracción puede desembocar en un incidente de seguridad.
Además, los trabajadores comparten las restantes 12 horas del día con sus compañeros y colegas en los campamentos. Estas instalaciones, por lo general, cuentan con el bienestar necesario para el descanso, la higiene, la recreación y también la formación; sin embargo, una condición que atraviesa casi todos los proyectos es el semi desarraigo que implica vivir en el campamento una quincena y una semana en sus hogares, variando la cantidad de días laborables y de descanso según el proyecto.
Los altos salarios que caracterizan a la minería -en particular la metalífera- responden a las demandas que deben cumplir quienes quieran ser parte de esta industria: desarraigo parcial, jornadas largas (la minería -tanto metalífera como no metalífera- es la actividad de mayores horas trabajadas por semana de toda la economía), formación técnica y entrenamiento diario acerca de los procedimientos de seguridad, respeto riguroso a las normas internas del proyecto, y a veces prolongados traslados desde el proyecto hasta la zona de residencia, entre otras características.
Esta descripción explica, en parte, la contrapartida de los elevados salarios que se perciben en la minería de los proyectos metalíferos. Las heterogeneidades al interior de la minería no solo se dan en variables como salarios y formalidad (mayores en el segmento metalífero que en el no metalífero) sino también en lo que concierne a protocolos de seguridad y administración de los riesgos.
Por un lado, la minería metalífera tiene índices de accidentabilidad similares a los de las actividades económicas más seguras, tales como finanzas y educación.
En cambio, la minería no metalífera, presenta un riesgo laboral mayor. En una perspectiva diacrónica, los datos muestran una persistente reducción de las tasas de siniestralidad en lo que va de siglo XXI. Una tendencia que también se observa en la mayoría de las actividades productivas. Por otro lado, con el desarrollo de proyectos mineros de calidad mundial en el país, se creó un mercado de trabajo que formó y modeló conductas esenciales en la industria minera.
La formación técnica y entrenamiento diario acerca de los procedimientos de seguridad forma parte del día a día de la minería metalifera, con una siniestrabilidad similar al de las finanzas o docencia. En cambio, la minería no metalífera presenta un riesgo laboral mayor
Así, al incorporarse al sector, muchos trabajadores y trabajadoras han logrado perfeccionar un oficio, y esa experiencia hizo las veces de carta de presentación en otros proyectos mineros. Por último, la minería ha sido históricamente un sector con predominio del empleo masculino y, aunque los porcentajes de participación de las mujeres han crecido, particularmente en la explotación del litio, aún resta un extenso camino por recorrer.
En la metalífera el nivel educativo es superior al promedio (75% con secundario completo), mientras que en Otras Minas y Canteras el nivel está entre los más bajos (65% no terminó secundaria), simil al agro, construcción y s.doméstic
Si en lugar de analizar el nivel educativo de la persona se observa el nivel de calificación, se ve que la minería metalífera se caracteriza por apenas un 3% de puestos no calificados, una de las menores de la economía.
MINAS, PROYECTOS Y EMPLEO
El ciclo de vida de una mina frecuentemente se divide en cinco fases: exploración, construcción, operación o producción, cierre y post-cierre. Las etapas que demandan más trabajo son la construcción del sitio y, en menor medida, la producción, que dependiendo el caso puede prolongarse por décadas.
La fase de construcción es la que genera más cantidad y variedad de ocupaciones directas y a través de empresas contratistas: ingenieros, geólogos, perforadores, técnicos electrónicos, ingenieros electromecánicos, operadores de vehículos, entre otros.
A la vez, los servicios de catering y limpieza, de seguridad y administrativos son solo algunas de las ocupaciones que se requieren indirectamente.
Las obras de infraestructura previas o durante la construcción también forman parte del acondicionamiento y son generadoras de empleo indirecto. A medida que se va agotando el recurso económicamente extraíble, va decreciendo la producción y esto se traduce en menos empleo, principalmente en tareas que requieren menos calificación, de modo que el destino de estos trabajadores y trabajadoras es ubicarse en otros proyectos mineros o redireccionarse hacia otras industrias, según la profesión, oficio o especialidad.
La actividad metalífera trajo consigo la incorporación de tecnología en los procedimientos, que implicaba –e implica– la capacitación y formación permanente de las y los trabajadores mineros en el país, lo que crea mano de obra especializada.
Como consecuencia, el operario que ingresa en una compañía minera habrá adquirido al cabo de unos años el dominio de su tarea, pero también internalizará cuales son las pautas que se respetan en un gran proyecto y cómo hacerlo de manera segura.Este conocimiento lo habilitará para trabajar en otros proyectos mineros o empresas de rubros similares.
Existe un circuito interminas por el cual circulan muchos trabajadores mineros en búsqueda de mejores posiciones o puestos de trabajo.
La existencia de ciertos proyectos mineros de envergadura como Bajo de la Alumbrera, Cerro Vanguardia o Veladero ha permitido el flujo de trabajadores y trabajadoras que pueden ofrecer sus saberes en diferentes provincias y regiones. Este mercado de trabajo minero se extiende geográficamente hacia Chile, Bolivia y Perú; allí algunos trabajadores tienen la posibilidad de continuar sus trayectorias laborales en otros yacimientos, en un entorno interproyectos.
La experiencia acumulada y certificada les sirve de carta de presentación y como credenciales laborales para trabajar en otros proyectos tanto a escala regional, nacional e incluso internacional; de esta manera pueden buscar ventajas relativas como mejores salarios, beneficios dados por la empresa, cambio de residencia geográfica, etcétera.
Así, el proyecto Bajo la Alumbrera, en Catamarca, se nutrió de trabajadores que se habían desempeñado en El Aguilar y Mina Pirquitas; el proyecto Cerro Vanguardia en Santa Cruz, de algunos de Bajo La Alumbrera; Veladero, en San Juan, incorporó mineros de Alumbrera y de Cerro Vanguardia. Cuando este último proyecto y luego Gualcamayo comenzaron a explotar de forma subterránea sus yacimientos, El Aguilar fue vista como un sitio para reclutar trabajadores especializados en minería subterránea (Clemenceau, 2019).
Actualmente, el proyecto Veladero se ha convertido en una escuela de profesionales mineros de mandos medios, superintendentes y técnicos sanjuaninos que migran hacia el Norte y hacia Santa Cruz por contar con el expertise necesario.
Durante la pandemia originada por COVID-19, aproximadamente unas 300 personas salieron de San Juan hacia el sur del país, y unas 190 hacia el norte. Asimismo, el despliegue de la actividad minera en algunas provincias y la retracción en otras provocan un cambio de configuración de la oferta de trabajo especializado. Antes del inicio del proyecto Veladero, la provincia de Mendoza era un sitio de referencia para las compañías exploradoras, por considerarse un lugar estratégico y con infraestructura debido a la industria petrolera.
En virtud de la minería que se desplegó en San Juan, Mendoza era en un principio referente en aquellos servicios necesarios tanto para el petróleo como para la minería, pero gradualmente San Juan fue desarrollando esos servicios profesionales y convirtiéndose en un competidor en áreas como soldadores, perforistas, profesionales de higiene y seguridad, etcétera.
Mendoza es hoy una provincia donde no está habilitada la minería metalífera y San Juan se encuentra explorando copiosamente: cuenta con una media docena de empresas dedicadas a tareas de exploración, y con una decena de máquinas exploradoras.
En estos servicios San Juan está estableciendo las bases para convertirse en mediano plazo en una cantera de técnicos y de empresas del rubro de exploración minera. Una de las características de la minería de grandes proyectos es el establecimiento de trabajos de calidad superadores en varios sentidos, respecto de otros sectores de la economía nacional.
Con el inicio del proyecto Veladero, especialmente en la fase de construcción, comenzaron a ser escasos los electricistas y todos los oficios vinculados a su montaje. Esto generó un cuello de botella en el sector y, como consecuencia de la competencia, las empresas constructoras en la provincia se vieron presionadas a mejorar las remuneraciones y a formalizar a sus empleados ante la posibilidad de perder la plantilla de técnicos. La exisTencia de proyectos de minería metalífera en una provincia eleva el nivel de calidad del empleo, y no solo en términos de ingresos salariales.
BRECHA DE GÉNERO
Si bien las brechas salariales entre hombres y mujeres son más reducidas que en otras actividades (11% contra 27% en 2021), ello en parte obedece a que las mujeres que trabajan en minería tienden a desempeñarse en puestos de mayor calificación. De este modo, cuando se compara a similar nivel de calificación se observan brechas salariales considerablemente más elevadas.
Si bien la participación femenina en la actividad minera sigue siendo baja en términos relativos, en los últimos años se evidencia una tendencia creciente: a fines de 2021 hubo más de 3.000 mujeres empleadas en minería, más del doble que lo que ocurría en 2007.
Las políticas productivas con enfoque de género son cruciales para reducir estas desigualdades, que limitan las oportunidades de las mujeres para acceder al empleo minero, cuyas condiciones laborales y salariales suelen estar muy por encima del promedio de las actividades productivas.
En Canadá, la participación femenina en minería ronda el 16%. No obstante, las ocupaciones más comunes no son en mina: 97% del personal admin. y 65% del de RRHH son mujeres, mientras que e/mecánicos y supervisores es menos del 1%
En Australia ocurre algo similar. Las mujeres constituyen el 18% de la fuerza laboral del sector y representan el 74% del personal administrativo, 14% de los operadores de maquinaria y sólo un 7% de los puestos ejecutivos.