Yemen, Etiopía, Afganistán y Siria, que ya se enfrentaban a los peores niveles de inanición, serán los Estados más afectados por el conflicto por su dependencia de suministros rusos y ucranios
Escasez de trigo, dificultad de comprar fertilizantes, aumento en los precios de comida y malestar social son algunas de las consecuencias previstas del conflicto.
Trigo, maíz y cebada están atrapados en Rusia y Ucrania, mientras los fertilizantes del mundo está atascada en Rusia y Bielorrusia, el resultado una disparada de los precios de los alimentos y los fertilizantes en el mundo.
Desde que comenzó la invasión, los precios del trigo han aumentado en 21%, los de la cebada un 33% y los de algunos fertilizantes en 40%.
En total, 45 de los países menos adelantados, en su mayoría africanos, importan más de un tercio de su trigo de Ucrania o Rusia, y 18 de ellos importan al menos 50 % desde los dos grandes productores que están en guerra.
Son países como Burkina Faso, Egipto, República Democrática del Congo, Líbano, Libia, Somalia, Sudán y Yemen, recordó Guterres.
La guerra no solo interrumpe las cadenas de suministro y eleva los precios de las importaciones de productos alimenticos o energéticos, sino que afecta directamente los programas de asistencia alimentaria necesitados por 44 millones de personas en 38 naciones, recordó el Programa Mundal de Alimetos (PMA).
LA GUERRA EN UCRANIA AGRAVA EL HAMBRE EN LOS PAÍSES MÁS POBRES
PAULA MEDINA/El País
La guerra de Rusia contra Ucrania ha recrudecido el hambre en el mundo, según informes del Programa Mundial de Alimentos (PMA), una organización de la ONU.
La dependencia de suministros como el trigo ruso y el aceite de girasol ucranio han tenido graves consecuencias en la asistencia alimentaria en países como Yemen, Etiopía, Afganistán y Siria, que ya registraban los peores niveles de inanición.
El PMA recoge casos de cancelaciones y retrasos en envíos de alimentos desde el puerto de la ciudad ucrania de Odesa, objetivo del Ejército ruso.
Además, un informe del organismo anticipa que el conflicto va a incrementar en US$ 29 millones mensuales el presupuesto necesario para las operaciones del PMA, en plena crisis de fondos. El programa se había visto obligado a recortar las ayudas en varios países a principios de este año.
El aumento del precio del petróleo originado por la guerra, que impacta directamente sobre el precio del combustible, también complica la logística del programa. “Tenemos camiones cargados con comida parados en el norte de Etiopía. La violencia armada y la falta de combustible nos han impedido entregar las ayudas”, expone Brian Lander, subdirector de la División de Operaciones de Emergencia del PMA.
De acuerdo con un informe de la organización publicado en febrero, más de 400.000 personas en la región en conflicto de Tigray se enfrentan a una catástrofe alimentaria (el peor nivel en la clasificación elaborada por el PMA para medir la magnitud de las emergencias).
De acuerdo con la organización, 13,5 millones de toneladas de trigo y 16 millones de toneladas de maíz están congeladas en Rusia y Ucrania debido al cierre de los puertos y al estancamiento del negocio de cereales rusos, ante las sanciones económicas por la invasión a Ucrania. Los costes del envío de los alimentos también se han multiplicado e incluyen pagos de primas de seguro de riesgo de guerra que llegan hasta los 271.000 euros por trayecto.
Yemen, que ya arrastraba una dura crisis humanitaria, será el mayor damnificado de este conflicto en cuanto a la asistencia alimentaria. Las raciones de comida de 13 millones de personas a las que asiste el programa dependen en gran medida de los envíos que están estancados. La falta de cereales rusos eleva los costos del PMA, que ya afrontaba un déficit presupuestario de alrededor de 816 millones de euros en el país.
El programa ya había tenido que adoptar recortes graduales en las ayudas. Ocho millones de personas que antes recibían una canasta mensual de comida en Yemen ahora se tienen que conformar con una entrega cada dos meses. La situación se repite en países como Etiopía, Afganistán, Siria y Sudán —que también se enfrentan a conflictos activos—, en los que la subida del precio de los alimentos y el combustible seguirá empeorando las crisis humanitarias, según la organización.
El PMA señala que si los campos de maíz, trigo y cebada ucranios quedan en barbecho este año el abastecimiento para las agencias humanitarias será mucho más costoso, y el programa no está preparado para asumir ese aumento.
Lander aseguró a este diario que la organización no cuenta con las donaciones suficientes para 2022, pese a que el programa ya había advertido de que sería un año catastrófico, con más de 44 millones de personas al borde de la hambruna en 38 países.
La guerra en Ucrania agudiza la crisis que arrastraba la organización. De acuerdo con Lander, el PMA estimaba que 283 millones de personas en el mundo requerirían asistencia en 2022. “Para alimentarlos, se necesitan alrededor de US$ 35.000 millones y solo contamos con un presupuesto de la mitad”, asegura.
A este panorama se suman ahora los más de tres millones de refugiados ucranios que precisan de ayudas y la población que aún aguarda dentro del país mientras continúa la invasión rusa.
Aunque, según asegura Lander, “la comida es un derecho fundamental al que todo el mundo debería tener acceso”, el panorama actual contradice su visión. La disponibilidad de alimentos también se convierte en arma arrojadiza en medio de los conflictos, creando un vínculo directo entre guerra y hambre.
“Lo vemos a diario con tácticas de asedio, en las que se cortan los caminos por donde se transporta la comida o se queman directamente los campos de cultivo”, explica el responsable del Programa Mundial de Alimentos.
La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación (FAO) señaló en un informe a principios de este mes que un 30% de los cultivos de Ucrania no podrían sembrarse por el impacto de la guerra. Además, las cadenas de suministro en el país se están derrumbando, dejando gran parte de la infraestructura destruida y las tiendas de alimentos vacías.
No es coincidencia que los países más afectados por el hambre lidien con guerras, una situación que dificulta aún más la labor humanitaria del PMA, que se ve desbordado por el azote de la violencia.
Lander resalta la diplomacia como elemento principal para detener el problema: “Detrás de todo esto, el diálogo político es primordial. Sin avances de los gobiernos y los actores del conflicto, la crisis humanitaria seguirá empeorando y responder a ella será cada vez más difícil”.
PRECIO DE FERTILIZANTES Y SU IMPACTO AL PRODUCIR ALIMENTOS
MIGUEL QUEMADA * Y GABRIEL PÉREZ **/Mercado
El término fertilizante es amplio y engloba a los productos que proporcionan nutrientes a las plantas para su crecimiento. Se refiere tanto a los fertilizantes minerales (que provienen de síntesis industrial o de extracción minera) como a los fertilizantes orgánicos (que son derivados de excrementos y subproductos de animales, industrias agroalimentarias e incluso residuos urbanos).
En concreto, el aumento de precios al que nos referimos afecta a los fertilizantes minerales y está muy relacionado con el alto consumo energético que requiere su fabricación.
DEPENDIENTES DE LOS FERTILIZANTES
El nitrógeno es el nutriente más empleado por los cultivos y los fertilizantes nitrogenados minerales, los más utilizados por los agricultores. Esto es principalmente cierto para los cereales, que reciben más de la mitad de los fertilizantes minerales nitrogenados y de los que depende buena parte de la nutrición de las personas y de los piensos para animales.
Así, se ha estimado que hoy en día entre un tercio y la mitad de la producción de alimentos para la humanidad depende directamente de la aplicación de los fertilizantes nitrogenados. Por lo tanto, la falta de estos fertilizantes podría desembocar en un alza del precio de los alimentos, con consecuencias impredecibles.
Estas grandes cifras tienen asociado cierto nivel de incertidumbre, pero son suficientemente sólidas para que nos hagamos varias preguntas: ¿por qué aumenta de esta forma el precio de los fertilizantes nitrogenados? ¿Pueden ser sustituidos por otros fertilizantes minerales? ¿Existen alternativas a corto y a medio plazo que puedan paliar nuestra dependencia de estos fertilizantes?
ALTA DEMANDA ENERGÉTICA
En primer lugar, el precio de los fertilizantes nitrogenados está intrínsecamente ligado al precio de la energía. Más concretamente, al de los combustibles fósiles que se utilizan para su síntesis.
La fabricación de los fertilizantes nitrogenados se basa en el proceso Haber-Bosch, inventado a principios del siglo XX. Este proceso consiste en la reacción de nitrógeno e hidrógeno gaseoso para producir amoníaco. Este compuesto es después utilizado para producir una gran variedad de fertilizantes nitrogenados o de fertilizantes complejos que contienen otros nutrientes además de nitrógeno.
La fuente inagotable de materia prima que sirve para la síntesis de amoníaco es el N₂, un gas inerte mayoritario en la atmósfera terrestre (78 %), formado por dos átomos de nitrógeno unidos por un fuerte enlace triple. Para que se produzca la ruptura de este enlace y acelerar la reacción con el hidrógeno, es necesaria una gran cantidad de energía que permita elevar la presión (150-200 atmósferas) y la temperatura (200-300 ℃).
La energía necesaria para llevar a cabo el proceso de Haber-Bosch se obtiene principalmente a partir de la quema de gas natural. Por eso los precios de los fertilizantes nitrogenados están íntimamente ligados a los de los combustibles fósiles. El proceso de Haber-Bosch y sus modificaciones (por ejemplo, Bosch-Meier para la síntesis de urea) producen más de 100 millones de toneladas de fertilizantes nitrogenados al año. Representan aproximadamente un 8,3 % de la energía consumida en el mundo.
El transporte y la distribución de los fertilizantes también tienen asociado un consumo de energía, aunque es muy bajo comparado con el de la síntesis.
OTROS NUTRIENTES
La extracción minera de roca fosfórica y potásica es imprescindible para la obtención de los dos macronutrientes (fósforo y potasio) necesarios para los cultivos, pero, nuevamente, su consumo energético es mucho menor que el de la síntesis de los nitrogenados.
Cada uno de los nutrientes tiene funciones específicas en la planta. Por eso, respondiendo a la segunda pregunta, no pueden ser reemplazados entre sí. Es decir, la falta de nitrógeno en un cultivo no puede suplirse con una mayor aplicación de potasio, sino que el suministro de nutrientes debe ser equilibrado.
En su conjunto, la UE es muy poco autosuficiente en fertilizantes minerales. Importa el 85 % de los fertilizantes potásicos, el 68 % de los fosfóricos y el 30 % de los nitrogenados. Una parte muy importante de estas importaciones (46 %) provienen de Rusia o Bielorrusia, al igual que el gas utilizado para sintetizar los fertilizantes nitrogenados.
SOLUCIONES A CORTO PLAZO
Analicemos por lo tanto las alternativas a corto y medio plazo para paliar la dependencia europea de los fertilizantes.
Los más agoreros predicen una elevada caída de rendimiento de los principales cultivos debido a la escasez de fertilizantes para este año. Sin embargo, es muy probable que esa caída no sea tan elevada.
Los suelos agrícolas actúan como reservorio de nutrientes y, debido a las generosas aplicaciones de fertilizantes tan comunes en muchos casos, pueden contener un legado importante que se libere durante la presente campaña. Por lo tanto, es muy improbable que observemos pérdidas de rendimiento debidas a falta de nutrientes en los grandes cultivos durante este año.
Podría haber mermas en algunos casos en la calidad de los productos, como puede ser la disminución de proteína en trigo asociada con la absorción de nitrógeno o la menor acumulación de grasas en oleaginosas asociadas al potasio. De hecho, es un año en el que será importante que los agricultores empleen el dinero en análisis de suelo y planta para que los pocos fertilizantes disponibles se destinen solo a los campos y cultivos que más lo necesitan.
A su vez, muchos agricultores tienen una gran capacidad de adaptación y buenos conocimientos. Si se les dan las facilidades para que los apliquen, podrán adaptarse utilizando cultivos con alta capacidad de extracción de nutrientes.
Un ejemplo es el girasol, que con su potente sistema radicular es capaz de obtener elevados rendimientos aprovechando los nutrientes residuales del suelo. Ahora que la UE ha permitido el cultivo de las tierras que obliga a dejar en barbecho (5-6 % del total cultivado) y si las condiciones primaverales acompañan, veremos mucho girasol en los campos, lo que ayudará también a paliar las deficiencias del mercado creadas por el conflicto bélico en Ucrania.
ALTERNATIVAS A LARGO PLAZO
Esta crisis en los productos agrarios nos debería empujar a pensar en soluciones más duraderas. El legado de los suelos podría suministrar nutrientes durante varios años en algunos casos (como el fósforo), pero en otros casos, como el nitrógeno, este legado se verá agotado en una o dos campañas.
Entre las estrategias a seguir están, en primer lugar, aquellas destinadas a mejorar la eficiencia de uso de los nutrientes por el cultivo. Es decir, la cantidad de nutriente que es realmente utilizada por la planta. Para ello es fundamental potenciar tecnologías digitales (sensores, teledetección, abonadoras de dosis variable) y tradicionales (análisis suelo y planta), que permitan aplicar la dosis de fertilizante ajustada a las necesidades del cultivo y en el momento adecuado.
Además, debemos potenciar la obtención de genotipos de cultivo con mayor capacidad de extracción de nutrientes y las interacciones planta-microorganismo que mejoren el acceso a nutrientes poco disponibles. Debemos potenciar rotaciones de cultivo en las que se introduzcan leguminosas, como una vía segura y bien adaptada a las condiciones mediterráneas para disminuir la dependencia de fertilizantes nitrogenados.
En este rediseño de los sistemas agrarios, es importante reforzar la conexión entre los sistemas de cultivo con los de producción ganadera, de forma que los residuos orgánicos de las granjas de animales se conviertan en una fuente de nutrientes mediante sistemas de economía circular.
Finalmente, a nivel de cadena alimentaria, la mejora de la eficiencia de nutrientes pasa por una disminución de las pérdidas de alimentos y una transformación a dietas con mayor proporción de alimentos vegetales frente a los animales. En este sentido, los consumidores podemos colaborar para mejorar la eficiencia de nutrientes valorizando nuestros alimentos y retomando la dieta mediterránea.
Volviendo a la síntesis de fertilizantes nitrogenados, el proceso de Haber-Bosch se ha ido perfeccionando con el tiempo y se siguen buscando alternativas que quizás mejoren la eficiencia energética. A su vez, se están produciendo avances muy significativos en la fuente de energía que lo alimenta. Hoy en día ya existen plantas piloto en las que la energía es suministrada en su mayor parte mediante renovables.
En concreto, en España, el empleo de paneles solares para alimentar una planta industrial de síntesis de amoníaco estará en funcionamiento en los próximos años. Se han denominado fertilizantes nitrogenados verdes y, aunque todavía llevará un tiempo hasta que supongan una parte importante de la producción de fertilizantes, es una tecnología ya puesta apunto y con un gran potencial a largo plazo.
Finalmente, los fertilizantes son el combustible de nuestro sistema de producción de alimentos, pero su uso responsable es fundamental. En las últimas décadas hemos aprendido mucho sobre el impacto nocivo que su abuso puede tener sobre el medio ambiente y la salud humana. La mejora de la eficiencia del uso de nutrientes en el conjunto del sistema de producción va asociada a la mejora de la eficiencia energética, y ambas son el camino para aumentar la soberanía alimentaria en la UE.
* Catedrático de Producción Agraria. ETSIAAB y CEIGRAM. Miembro del Grupo Europeo de Expertos en Nitrógeno (EUNEP), Universidad Politécnica de Madrid (UPM)
** Científico titular del INIA-CSIC especializado en sistemas agrarios sostenibles, Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA)