En una entrevista exclusiva con LA NACION, el director del OIEA habla de su papel como mediador entre Rusia y Ucrania y su última misión a Irán
MARÍA DEL PILAR CASTILLO
Rafael Mariano Grossi se encuentra frente a uno de los mayores desafíos de su carrera, uno que no se puede solucionar “con un tuit simpático y música dramática”, uno que requiere de “ayuda concreta”, como dijo a LA NACIÓN en una entrevista telefónica. Es por eso que el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) –un argentino de 61 años– se ha ofrecido como mediador entre Ucrania y Rusia luego de que el conflicto armado escalara a tal punto que amenazaba con consecuencias nucleares severas.
-El viernes por la madrugada el mundo entero se paralizó cuando vio en las noticias que las tropas rusas habían provocado un incendio en la central nuclear más grande de Europa. Desde entonces, ¿se ha estabilizado la situación en Zaporiyia?
-En sus años de gestión ha tratado situaciones de suma delicadeza –de hecho acaba de volver de una misión a Irán para esclarecer dudas sobre actividades nucleares no declaradas–, ¿podría decirse que la de Ucrania es la más urgente y peligrosa que le tocó abordar?
-Indudablemente. La situación en Irán tiene una importancia planetaria, se trata de dar garantías de un programa nuclear que puede tener algunas aristas cuestionables. Sin embargo, no tenemos un conflicto armado abierto que se está desarrollando en este preciso momento como en el caso de Ucrania. Al mismo tiempo, este conflicto armado tiene lugar en un terreno de operaciones donde tenemos 15 reactores nucleares, muchos de ellos en operación. Ucrania depende completamente para su funcionamiento económico de la energía nuclear. El 53% de la energía que se produce y que se consume es de origen nuclear. A ello se suman los riesgos atinentes a la posibilidad de un accidente si hubiese un ataque directo a alguna de estas plantas. En tanto que de acuerdo a la urgencia, es la más urgente que he debido enfrentar en mis dos años de gestión.
El director de la Organización de la Energía Atómica de Irán, Mohammad Eslami (derecha),
saluda al director general del Organismo Internacional de la Energía Atómica, Rafael
Mariano Grossi, al inicio de su reunión en Teherán, Irán, el 5 de marzo de 2022.
(AP Foto/Vahid Salemi)
-¿Es posible un accidente de las dimensiones de Chernobyl? O en el peor de los casos ¿que se desate una guerra nuclear?
-Las centrales nucleares tienen una protección muy grande. Están preparadas para recibir ataques de fuego directo e inclusive que un avión se les caiga encima. De modo tal que son plantas muy sólidas. También son plantas de construcción rusa y la parte rusa sabe muy bien esto. Debería haber un ataque deliberado, masivo y con medios de una gran potencia para poder llegar a la eventualidad de afectar el núcleo de un reactor y que de esa manera existiera liberación de radiación en la atmósfera. Esto me parece bastante poco probable.
Dicho esto, hay que puntualizar también que existen otros riesgos. Porque lo que podría suceder, por ejemplo, es que la planta se quede sin alimentación eléctrica exterior. Si la planta se quedara sin alimentación eléctrica exterior por un bombardeo que afectara las líneas de corriente, se quedaría sin refrigeración del núcleo del reactor que está a muchos miles de grados de temperatura funcionando con una fisión nuclear activa. Entonces eso hace que los riesgos no solo estén derivados de un posible ataque directo a través de un mortero o de una bomba sino que también pueden haber daños en las instalaciones auxiliares.
Con respecto a la posibilidad de un conflicto nuclear eso es absolutamente político. Espero y ruego que ello no suceda. Recuerdo también que existen resoluciones de la conferencia general del OIEA que indican que cualquier ataque a una central nuclear es contrario al derecho internacional, a la carta de las Naciones Unidas y al estatuto del OIEA por lo tanto lo considero bastante inverosímil. Sin embargo los riesgos existen y es por eso que yo me he ofrecido a ir personalmente a tratar de lograr un acuerdo marco de respeto de los pilares básicos de la seguridad de las plantas nucleares.
-¿Ya han aceptado su propuesta?
-Estamos en consultas. Esta propuesta no se da en un vacío político. Se da en medio de un conflicto armado. Por lo tanto, la presencia del jefe de un organismo internacional como el OIEA en el terreno suscita inmediatamente reacciones que tienen que ver con lo técnico pero también con lo político. Porque ninguno de los dos lados quiere que esta presencia sea instrumentalizada de modo tal que legitime la posición de unos o de otros. El día viernes hablé en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y dije ‘lo nuestro es técnico’ y es de una gran importancia humanitaria y ambiental. La solución política pasa por las negociaciones directas entre las partes en conflicto y eventualmente el Consejo de Seguridad de la ONU, esto hay que mantenerlo claramente diferenciado.
-Y me imagino que la elección de Chernobyl no fue casual…
-Chernobyl tiene un valor histórico, simbólico, técnico y político de gran importancia. Pero también hay una cuestión práctica, fue la primera instalación nuclear que los rusos ocuparon. Hace unas horas hablé con el primer ministro ucraniano y me dijo que vaya a Kiev. No tengo ningún inconveniente, yo lo que quiero mostrar es que el OIEA está listo. Cuando hay un conflicto no basta con hacer tuits simpáticos y con música dramática, hay que ayudar concretamente.
Las tropas rusas controlan el centro nuclear de Chernobyl
-¿Cuál sería el acuerdo óptimo entre ambas partes para minimizar los riesgos de una catástrofe nuclear?
-El OIEA tiene muy claros cuáles son los aspectos que deberían ser acordados. Son confidenciales pero ya los he compartido con los rusos y con los ucranianos y estamos negociando. En la parte sustantiva creo que hay mucho acuerdo, sobre qué son las cosas que deben hacerse y cuáles deben evitarse. La cuestión más espinosa, lo más difícil de solucionar es la parte política porque a esta visita, si la puedo hacer, hay que darle un contexto que sea políticamente aceptable para dos países que están en guerra. Entonces esto es de una enorme dificultad, pero no es imposible.
-¿Cuál es el objetivo final de Rusia con respecto a la ocupación de las centrales nucleares ucranianas?
-Los rusos me han informado que el motivo de la ocupación militar de estas instalaciones es para evitar actos de sabotaje.
-Los accidentes de Chernobyl y Fukushima han demostrado el potencial destructivo de la energía nuclear, ¿se ha mejorado la seguridad de las centrales nucleares alrededor del mundo desde entonces?
-Enormemente. Y en este sentido lo que está sucediendo ahora yo diría que es prueba de ello. Las centrales nucleares son muy difíciles de dañar. Pero no son imposibles de dañar por eso yo siempre tengo que pensar en el peor escenario y tratar de prevenirlo. Todo el esquema de seguridad nuclear en el mundo es de un elevadísimo nivel. A raíz de Fukushima se establecieron nuevos protocolos de comunicación y nuevas líneas seguras de contacto. Y esto es lo que, por ejemplo, me permite informar diariamente de la situación real en Zaporiyia y Chernobyl. Y esto también es resultado de cómo el sector seguridad evolucionó, se hizo mucho más sofisticado y mucho más interconectado.
-Este fin de semana estuvo en Irán, en una misión para intentar esclarecer dudas sobre posibles actividades nucleares no declaradas en ese país, ¿considera que ha sido fructífera?
Creo que sí. Era una misión difícil porque de lo que se trataba era de encontrar con el gobierno de Irán un entendimiento acerca de la manera de clarificar una serie de temas que aún permanecen sin respuestas. Nosotros hemos encontrado en los últimos dos años trazas de uranio enriquecido y tenemos información acerca de la existencia de equipos y de material nuclear en lugares que no habían sido declarados por el gobierno iraní y que el OIEA nunca había visitado.
Ahora allí no hay nada pero hemos encontrado a través de nuestras inspecciones indicios irrefutables de eso. De modo tal que nuestra pregunta a Irán es muy clara, si hubo ahí uranio enriquecido, equipos y materiales ¿dónde están? ¿y para qué se usaban? Todas esas son preguntas que no han encontrado respuestas y aquí hay que hacer una conexión con las negociaciones que están actualmente en curso para tratar de redimir el famoso Plan de Acción Integral Conjunto, un acuerdo nuclear entre las seis potencias e Irán del cual el presidente Trump se retiró en 2018.
Entonces hay una especie de paralelismo entre los dos procesos porque es difícil imaginar que pudiese haber un acuerdo político a ese nivel si existen dudas importantes sobre cuál es la realidad en Irán. Así que ayer estuve con el canciller y el vicepresidente de Irán y con el presidente del organismo iraní de energía atómica y encontramos este acuerdo.
-La energía nuclear es una de las más limpias para el planeta. Teniendo en cuenta sus ventajas pero también los riesgos que supone su uso, ¿cómo ve su futuro para los próximos 20 años?
-La energía nuclear tiene un papel indispensable. Es una energía limpia. En Europa el 25% de la energía es de origen nuclear y la mitad de la energía limpia viene de fuentes nucleares. Los países del sur emergente, la India, Sudáfrica, la propia Argentina, Brasil, México, tienen cada vez más energía nuclear. Esta semana Nigeria y Filipinas me han informado que necesitan el apoyo del OIEA porque han decidido ir por la energía nuclear. Hasta los países del Golfo se están volcando. Por eso no debemos confundir las cosas. Sería un poco tirado de los pelos hacer una inferencia de porque hay una guerra en un país, entonces la energía nuclear no se puede utilizar.