EDDY LAVANDAIO *
El oro (simbolo químico Au) es uno de los elementos químicos más escasos entre los que componen la corteza terrestre. Junto con otros elementos igualmente escasos como el platino y los platinoides (paladio, iridio, osmio, rodio y rutenio) integra el grupo de los llamados "metales nobles o preciosos". Es bastante frecuente encontrarlo aleado con plata (Ag) conformando una especie llamada electrum.
Tiene color amarillo y brillo metálico. Entre sus características el oro se destaca por ser químicamente inerte o escasamente reactivo, no se oxida, resiste a la corrosión y a los ataques de agentes atmosféricos. Su peso específico es 19 (es pesado), es relativamente blando, maleable y dúctil. También es buen conductor de electricidad y calor. Puede ser manipulado, reciclado y usado para fines duraderos y estables en el tiempo.
A pesar de su extrema escasez tiene la particularidad de poder obtenerse con los tradicionales métodos de la minería y la metalurgia porque se presenta en la Naturaleza en estado puro o aleado con otro metal del grupo, siempre conformando una especie mineral que se puede separar de las otras mucho más abundantes que lo acompañan en un yacimiento.
Geológicamente, la mayoría de los yacimientos de oro son de origen hidrotermal (vetiformes o diseminados). Se formaron por precipitación química, a cierta profundidad, del oro disuelto en los fluidos hidrotermales asociados al volcanismo, en diferentes épocas geológicas. Cuando la erosión superficial eliminó a las rocas que estaban por encima, los yacimientos afloraron en superficie, como ocurrió en varios lugares de la Argentina como, por ejemplo, en la mina Veladero de San Juan y en las numerosas vetas del macizo del Deseado, en Santa Cruz.
También hay muchos yacimientos de concentración mecánica llamados placeres. Son sedimentarios, originados por la destrucción de yacimientos hidrotermales expuestos a la erosión superficial que arrancó el oro de los afloramientos y lo transportó a cierta distancia para concentrarlo y depositarlo con arenas fluviales o de playa. Un ejemplo de estas arenas auríferas es la mina Ajedrez, en el río Orosmayo de Rinconada, provincia de Jujuy
Las famosas "fiebres del oro", inmortalizadas en ciertos casos por la literatura y el cine, existieron en muchos lugares del mundo, incluso en nuestro país, y por lo general estuvieron motivadas por el descubrimiento de arenas auríferas. Muchos de los que acudieron a trabajar esas arenas para hacerse ricos terminaron en la ruina y solo unos pocos fueron más afortunados.
Hoy en día esos buscadores de oro (prospectores) usan modernos detectores de metales y en algunos lugares como Victoria Central, en Australia; han hallado "pepitas" de hasta más de 5 kilogramos. En la fotografía adjunta se muestra una "pepita" de casi 10 centímetros de largo y de un peso mayor a dos kilogramos (87 onzas) encontrada por Mick Brown en la misma zona en el 2015 (fuente: Mining.com) cuyo valor estimado en ese momento era de u$s 133.000.-.
En la zona de La Carolina, en la sierra de San Luis, donde hubo explotaciones formales de placeres, la tarea de separar el oro de las arenas se ha convertido en una atracción turística.
La producción mundial de oro es de unas 3.300 toneladas por año. Según el British Geological Survey (Gran Bretaña) se registra producción de oro en minas de 105 países, siendo los principales productores, China, Australia, Rusia, Estados Unidos y Canadá. Las reservas existentes y aún no extraídas de los yacimientos suman, en todo el mundo, 54.000 toneladas.
La Argentina produce unas 60 toneladas por año procedentes de minas de las provincias de Santa Cruz, San Juan, Catamarca y Jujuy, y sus recursos identificados en yacimientos se estiman en unas 3.000 toneladas (Fuente: CIMA-Secretaría de Minería). Toda la producción se exporta en forma de lingotes de "metal doré" que es una aleación de oro con mayor porcentaje de plata. Los ingresos por facturación significaron en el 2018 unos 2.200 millones de dólares.
Como dato curioso, mencionemos que la minería del oro, en Sudáfrica, se extendió verticalmente más de tres mil metros y esa es la máxima profundidad a la que el hombre accedió para explotar un yacimiento.
En muchas oportunidades suele cuestionarse la producción de oro y, por lo general, se argumenta que ya no se usa más como moneda y solo sirve para hacer joyas y otros objetos suntuarios. En realidad, no es así, sino todo lo contrario. Si bien es cierto que el ser humano ya no porta monedas de oro en los bolsillos, el uso que se da al metal mantiene y reafirma su valor como activo monetario.
Según el World Gold Council (Gran Bretaña), la cantidad total de oro producido hasta fines del 2017 era de 190.000 toneladas. Algo más del 17% se encontraba en los Bancos Centrales de los diferentes países del mundo como valor monetario o de respaldo, y más del 21% estaba atesorado por Fondos Privados de Inversión. Una cantidad mayor, cerca del 48% estaba transformado en joyas y un 14% había sido usado por la industria.
Si bien las joyas son habitualmente consideradas como elementos de uso suntuario, vale la pena aclarar que los principales compradores del mundo son los pobladores de India y China, quienes las atesoran como forma de ahorro familiar y, de esa manera, también le asignan un valor monetario.
Atesorar oro es algo que viene ocurriendo desde los albores de la historia porque es un metal "noble" y se considera indestructible. Hoy en día, en el mundo financiero, el oro suele calificarse como un activo más confiable que cualquier otra moneda.
Con respecto a su uso en la industria, se espera un incremento porque es insustituible en algunas aplicaciones de la electrónica moderna.
Las reservas monetarias de los bancos centrales, entre otras cosas, constituyen el respaldo de la emisión de billetes, que son esos papeles que usamos como "dinero circulante". En el cuadro adjunto señalamos cuáles son los países con mayor porcentaje de oro en sus reservas (fuente: World Gold Council, U. K.)
El Banco Central de la Argentina posee 61 toneladas de oro que representarían alrededor de un 10 % del total de reservas en divisas.
Por último, los que atesoran oro en fondos de inversión y en joyas fundamentan su confianza, entre otras cosas, en que el precio del metal sigue creciendo a través de los tiempos. En efecto, cincuenta años atrás su valor era de u$s 35 la onza (onza troy = 31,1 gramos) y, si bien siempre hubo fluctuaciones, en 2020 llegó a superar los u$s 1.900 la onza.
* Geologo - Matricula COPIG 2774A. Miembro de la Asociación Geológica de Mendoza