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ANÁLISIS
Scibona: La pesada deuda con China por Atucha III
LA NACIÓN/MINING PRESS/ENERNEWS
07/02/2022

NÉSTOR O. SCIBONA *

Paradojas del kirchnerismo. En menos de una semana, Alberto Fernández anunció el pre-acuerdo con el Fondo Monetario para reestructurar la deuda por US$44.500 millones y viajó a Pekín con el contrato ya firmado para construir la central nuclear Atucha III, con tecnología y financiación china, que implicará para la Argentina un endeudamiento extra de US$12.000 millones. O sea, más de una cuarta parte (27%) de aquella cifra; en este caso, a 20 años de plazo con ocho de gracia y un interés de 7% anual.

Esta ambivalencia del Gobierno quedó relegada a segundo o tercer plano tras el revuelo político provocado por la renuncia testimonial de Máximo Kirchner a la jefatura del bloque oficialista de diputados –donde mantiene la banca y fueros parlamentarios–, para marcar su desacuerdo ideológico con la negociación con el FMI sin que se conozcan la letra chica ni los números finos. Y más aún luego de la afirmación presidencial en Moscú de que aspira a depender menos del Fondo y de los EE.UU, lo cual sugiere un cambio de dependencia financiera a favor de Rusia y China más afín al gusto de Cristina Kirchner, al costo de corroborar la falta de un programa propio de crecimiento económico.

Todos estos ingredientes disruptivos prometen elevar el voltaje político del tratamiento en el Congreso del aún incierto acuerdo con el Fondo. Sobre todo, porque el proyecto de la central nuclear china (casi “llave en mano”) atravesó los últimos tres gobiernos y la pesada deuda que implica su financiación a largo plazo comprometerá a las próximas cinco gestiones a partir de 2024. También es probable que se extienda al nivel técnico, donde hace tiempo varios especialistas discuten la oportunidad, conveniencia, tamaño y costo de la obra.

La construcción de Atucha III, de 1200 MW de potencia instalada (equivalente a El Chocón) en el complejo de Atucha I y II en Lima, partido de Zárate, será la cuarta central nuclear de la Argentina (la restante es Embalse, de 648 MW, repotenciada en 2019). Fue incluida en 2014 por el gobierno de CFK tras la ampliación de la asociación estratégica con China sellada en 2004 por Néstor Kirchner como un eslabón de la geopolítica del gigante asiático de expandir su influencia en Latinoamérica y África a través de grandes obras de infraestructura. Luego fue reformulada por el de Mauricio Macri, hasta que la crisis crediticia de 2018 frenó todo; y en el otoño de 2021 la pandemia obligó a postergar el viaje a Pekín de Alberto Fernández para reactivar el proyecto, que se concreta este fin de semana por invitación del presidente Xi Jinping.

Su principal característica es el reactor de tecnología china Hualong, con uranio enriquecido como combustible y agua liviana como refrigerante y moderador, que por primera vez se utilizará en la Argentina y también marcará el debut de China como exportador de este tipo de central.

Si bien el acuerdo de 2014 preveía la instalación de dos centrales, la primera de las cuales –de 760 MW– debía utilizar un reactor con uranio natural y agua pesada para aprovechar la experiencia y los recursos argentinos, en la revisión dispuesta en 2018 se anunció que se suspendía la construcción de ambas por su elevado costo para la situación del país. Pero un año después, Macri decidió avanzar con el Hualong, que desde 2020 motivó la renovada presión del gobierno chino. En el ínterin, se descartó el reactor de uranio natural (Candú, de tecnología canadiense), por su alto costo, haber dejado de fabricarse y porque China no se hacía cargo del riesgo, explica Julián Gadano, ex subsecretario de Energía Nuclear de la Nación entre fin de 2015 y de 2019. Además, considera que el proyecto Atucha III está “flojo de papeles”. Por ejemplo, el marco legal lo obliga a contar con un contrato de financiación (que en el caso de bancos comerciales chinos está sujeto al acuerdo Argentina - FMI) y a establecer parámetros objetivos para las contrataciones directas, con un dictamen de la Sigen (Sindicatura General de la Nación) sobre precios y tasas, que hasta el momento se desconoce.

De hecho, un documento de la Secretaría de Energía elaborado hace seis meses preveía el inicio de las obras para 2024; o sea, durante el próximo gobierno.

En cambio, el comunicado oficial emitido esta semana tras la firma de manera virtual del contrato entre el director de la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina (NA-SA), José Luis Antúnez, y el presidente de la Corporación Nuclear Nacional China (CNNC), Yu Jianfeng, señala que las obras de construcción comenzarán a fines de este año, requerirán la creación de más de 7000 empleos y una integración aproximada del 40% de proveedores nacionales. También indica una inversión superior a US$8000 millones para la provisión de la ingeniería, construcción, adquisición, puesta en marcha y entrega del reactor, pero sin precisar las fuentes, costos y plazos de la financiación china.

Esta última cuestión es otro motivo de debate a nivel técnico. En una presentación ante especialistas en septiembre de 2021, el físico argentino Alfredo Caro (ex gerente del Instituto Balseiro y actual profesor de la George Washington University), calculó en US$12.000 millones el costo total del proyecto, computando los mayores tiempos de ejecución antes de generar electricidad y el costo financiero a 20 años de plazo con un interés de 7% anual.

Según este análisis, transcurridos los ocho años de gracia, la diferencia entre la venta de energía y el monto del reembolso del crédito (más los gastos de operación y mantenimiento) incrementará la deuda pública argentina en US$1300 millones en cada uno de los 12 años restantes. Y, además, se superpondrá con los pagos del canje de deuda de 2020 con acreedores privados. Paralelamente, en ese período el costo de generación de Atucha III equivaldría a US$220 por MWh, para reducirse a US$50 en los 48 años siguientes (similar al costo actual de la energía nuclear) y promediar U$S82 en los 60 de vida útil de la central (US$20 más que el promedio de toda la generación eléctrica).

Caro sostiene que, en la actual transición energética, la alternativa es seguir la tendencia mundial de licitar la compra de reactores modulares de menor potencia y costo (SMR, por sus siglas en inglés), que utilizan uranio enriquecido y abren la posibilidad de inversión privada. Gadano coincide con este punto y con la recomendación de concentrar la inversión pública en el demorado desarrollo local del reactor CAREM, en etapa de prototipo (con uranio enriquecido al 5%), para convertirlo en un modelo comercial exportable a costos competitivos. También señala como otra prioridad fortalecer al Invap para aumentar la producción de reactores nucleares multipropósito que no generan electricidad sino radioisótopos de uso médico y han convertido a la Argentina en el primer exportador del mundo, con ventas a Perú, Argelia, Egipto, Australia y Holanda.

Como de costumbre y sin reparar en todas estas cuestiones, el comunicado oficial califica el contrato con China para Atucha III de “hecho histórico” y resalta que permitirá ampliar la capacidad nuclear argentina “gracias a la transferencia de tecnología para la fabricación de elementos combustibles”. Sin embargo, no faltan quienes creen que la firma anticipada del último martes fue una exigencia previa del gobierno de Pekín para recibir este fin de semana a Alberto Fernández.

Tampoco faltó el marketing político en la pantalla local de la ceremonia virtual con funcionarios chinos. Por caso, Axel Kicillof justificó su presencia en que la central consolidará a la provincia de Buenos Aires “como la de más peso en términos energéticos y nucleares a la República Argentina”. Más llamativa fue la participación de Sergio Berni y su esposa, Agustina Propato, actual diputada nacional y futura candidata a disputar la intendencia de Zárate, cuyo jefe comunal interino no fue invitado.

* Periodista, consultor en temas de comunicación periodística e institucional


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