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ANÁLISIS
Escribe Alonso: Brackebusch y las termas
MINING PRESS
24/12/2021

RICARDO N. ALONSO *

Las termas de Rosario de la Frontera fueron un imán para todos los viajeros que pasaron por aquellos lares desde los tiempos coloniales. Existen documentos fechados en el siglo XVIII que ya las mencionan.

Estimamos que fueron visitadas desde muy antiguo por los viejos pobladores indígenas. Los incas tenían especial predilección por las aguas termales y no les asustaba el olor a azufre, que estuvo relacionado con el diablo en la cosmovisión cristiana.

De allí que los españoles no fueran muy afectos a esos lugares ¡con olor a demonio! Lo interesante de las termas de Rosario de la Frontera, además de la variedad, composición y temperatura de las aguas, es que se encuentran en un verdadero paraíso de vegetación lujuriante. Las aguas profundas, calentadas por grado geotérmico, brotan a través de fallas geológicas en la sierra de la Candelaria.

Esto ocurre luego de atravesar numerosas formaciones litológicas de naturalezas silíceas, calcáreas, margosas, yesosas, ferruginosas, salinas, etcétera, que les darán la variedad composicional y su singularidad. Las termas de Rosario de la Frontera fueron visitadas por varios presidentes, ex presidentes, grandes escritores, artistas, historiadores, científicos, naturalistas, médicos y una gama amplísima de personalidades.

Muchos de ellos en busca de salud y otros en plan turista para disfrutar de las bondades balnearias. El primero que se dio cuenta de las aguas como un tesoro médico de la naturaleza fue el Dr. Antonio Palau. Precisamente una de las aguas que allí se envasa honra la historia de su nombre. Palau construyó un complejo hotelero que inauguró el 1 de abril de 1880. Se dice que fue el primer balneario termal de la Argentina. A partir de 1880 pasarían por allí miles de turistas y pacientes y se generaría una extraordinaria bibliografía especialmente geológica y médica.

Cabe citar los trabajos de Max Siewert, Federico Schickendantz, Eliseo Cantón, Benigno Vallejos, Juan Rassmuss, Hércules Corti, Moreno Espelta y muchos otros en la reciente literatura científica. Resulta curioso que uno de los primeros viajeros ilustres que se apersonó en el establecimiento médico termal del Dr. Palau fuera el sabio alemán Ludwig Brackebusch (1849-1906). Brackebusch está considerado como uno de los “20 Grandes Maestros de la Geología Argentina” y asimismo uno de los grandes científicos decimonónicos. En algunas de sus conferencias alcanzó a participar personalmente el presidente de la nación.

Brackebusch llegó al país para reemplazar nada menos que al Dr. Alfred Stelzner, al cual se lo considera con justicia el “Padre” de la Geología Argentina. En un par de décadas (1870-1880), realizó una obra monumental y dejó sentadas las bases de la geología del interior del país, especialmente las de Salta y Jujuy. A él se deben las primeras obras de síntesis sobre los minerales argentinos y un mapa geológico en colores a escala 1:1.000.000 que es aún hoy una obra esencial de consulta. Fue también el primer estudioso científico de las formaciones petrolíferas del norte argentino. Pero veamos algunos datos de su biografía. Ludwig Brackebusch nació el 4 de marzo de 1849 en la ciudad prusiana de Northheim, cerca de Göttingen (Alemania).

Apenas llegado a la República Argentina castellanizó su nombre Ludwig por el de Luis. Realizó sus estudios en teología y geología en la Universidad de Göttingen en 1869 y 1870. Posteriormente cursó estudios de Matemáticas y Ciencias Naturales en la misma universidad desde 1871 a 1874. En 1873 ingresó como geólogo asistente en el servicio geológico prusiano para realizar estudios en las montañas del Harz. Se desempeñó allí hasta 1875. En 1874 obtuvo su doctorado en geología en Göttingen con una tesis doctoral sobre las relaciones geognósticas de la región entre Falkenstein y Königerode del Unterharz.

Brackebusch llegó a la República Argentina en 1875 y se dirigió a Córdoba donde asumió la cátedra de Mineralogía en la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas de la Universidad de Córdoba y la dirección del Museo de Mineralogía de dicha universidad. Brackebusch obtuvo ese cargo por iniciativa del naturalista alemán Germán Burmeister (1807-1892), quien había contratado a su compatriota por encargo del gobierno argentino. Brackebusch reemplazó al Dr. Alfredo Stelzner, quien luego de tres años en la Argentina volvió a Freiberg (Alemania) para hacerse cargo de la cátedra vacante por la muerte de Bernhard von Cotta.

Lo acompañaban en Córdoba los hermanos Oscar y Adolfo Doering que también van a cumplir un papel relevante en los estudios geológicos del país. Entre 1875 y 1876 comenzó a realizar recorridos geológicos por las sierras de Córdoba y San Luis y también inició la publicación de sus investigaciones en una abundante bibliografía.

El 4 de abril de 1877 contrajo matrimonio con la señorita María Emilia Charlotte Weule con la cual tuvo seis hijos. En julio de 1878 realizó una expedición científica por la provincia de Catamarca. Desde enero a abril de 1881 encaró una expedición por las provincias de La Rioja y San Juan.

Su biógrafo Guillermo Bodenbender dice de él: “Dotado de grande y clara inteligencia, y con vastos conocimientos, perseguía sus fines con rara constancia y con un entusiasmo y amor por la ciencia que lo hizo olvidar por completo de los intereses materiales”. Entre agosto y diciembre de 1883 realizó un largo viaje por la provincia de Jujuy que le permitirá escribir algunos de sus más importantes trabajos.

En el año de 1884 viajó a Alemania y preparó allí una serie de artículos que serían publicados en prestigiosas revistas de la época. De regreso a la República Argentina vuelve a encarar un viaje científico por las provincias de Salta, Catamarca, San Juan y La Rioja entre enero y mayo de 1887.

Desde febrero a junio de 1888 encaró una expedición científica por las provincias de San Juan y Mendoza. A fines de 1888, luego de 15 años de trabajos en la Argentina, Brackebusch regresó definitivamente a Alemania donde trabajó como geólogo privado en Baja Sajonia, especialmente en el tema de las sales potásicas.

Falleció en la ciudad de Hannover el 2 de junio de 1906 a los 57 años de edad. Un nuevo medio digital de la Asociación Geológica Argentina honró su nombre como “Boletín Brackebuschiano”. En el ameno trabajo sobre sus viajes por el norte argentino y que publicara en 1883 en el Boletín de la Academia Nacional de Ciencias de Córdoba (N° 5, páginas 185-252) hace referencia a su paso por Rosario de la Frontera.

Dice que llegó a esa localidad el 16 de diciembre en medio de una lluvia torrencial que había generado graves daños. Comenta que alquiló un coche a caballo y se fue a los: “celebres baños termales que se hayan a una distancia de legua y media del pueblito”.

Señala que: “Ya desde mucho tiempo se encomendaban estas aguas calientes contra varias enfermedades, pero no había empresa ninguna que facilitase alguna comodidad a los bañistas, que vivían en carpas al lado de los manantiales, sin gozar de la asistencia de un médico”.

Menciona que: “Fue entonces un pensamiento magnífico el del Dr. Palao (sic, Palau), de formar aquí un establecimiento en regla, donde los pensionistas encuentran una serie de cuartos bien arreglados y todas las comodidades para el baño, a los cuales las aguas termales que brotan en un cerro adyacente son llevadas por canales y cañerías”.

Agrega que: “Hay además un lindo comedor donde se sirven comidas muy buenas; una botica, un pabellón grande con billar y confitería, hermosos caminos de paseo entre los magníficos montes, en fin es un establecimiento sin rival, en los de su clase en la República Argentina”.

Remarca que: “Su situación romántica en la falda y cima de una lomita, y el espíritu de orden de aseo que se observa, producen una impresión muy agradable en todo viajero”. Como buen observador de la cuestión geológica señala: “El agua de las vertientes es diferente y las hay saladas, aciduladas, alcalinas y sulfurosas, y son muy eficaces contra muchas enfermedades”.

Brackebusch durmió la noche del 16 de diciembre en el hotel y al día siguiente emprendió viaje a Tucumán. Quedó tan impresionado con el lugar y el establecimiento termal que remarcó: “Es de desear que el Dr. Palao (sic) reciba las mejores recompensas por los esfuerzos y gastos grandes que ha hecho en este establecimiento”.

Y a pie de página resalta que su compatriota Max Siewert publicó varios análisis de esas aguas en la “Geografía de la República Argentina” de Ricardo Napp (Buenos Aires, 1876). Brackebusch creía erróneamente que el calor de las aguas termales era producto de la descomposición subterránea de la pirita.

Esta idea estuvo muy presente a lo largo del siglo XIX. Hoy se descarta a favor del grado geotérmico y la circulación profunda de las aguas meteóricas. Lo valioso a señalar es que este sabio alemán fue uno de los primeros huéspedes del viejo hotel del Dr. Palau y sus palabras son un interesante recordatorio anecdótico para la historia de Rosario de la Frontera.

* Géologo 


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