Aseguró ayer que el norte del país, al igual que otras regiones, tiene “un montón de riquezas no explotadas”.
“Días atrás alguien del Fondo Soberano Ruso, que representaba a una empresa minera estatal de Rusia, me comentaba que ellos calculan que la Argentina explota solo el 40% de lo que podría explotar”, dijo el mandatario en una reunión celebrada en Monteros, Tucumán, en el marco del programa Capitales Alternas.
En ese sentido, exhortó a los presentes en el auditorio que piensen que la misma cordillera que ha convertido a Chile en el primer exportador de cobre del mundo, de lado de Argentina aún no se ha explotado.
“Piensen solo en eso. Piensen en todo el potencial que tenemos. Y eso es el norte: es La Rioja, es Catamarca, es San Juan, es Jujuy, es Salta. Piensen cuánto estamos perdiendo allí”, expresó Fernández y pidió también pensar en todo el capital humano que dispone Argentina.
Y como estaba obligado a hablar de federalismo, Fernández insistió, como lo hizo en vano 1987 el expresidente Raúl Alfonsín cuando propuso el proyecto de trasladar la capital del país a Viedma –algo que incluso se convirtió en ley-, con la idea de descentralizar.
Aseveró que “todos los días” piensa acerca de si la capital no debería estar en un lugar distinto a Buenos Aires, e incluso lanzó la idea de que sea en el mismo norte.
Al respecto, planteó si no será momento de pensar que la Secretaría de Minería de la Nación tenga su sede en alguna provincia minera y que, en igual sentido, la Secretaría de Pesca esté en un pueblo pesquero de la Patagonia.
Más allá de las declamaciones delirantes del Presidente, lo cierto es que Catamarca cuenta hoy con las mejores condiciones para desarrollar la minería. En lo político, quedó demostrado con el nombramiento de Ávila al frente de la Secretaria nacional. Se trata de una funcionaria de confianza del gobernador Raúl Jalil, quien la incorporó hace dos años a su equipo como asesora general de la Gobernación y luego como ministra de Minería.
Sin embargo, lo político es circunstancial. A diferencia de hace algunos años, hoy existe un marco jurídico estable y controles ambientales rigurosos para atenuar el impacto de la explotación. El camino para llegar aquí fue verdaderamente sinuoso.
En efecto, dos décadas atrás, el inicio del proyecto Bajo La Alumbrera fue también el de la legislación minera de fondo, la cual no estuvo exenta de tentaciones de retoques de gobiernos de turno, lo que ponía en riesgo la seguridad jurídica que exigían las empresas. Y en cuanto al tema ambiental, los mecanismos de control estaban bajo sospecha y cobraban más fuerza las denuncias de contaminación que las certezas científicas.
Hoy la situación es diferente. Catamarca cuenta con 16 proyectos metalíferos y no metalíferos en distintos estados de desarrollo (uno de ellos, Alumbrera, en etapa de cierre), y además hay 15 proyectos en marcha de litio, el recurso minero del momento en el mundo.
De los primeros, el proyecto MARA (Minera Agua Rica-Alumbrera) está en etapa avanzada de exploración para finalizar el estudio de factibilidad y presentar el informe de impacto ambiental, ambos previstos en el transcurso del año próximo.
En cuanto al clima social, aún persisten –y persistirán- los sectores que se oponen a la minería. En Andalgalá, el propio intendente Eduardo Córdoba lleva adelante la prédica antiminera e incluso atribuyó a esa postura el último triunfo electoral de Juntos por el Cambio en esa ciudad. No obstante, es perceptible un declive del sentimiento “anti”.
La única variable que no puede manejar la Provincia es la macroeconómica. Argentina sigue siendo un país que no atrae inversiones extranjeras por su mala relación con el mundo capitalista y con los acreedores.
Aun con esa adversidad, hay entresijos que Catamarca puede aprovechar en materia de inversiones. El reverdecimiento del sector industrial es un ejemplo.