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ESCENARIO
¿Como se gestó la crisis de chips?
LA RAZÓN/MINING PRESS/ENERNEWS

En 2021, comprar un ordenador, un coche nuevo o una videoconsola resulta más complicado de lo que lo era en 2020

18/11/2021

ALFREDO BIURRUN

Los ordenadores se han encarecido, los vehículos se entregan a meses vista y las videoconsolas de última generación aparecen en stock de cuando en cuando para desaparecer inmediatamente.

Y la previsión no es que vaya a mejorar, sino que la situación se va a extender a móviles, tablets, electrodomésticos y otros productos que dependen de los chips de silicio, lo que en el mundo actual es prácticamente cualquier aparato electrónico que pase por nuestras manos.

Aunque la pandemia fue el pistoletazo de salida, la crisis de los chips o semiconductores venía gestándose desde antes. En 2018 se inicia la guerra comercial entre China y Estados Unidos que comienza a poner palos en las ruedas del sector a base de bloqueos, aranceles y prohibiciones comerciales, como en el conocido caso de Huawei.

Es un conflicto en el que ambos tienen mucho que perder. Estados Unidos, por ejemplo, diseña la tecnología que muchos fabricantes chinos emplean en los procesadores pero China es el mayor productor del silicio que los chips necesitan. E igualmente entrelazados están muchos aspectos de un sector tecnológico que durante las décadas pasadas ha hecho bandera de la deslocalización buscando mano de obra barata.

La estrategia ha sido un éxito desde el punto de vista económico si se tiene en cuenta que, según la Asociación Mundial de Semiconductores, el coste de una fábrica de semiconductores en Estados Unidos es un 50% superior que en Asia y en Europa se sitúa un 90% por encima. Pero este proceso ha llevado a que países que hace veinte años podían operar su tecnología con plena autonomía sean completamente dependientes en el mundo globalizado actual.

 

El canario en la mina

En 2019 comienza a hacerse patente el desequilibrio entre la demanda y la oferta en la venta de ordenadores. El motivo es el fenómeno de la minería de criptomonedas, consistente en obtener ganancias económicas mediante un software de minado que depende de la tarjeta gráfica del equipo. Como consecuencia, el precio de los procesadores gráficos se encarece hasta en un 300% , aumenta la escasez y los ordenadores disparan su coste.

Al año siguiente llega la pandemia y con ella interrupciones y retrasos tanto en la producción como en la logística del transporte. Desde paradas en fábricas a los cierres de puertos (un 90% de las mercancías se transportan por mar), algo que afecta a la industria en general y no solo a los chips.

En China y otros países, los protocolos sanitarios obligan a que tareas como la descarga, que antes se realizaban en pocas horas, pasen a ocupar jornadas completas. Y si hay un positivo de Covid entre los trabajadores, el puerto puede detenerse durante un par de semanas como sucedió el pasado mes de agosto en Ningbo-Zhoushan.

Como consecuencia de estos factores, el envío de un contenedor de Shanghái a Rotterdam se ha encarecido por siete hasta llegar a los 14.000 dólares. Aunque los confinamientos y cierres más duros tuvieron lugar durante la primera ola de la pandemia, la planificación con la que trabaja el sector consigue que sus efectos tarden en hacerse notar.

A ésta catastrófica serie de desdichas hay que sumar el aumento exponencial de la demanda también derivada de los confinamientos provocados por la pandemia. Se dispara el teletrabajo y los españoles se lanzan a comprar en masa ordenadores, tablets y móviles con los que trabajar. 

Según el CIS, un 24% de españoles compran nuevos dispositivos durante la pandemia. Y no sólo en lo relacionado con el trabajo, al pasar más tiempo en los hogares y gastar menos en otras actividades, muchos aprovechan para renovar electrodomésticos como televisores, neveras, lavadores y otros que también usan procesadores. Todo va sumando al aumento de la demanda y la consiguiente escasez.

 

No hay coches sin procesadores

Tras los ordenadores, la industria automovilística es la primera en la que el consumidor final empieza a notar que algo no funciona bien. Un vehículo emplea alrededor de un centenar de chips semiconductores y varias decenas de microcontroladores, la mayor parte de todo este silicio proviene China y Taiwán.

Solo la taiwanesa TSMC produce el 65% de los destinados a los vehículos. Los chips para automóviles tienen menor margen de beneficio que los procesadores avanzados, por lo que son los primeros que sufren parones cuando la producción se resiente y TSMC decide priorizar otras líneas de chips.

Así, marcas como Toyota o Mercedes-Benz comienzan a anunciar interrupciones en la producción de sus fábricas que Clepa, la patronal europea de proveedores automovilísticos, estima en medio millón de vehículos retrasados actualmente.

En 2021, el entramado de crisis alrededor de la de los chips continúa creciendo. A los parones en la fabricación y una cadena de transporte marítimo que se ha encarecido en hasta un 328%, se une la crisis de suministros que en el caso de los procesadores tiene el nombre de silicio.

Los semiconductores se fabrican con obleas de este mineral, cuyo precio ha aumentado en más de un 300% en los últimos meses. De nuevo China es protagonista acaparando el 70% de la producción mundial y ha recortado la producción en 2021 para poder rebajar su consumo de energía global, lo que inevitablemente y junto a todo lo demás se traducirá en un aumento de precios.

 

¿Cómo va a afectar a la temporada navideña?

Ninguno de los factores que han provocado esta crisis de los chips tiene visos de mejorar en este otoño de 2021. La posibilidad de un desabastecimiento de productos e incrementos de precios cada vez mayores ya no es solo una preocupación de las empresas sino un tema de debate público.

Con la temporada navideña de compras a la vuelta de la esquina, algunos comercios aseguran que la situación no será grave. Samuel González, director comercial de MediaMarkt Iberia, declara a LA RAZÓN que “trabajamos de forma coordinada con nuestros proveedores para estar preparados ante este tipo de situaciones” y que “el comportamiento de las ventas y la afluencia a nuestras tiendas en los últimos meses sigue siendo positivo, igual que nuestras previsiones de cara al Black Friday y la campaña de Navidad”.

Microsoft, en declaraciones a este periódico, afirma que “seremos capaces de afrontar la escasez de componentes que está afectando a toda la industria relacionada con la electrónica de consumo, en un momento en el que la demanda supera a la oferta”.

Sobre el caso particular de su consola de videojuegos Xbox Series X y S, lanzada hace un año y con problemas de escasez desde entonces, la compañía reconoce que “hay una serie de factores que contribuyen a las continuas limitaciones de suministro, pero estamos trabajando lo más rápido posible con nuestros socios fabricantes y minoristas para acelerar la producción y el envío”.

PcComponentes, por su parte, muestra otra perspectiva sobre la situación al afirmar que “los consumidores pueden ver cómo determinados productos procedentes de Asia sufren retrasos en las entregas.

Sin embargo, el problema se agrava aún más para los productores de dispositivos tecnológicos y electrónicos, que ven cómo, a la escasez de chips, se le suman los problemas en la cadena de suministros de otros componentes de sus productos, lo que dificulta todavía más cubrir la demanda y, por tanto, puede conllevar a grandes retrasos de recepción del producto y encarecimiento del precio.” La tienda advierte que hará todo lo posible pero que “en ocasiones, y ante la falta de stock, no podemos hacer más que esperar y tener paciencia.”

 

Fabricantes de chips pure fab y fab less

Puede sorprender que con tantas empresas relacionadas con la fabricación de procesadores, sólo cuatro de ellas tengan la capacidad de hacerlos por sí mismas. Estas son las pure fab, en contraposición a las fab less. Las primeras cuentan con las fundiciones necesarias para realizar todo el proceso mientras que las segundas diseñan sus procesadores pero encarga al primer grupo su manufacturación.

TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing), con un 65% de la producción global de chips y un 90% de los procesadores avanzados es el actor principal del que dependen el resto de compañías. Incluso Intel, también pure fab, externaliza parte de su producción a TSMC aunque ahora planea comenzar a fabricar chips para otras marcas además de los propios. Samsung ya hace tiempo que lo hace mientras que la última de las pure fab, Global Foundries, funciona de forma más similar a TSMC: fabrica pero no diseña.

El resto de lo que se suele considerar como fabricantes de chips son fab less empresas como Apple, cliente preferente de TSMC, AMD, Nvidia o Qualcomm dependen del gigante asiático para fabricar los procesadores avanzados de sus dispositivos.

 

¿Cómo reacionan los países a la crisis de chips?

Alemania ha tomado la delantera en Europa con la reciente apertura de una nueva fábrica de semiconductores de Bosch en Dresde. Una inversión de casi 1.000 millones de euros enfocada a las necesidades del sector automovilístico que Europa, que está preparando una ley de chips para no depender de Asia y Estados Unidos, ha alabado.

Estados Unidos ha visto como en 30 años ha pasado de producir el 37% de los chips de todo el mundo a solo el 12% en la actualidad. La crisis actual está mostrando la debilidad de esa posición, por lo que la Casa Blanca anunció la pasada primavera un paquete de inversiones de 50.000 millones de dólares destinados a la investigación y fabricación de semiconductores.

China posee abundante materias primas y mano de obra barata, pero aún importa el 80% de sus chips desde Taiwan (TSMC) y Corea del Sur (Samsung). En 2015 estableció como meta producir el 70% de los chips que consume para 2025, pero en 2021 parece aún un objetivo muy lejano.

A pesar de las fuertes inversiones, China ha estrenado este año la producción con tecnología de fabricación de 28 nm (referido a las dimensiones del silicio) mientras que TSMC y Samsung ya trabajan a 5 nm obteniendo unos procesadores más avanzados, pequeños y con mejor consumo.


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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews

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