La Comisión Europea sopesa declarar “sostenibles” la energía atómica y el gas de cara a la transición
BEATRIZ NAVARRO
Diez años después del desastre de Fukushima, el porcentaje de electricidad generado a nivel mundial a partir de la energía nuclear prosigue un lento pero firme declive.
La construcción de nuevas centrales en China no basta para compensar el impacto del final de la vida útil de muchos reactores y el progresivo abandono de esta fuente de energía por países como Alemania tanto por razones ambientales como económicas.
Mientras en 1996 el 17,5% de la electricidad producida en el mundo procedía de la energía nuclear, en el 2020 este porcentaje había caído hasta el 10,1% según el último World Nuclear Industry Status Report, el informe sobre el estado nuclear que cada año se publica en Francia.
Pero en contra de lo que muchos esperaban cuando el mundo puso la lucha contra el cambio climático en el centro de la agenda política, esta fuente de energía ha reaparecido con fuerza en el debate la reducción de emisiones de CO2, como estos días se ha visto en Glasgow.
La nueva taxonomía verde debería dirigir las inversiones de las próximas décadas a proyectos sostenibles
La cumbre climática ha sido el escenario de un crudo duelo político entre los países defensores y detractores del sector nuclear, un pulso que se libra en términos muy concretos, la definición de la taxonomía verde, el nuevo sistema de clasificación de actividades económicas ambientalmente sostenibles.
Antes de final de año, la Comisión Europea debe presentar una propuesta de reglamento que debe servir de guía para dirigir las inversiones de las próximas décadas hacia proyectos que ayuden a cumplir los acuerdos de París y prevenir el greenwashing o la presentación como sostenibles de actividades que no lo son.
El Ministerio de Medio Ambiente de Alemania ha promovido una declaración, firmada por Dinamarca, Austria, Luxemburgo y Portugal, en contra de que la nueva taxonomía incluya la energía nuclear, como figura en el último borrador, que también avala las plantas de gas como tecnología de transición hacia la neutralidad climática. “Nos preocupa que la inclusión de la energía nucleoeléctrica en la taxonomía dañe su integridad, su credibilidad y, por tanto, su utilidad”, afirman.
Alemania se opone a las demandas de una decena de países atómicos liderados por Francia
La declaración es una réplica a la carta dirigida en octubre a la Comisión en sentido opuesto y liderada por Francia, la gran potencia atómica de la Unión, que produce el 70% de la electricidad que consume a partir de sus 45 reactores.
También la firmaban Finlandia,Polonia,Bulgaria, Croacia, República Checa, Hungría, Eslovaquia, Eslovenia y Rumanía.
La inclusión en la taxonomía verde es el último cartucho de la industria nuclear europea en este momento de transición, que coincide también con una mayor conciencia sobre los riesgos de la dependencia energética del exterior y tensión por el alza de precios.
“La energía nuclear es, junto a las renovables, una solución libre de carbono esencial para lograr la transición energética y reducir nuestra dependencia de las energías fósiles”, defiende la declaración liderada por Francia, que reivindica su fiabilidad.
El presidente francés, Emmanuel Macron, acaba de anunciar la construcción de nuevas centrales atómicas, y ha redoblado la presión sobre el ejecutivo comunitario para asegurarse de que estos proyectos sean atractivos para los inversores.
A la vez, la futura coalición de gobierno alemana se ha reafirmado en la posición contra el aval a la energía atómica pero necesita cobertura para las centrales de gas para seguir con su plan de abandonar las nucleares.