Royal Dutch Shell informó que el beneficio del tercer trimestre se redujo en un 25%, hasta US$ 4.130 millones, respecto a los tres meses anteriores, por debajo de las expectativas del mercado, según informó Shadia Nasralla en Reuters.

Shell dijo que reduciría las emisiones absolutas de sus operaciones y de la electricidad que utiliza, conocidas como Scope 1 y 2, a la mitad para 2030 en comparación con 2016.

Shell se ha comprometido a convertirse en una empresa con cero emisiones netas para 2050, pero se ha visto presionada a hacer más rápido cuando un tribunal holandés le ordenó que redujera todas sus emisiones, incluidas las procedentes de la combustión de sus productos por parte de los clientes, o Scope 3, en un 45% para 2030.

Shell se había fijado como objetivo reducir la intensidad de carbono de sus productos, es decir, las emisiones por unidad de energía producida y no en términos absolutos, en al menos un 6% para 2023, un 20% para 2030, un 45% para 2035 y un 100% para 2050 en comparación con los niveles de 2016.

La empresa distribuirá US$ 7.000 millones a sus accionistas a partir del año que viene, después de que se cierre un acuerdo de US$ 9.500 millones para vender sus activos de la cuenca pérmica estadounidense a ConocoPhillips.

Sus beneficios ajustados del tercer trimestre se situaron por debajo de la previsión media de los analistas, que preveían un beneficio de US$ 5.310 millones, en comparación con los beneficios de 5.530 millones de dólares del trimestre anterior y los US$ 955 millones de hace un año.

Para Shell, dvidir el grupo no funcionará en el mundo real

Royal Dutch Shell respondió al llamado de un fondo activista para que la compañía se divida, asegurando por voz de altos ejecutivos que sus negocios funcionan mejor juntos que separados, destacó en Reuters Shadia Nasralla.

El fondo de cobertura Third Point, que ha construido una gran participación en Shell, pidió el miércoles a la petrolera que se divida en varias firmas para mejorar su desempeño.

La iniciativa fue la última andanada contra los gigantes mundiales del petróleo y el gas, que se enfrentan a los llamados de los gobiernos y los inversores conscientes del clima para cambiarse a las energías renovables mientras satisfacen los altos niveles actuales de demanda de combustibles fósiles.

Shell, junto con otras grandes petroleras europeas, se ha fijado objetivos para alejarse lentamente de la producción de petróleo mientras invierte en fuentes de energía no fósiles como la solar y la eólica.

El multimillonario Daniel Loeb, quien dirige Third Point, dijo que la compañía está siendo empujada en "demasiadas direcciones diferentes" y debería considerar separar su producción de energía de los negocios de energías renovables y gas natural licuado (GNL), una noción rechazada por las autoridades de la firma.

"Desde una perspectiva financiera, creo que podría sonar realmente interesante dividir esto en partes", dijo su la presidenta financiera, Jessica Uhl.

"No obstante, en términos de soluciones reales, creo que eso se rompe y nuestra capacidad para integrar y unir estas diferentes piezas del rompecabezas será la forma en que marquemos la diferencia en la transición energética", agregó.

El presidente ejecutivo de Shell, Ben van Beurden, comentó a periodistas que la estrategia de Shell es coherente y bien comprendida por la mayoría de sus accionistas.

En los últimos dos años, las acciones de Shell han registrado un rendimiento total negativo del 16%, según datos de Refinitiv Eikon.

Esos rendimientos están por detrás de los gigantes estadounidenses Exxon Mobil y Chevron, aunque durante un periodo más largo, Shell y otras empresas europeas han superado a sus pares de Estados Unidos, que se han centrado menos en la reducción de emisiones y las inversiones renovables.

YouTube: Jessica Uhl, directora financiera de Shell, sobre los resultados del 3T 2021