RICARDO N. ALONSO *
Los filósofos griegos, especialmente los egeos o físicos, dieron lugar a un “big-bang” del pensamiento racional descorriendo el velo de un largo oscurantismo donde las causasnaturales eran atribuidas a la cólera o a la ira de los dioses.
El pensamiento mágico fueentonces suplantado por una proto-ciencia encarnada en Aristóteles, Teofrasto, Tales deMileto, Heráclito, Demócrito o Erastótenes, por citar a algunos de ellos.
Aquellos sabios griegos descubrieron la verdadera naturaleza de los fósiles, la causa de los eclipses, pensaronel tiempo profundo, sabían que la Tierra era redonda y hasta se las ingeniaron para medir sudiámetro con una precisión que todavía nos asombra. Luego vendría un largo periodo deoscurantismo medieval hasta que las mentes del renacimiento volvieron a iluminar lastinieblas. Leonardo, Bruno, Copérnico, Galileo, Gesner, Leibniz, y otro centenar de grandessabios, crearon e hicieron ciencia.
Hoy cuando la ciencia ha avanzado hasta los confines del universo, donde el hombre descubrió su lugar cósmico en el espacio-tiempo, cuando sofisticados instrumentos permiten ir a la intimidad del átomo o sortear las estrellas en busca de exoplanetas (desde sincrotrones a mega telescopios), en fin, cuando la ciencia empezaba a dar miles de respuestas y a generar decenas de miles de nuevas preguntas, hay un reverdecer de movimientos anticiencia y pseudocientíficos. Se da entidad a cuestiones que desafían a la lógica y al sentido común.
El pensamiento mágico
Ahora mismo la Tierra ya no es redonda, las vacunas son diabólicas, el antropocentrismo deriva hacia un ecocentrismo ecolátrico y panteizante, la ufología representa la metamorfosis medieval de las brujas y sus escobas, lo religioso se expande y lo científico se contrae, en algunos países el darwinismo pierde terreno ante el creacionismo, por citar unos pocos ejemplos.
Hay muchos casos curiosos de pensamiento mágico, pero uno es particularmente interesante por los tiempos de pandemia que corren. La peste negra se llevó a 50 millones de personas, la misma cantidad que se llevó la gripe española en 1918. Conrad Gesner, a quien mencioné antes, fue una de las víctimas y dejó trunca una obra enciclopédica asombrosa. Pues bien, para entonces la peste era obra del demonio y el representante del demonio eran los gatos, especialmente los negros.
Se hacían orgias públicas quemando a pobres gatos totalmente inocentes de la estupidez humana. Lo cierto es que los gatos controlaban a las ratas y estas eran las portadoras de las pulgas, que a su vez llevaban una bacteria, la Yersinia pestis, que era la transmisora de la mortal enfermedad. Las ratas y las pulgas de parabienes mientras ardían en la hoguera los inocentes felinos.
La frase de muerto elperro se acabó la rabia cobra aquí otro sentido: muerto el gato se propagó la peste y diezmó a la humanidad. Y no hay que ir tan lejos ya que durante la epidemia de cólera en el norte argentino, en la década de 1880, hubo quienes quemaban pirita para limpiar el aire, cuando el vibrión hacía de las suyas en las aguas sucias y contaminadas de la insalubridad reinante. Y se administraba cocaína como medicina. Sin dudas hay un campo propicio en donde hoy abona el pensamiento mágico.
Demócrito pensó el átomo y Einstein en cómo liberar la energía contenida en el átomo. El resultado fue la bomba atómica y la ciencia fue obligada a hacer un mea culpa. Pero detrás del átomo y los isótopos se logró la cura de muchos tipos de cáncer y se abrieron puertas infinitas a la investigación en todos los órdenes de la naturaleza.
La anticiencia
Es muy difícil hacer y divulgar ciencia y por el contrario muy fácil hacer y divulgar ideas pseudocientíficas o directamente anticientíficas.
Por eso tienen tanta cabida los ovnis (¡en Salta se votó un proyecto en diputados para declarar patrimonio a un ovnidromo en Cachi!), los alienígenas, los terraplanistas, los ecólatras, las profecías, apocalipsis, los antis de todo tipo (contra el desarrollo, contra la energía nuclear, contra el fracking, contra el glifosato, contra la “megaminería”, contra las vacunas, contra los cultivos transgénicos, contra las antenas de telefonía móvil, etcétera).
La anticiencia tiene más prensa y más crédito que la ciencia aunque parezca increíble y allí pescan a gusto los cultores del pensamiento mágico. Hoy ya nadie cree en brujas paseándose con escobas en la profundidad de la noche y sin embargo, en una extraña metamorfosis, miles de personas creen en alienígenas navegando en sus naves intergalácticas.
Las ideas “fake” vuelan y prenden con enorme facilidad en el imaginario colectivo. La instantaneidad del fenómeno de las redes sociales multiplica por mil la viralidad de noticias falsas de raíz. No hay tiempo físico para regurgitar, masticar ni madurar ningún concepto y lo fácil prende con rapidez. Temas con ropajes científicos pero directamente anticientíficos son instalados con celeridad en base a simples eslóganes.
Vivimos en la era de los eufemismos. Estamos expuestos a un consumo masivo de virtualidad como rebaños de “feed-lots”. En la ciudad de Salta hay un hermoso cerro formado por rocas marinas paleozoicas llenas de fósiles y sin embargo mucha gente prefiere creer que es un volcán.
Alguien apareció con una roca que dijo que era un “feto petrificado” y la idea fue más aceptada que cuando se explicó que se trataba de un estromatolito o alga fósil. Todavía hay quienes creen en el diluvio universal cuando ya la ciencia demostró que ni fue diluvio y mucho menos universal.
Por el uso y la costumbre se sigue hablando de animales antediluvianos. Un científico australiano fue denunciado y perdió un juicio por decir que una geoforma sinclinal en el monte Ararat era un rasgo geológico y no los restos del Arca de Noé.
El cono de Arita en el salar de Arizaro, una de las siete maravillas de la Puna Argentina, es para muchos una pirámide construida por los extraterrestres. Las supuestas “apariciones marianas” son seguidas por decenas de miles de personas con razonamiento acrítico. Y hay ejemplos de a miles.
Mitología online
Muchos de estos temas los hedesarrollado en mi libro “Ciencia y pseudociencias”, publicado en 2017 por Mundo Gráfico Salta Editorial. Sin embargo, la motivación detrás de quienes consumen y promocionan este tipo de información es una interesante cuestión que deberían contestar filósofos, psicólogos y sociólogos. Nada es ingenuo o desinteresado.
Los científicos trabajan y experimentan durante años para lograr producir un “paper” que luego sufre todo un proceso de arbitraje entre pares hasta que finalmente es publicado y termina por ser consumido por un porcentaje reducido de la comunidad científica internacional.
En el mismo tiempo las redes se inundan con miles de documentos que bajo un halo de seriedad inyectan toda clase de ideas y comentarios con cero verosimilitudes. Se reflotan las trilladas profecías de Nostradumus, Parravicini o Don Orione para explicar los fenómenos actuales. Se dan por ciertos acontecimientos que jamás sucedieron y se difunden noticias falsas y alarmistas tal como ocurre con cualquier proyecto productivo.
Y con todo este material las redes arden e inclinan a pueblos enteros en contra de proyectos verdaderamente útiles para la humanidad. Como si fuera una pulsión suicida, un deseo atávico de retorno a las cavernas. Se utilizan distintos mecanismos discursivos para manipular la realidad.
Cuando se trata de oponerse a proyectos productivos avalados científicamente se recurre al miedo como por ejemplo el agua y el aire se van a envenenar, los niños nacerán con malformaciones, desaparecerá la flora o la fauna (o un animal específico de un hábitat determinado que se usa de ícono; ejemplo yaguareté), la gente contraerá cáncer y morirá, etcétera. Contra un discurso así la ciencia se queda sin herramientas. Las denuncias siempre son noticia, la explicación científica nunca lo es.
Los santos populares y las apariciones marianas prenden bajo el discurso de la esperanza, esto es a curarse de enfermedades terribles o terminales, a conseguir trabajo, pareja, fortuna o lo que sea. Otros mecanismos discursivos apelan al misterio, los secretos, los enigmas en busca de fortalecer ideas mágicas que yacen en el profundo imaginario colectivo.
* Doctor en Ciencias Geológicas