El ministro de Desarrollo Productivo y la secretaria de Comercio Interior mantuvieron hoy un encuentro informal luego de la presión de La Cámpora para cambiar el gabinete
FRANCISCO JUEGUEN
La secretaria de Comercio Interior, Paula Español, puso su renuncia a disposición el miércoles pasado por indicación de La Cámpora y Cristina Kirchner. La intención del cristinismo fue jaquear al presidente Alberto Fernández para presionarlo a cambiar el gabinete.
Entre los apuntados estaba el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, jefe directo de Español. El “affaire Basualdo” tiene replica, pero no ya en torno a los precios de la energía, sino al de los alimentos.
El viernes pasado (17/9), Kulfas salió cerca de las 21 de la cartera que dirige. Entonces, pese a sus pálpitos positivos de que resistiría el embate kirchnerista, no tenía asegurada su continuidad. Esa confirmación llegó finalmente a las 23.22 con el listado oficial de los nuevos ministros.
Horas después, el departamento de Recursos Humanos del Ministerio citó a través de un correo electrónico a los empleados de Desarrollo Productivo a un encuentro hoy a la mañana en el auditorio del noveno piso del edificio en la Julio A. Roca. Varios participaron vía Zoom.
Pese a que cerca del ministro dicen que era una arenga ya prevista por la vuelta a la presencialidad, fue una ratificación simbólica de su continuidad, similar a la de Martín Guzmán de presentar en la madrugada del miércoles pasado el presupuesto 2022.
Pero la comparación es injusta. El ministro de Economía contó con ayuda: esa tarde recibió un mensaje de Cristina Kirchner anunciándole que no quería su cabeza. Kulfas no tuvo esa suerte, mirado de reojo por la vicepresidenta desde que cuestionó la última etapa de su gobierno en “Los tres kirchnerismos: Una historia de la economía argentina, 2003-2015”. La semana pasada fue larga para Kulfas; recibió críticas desde todos los satélites cristinistas, desde Juan Grabois, Sergio Palazzo, Leopoldo Moreau, hasta el propio Horacio Verbitsky.
En el encuentro con su tropa, Kulfas agradeció a los presentes por su trabajo durante la pandemia y los instó a redoblar esfuerzos de cara a las elecciones. Paula Español estaba en primera fila. Hasta las 13 se dirigió –ya ratificado oficialmente– a su equipo de trabajo. En ese grupo, según confirmaron a LA NACION sigue la secretaría de Comercio.
El cara a cara solo con ella se registró cerca de las 15. “Fue un ratito”, minimizaron cerca de Kulfas. “Estuvieron juntos toda la mañana”, maximizaron cerca de Español. “No vamos a fingir; pasaron cosas”, esgrimieron que dijo el ministro, que cree, sin embargo, que la decisión de su propia renuncia le fue impuesta a Español. Traducción: en La Cámpora actuaron por ella, pese a que ella no es orgánica de la agrupación que dirige Máximo Kirchner. La economista está más ligada al grupo de su compañero de secundario, Augusto Costa.
Cerca de Kulfas reconocen que el grado de tensión que ya existía es ahora mayor, pese a que la convivencia perdurará. En el entorno del ministro afirman que Español siempre tuvo apoyo político para impulsar sus planes y le reconocen su formación, pese a que hay disidencias en las formas del diálogo con el sector privado.
Español siempre tuvo juego propio y autonomía en el Ministerio de Desarrollo Productivo, algo que reconocían incluso en esa cartera. Pero con la decisión –propia o no– del miércoles el vínculo entre ministro y secretaria se recalentó.
“La relación es la correcta entre un ministro y un secretario de Estado”. De esta manera calificaban hoy, tras el incendio de la semana pasada, la relación con Kulfas cerca de la secretaria encargada de la política de precios internos, entre la que se hallan los permisos informales de aumentos a las empresas alimentarias, algo que quedó como imposición tras el desmantelamiento de los Precios Máximos.
Español es además la cara de negociación frente a las empresas por de Super Cerca o Precios Cuidados, programas icónicos del kirchnerismo, ampliados y trabajados a fondo con las compañías en estos meses de campaña electoral y elevada inflación. Hasta el viernes, en muchas de esas firmas –como entre importadores– se preguntaban con quién les tocaría negociar. Con Ariel Schale, secretario de Industria, la relación es muy buena.
“Su renuncia no tuvo nada que ver con él”, minimizaron en la Secretaría de Comercio Interior.
El ministro de Desarrollo Productivo, un hombre de Alberto Fernández y del Grupo Callao, sumará una nueva convivencia además de la de Español. Será la del flamante ministro de Agricultura, Julián Domínguez, que buscará tener mayor relieve en la definición de políticas que las que tenía su antecesor, Luis Basterra.
Incluso, Domínguez ya pactó un encuentro mañana a las 10, con Kulfas para comenzar a trabajar sobre un tema que genera fuertes rispideces con el campo: el cepo oficial a la exportación de carne vacuna, un conflicto que probablemente empiece a pasar de manos.