MARCELO BONELLI
Este jueves el tipo de cambio tocó el récord anual y en sólo siete días el Banco Central perdió US$ 560 millones. La dolarización era esperada, pero el alto ritmo de ventas diarias sorprende a todos y no es sostenible.
El dólar llega a las elecciones “bien arriba” y el Banco Central debe vender dólares para maniatar al mercado de cambios. Este jueves, el billete llegó a tocar el récord anual: 188 pesos. El BCRA vendió otros US$ 90 millones. El “taxi verde” se acelera: en solo siete días de septiembre, la autoridad monetaria perdió la friolera de US$ 560 millones.
Los datos recalentaron las peleas: en el equipo económico se echan mutuamente la culpa. Miguel Pesce acusa a Martín Guzmán por no aumentar las tasas de interés.
El ministro contragolpea: acusa a Pesce por su inadecuado manejo del BCRA. Guzmán arremete desde que sabe que Cristina cuestiona al conductor del BCRA. Ambos se defienden con “uñas y dientes”: dicen que el dólar se mueve al compás de los traspiés de la Casa Rosada. También acusan a la ola de versiones, que provocan las furibundas peleas entre Alberto y Cristina. Alberto recibe críticas a su gestión y también personales. A su propio oído llegó una queja de la vice: que iba a explotar de gordo y que sus ojeras eran producto de inadecuadas distracciones nocturnas y no solo del trabajo.
Alberto le contestó a Cristina en Mar del Plata: dijo que trabaja todo el día y noche y tiene kilos de más por la ansiedad de su gestión. Igual se puso a dieta para complacer a su jefa. Ambos utilizan los actos políticos para devolverse zancadillas. Un raro conventillo para ventilar la intimidad. Las peleas fomentan las versiones. Desde hace semanas -sólo especulación- se habla del relevo de Guzmán. Afirman que hay hasta tres candidatos: Augusto Costa, Cecilia Todesca y Martín Redrado. Cristina tiene apuntado a Pesce. Es el Instituto Patria el que difunde la información.
La interna del Frente de Todos abrió surcos en el Gabinete. Intrigas, inseguridad, temores circulan entre los ministros. Igual, por ahora no habría cambios. Recién en noviembre, salvo que ocurra un “cisne negro”: una fuerte derrota el domingo. Hasta este jueves, los hombres de negocios de Wall Street no tenían ese escenario: creen que el domingo habrá un “empate” electoral. Por la noche, el Presidente recibió una última encuesta: el oficialismo gana por 6 puntos la Provincia y pierde en CABA, Córdoba, Mendoza y Santa Fe.
Mauricio Macri está a pleno. El domingo también tiene sus propios desafíos. Podrían perder sus candidatos en Córdoba y complicar su sueño: quiere volver a ser candidato a presidente. No soporta la consolidación de Horacio Rodríguez Larreta. Macri pelea con sus fantasmas y quiere lograr el domingo –a los codazos– un rol activo en el búnker de Juntos.
Este jueves, el BCRA no paró de vender billetes. La dolarización era esperada antes de las elecciones. Pero el alto ritmo de ventas diarias sorprende a todos: la intensidad de la fuga de billetes no es sostenible hasta fin de año.
Por eso, la Casa Rosada hizo un ultimátum a Guzmán y Pesce: hay que obturar esa pérdida diaria de billetes. La dupla Alberto-Cristina sabe que es imposible ganar una elección en medio de un tembladeral con el dólar. Guzmán busca aliados. Le pidió ayuda a Sergio Massa.
Ambos -Massa y Guzmán– mantuvieron encuentros secretos con los máximos hombres de negocios de Argentina. Marcos Bulgheroni, Alfredo Coto, Marcelo Figueras, Hugo Dragonetti (h), Sebastián Eskenazi y banqueros de primera línea.
Guzmán trató de despejar interrogantes. También estuvo en una cena Juan Manuel Olmos. El trío fue munido de datos positivos de actividad y de mensajes moderados.
La misión obedeció a un objetivo: transmitir que la Rosada no hará un mayor giro populista después de los comicios. Los hombres de negocios preguntaron sobre Cristina. Guzmán aseguró que la vice apoya a rajatabla el cierre con el FMI. Y se aventuró a decir que el relato confrontativo de Cristina con Washington solo forma parte de la campaña electoral.
El ministro dice que tiene todo cocinado con Kristalina Georgierva. Lo afirma con ahínco porque los técnicos el FMI lo contradicen: expresan que se avanzó poco. Los banqueros también vieron un signo de moderación en Kicillof. Axel cerró un acuerdo de la deuda externa de Buenos Aires, que dejó muy contentos a los acreedores: los tiburones de Manhattan insisten en que recibieron un pago mucho más generoso que el que promociona Kicillof.
Axel tiene buena fama de pagador en el exterior: primero benefició a Repsol y después al Club de París. Ahora, reconoció a los acreedores todos los intereses caídos. Massa emprendió la misión con Guzmán para desactivar una información: que después de las elecciones podría ocupar un cargo de súper ministro de Economía.
Hubo por lo menos cuatro encuentros. En algunas solo estuvo el jefe del Frente Renovador. Massa repitió: “Yo estoy cómodo en la Cámara de Diputados”. Massa completó misterioso: “Yo tengo mis ideas. Cristina también. Pero el cambio de ministros es privativo del Presidente”. Massa y Guzmán intentaron tender puentes con los hombres de negocios. La Casa Rosada los dinamitó.
Alberto ganó las elecciones con el relato anti-grieta de la concertación económica. La propuesta está maltrecha. La pelea con la Mesa de Enlace es ideológica: se trata del sector que genera los dólares en Argentina. Coninagro -e incluso– la Sociedad Rural quieren postergar la medida de fuerza. Evitar ser funcionales a los arcaicos relatos de Cristina.
La Mesa tiene su propias internas. Jorge Chemes está que trina contra Mario Ravettino. Chemes acusa al titular del Consorcio de Exportadores de Carnes, de tener doble discurso y negociar con Matías Kulfas para deprimir el precio del ganado y mejorar la rentabilidad de los grandes frigoríficos. Hace tiempo que Alberto no habla con la Mesa de Enlace. Ahora también quebró el diálogo con la Unión Industrial.
La ausencia del Presidente y sus ministros en la celebración del Día de la Industria obedece también a la interna oficial y al deseo de Alberto de complacer viejos rencores de Cristina. A la vice se le metió en la cabeza que la central fabril está solo controlada por Techint. Subestima a una entidad centenaria integrada por todos los sectores y regiones fabriles de Argentina. Por eso, Alberto desairó a la entidad políticamente más importante de Argentina. Le será difícil avanzar en acuerdos de precios, salarios y productivos sin un diálogo adulto con la UIA.
En la central fabril también hay internas fuertes. Muchos especulan con la ausencia al festejo fabril de Miguel Acevedo y Guillermo Moretti. Ignacio de Mendiguren concurrió. Acevedo es cuñado de Roberto Urquía. El ex senador tiene una excelente relación con Alberto y Cristina. En esa línea está Axel, que rechazó concurrir a la empresa de Martín Rappallini, donde la UIA celebró el día productivo. Rappallini es tesorero de la UIA y un crítico del titular de la Unión Industrial de la provincia. Axel no se banca sus críticas.
Kicillof adujo que la empresa de Rappallini tenía un conflicto judicial. Se trata de un viejo litigio con Cristóbal López, el protegido del kirchnerismo. El zar del juego recibió un beneficio extraordinario de la AFIP. Mercedes Marcó del Pont, insólitamente, desistió de un juicio contra López. Quedaron colgados del pincel múltiples funcionarios de la “línea” de la AFIP y Cristóbal López recibió un regalo multimillonario: pagará en cómodas cuotas el dinero que estafó al fisco para expandir sus negocios.