La contracción global por el covid empeoró la situación y llevó al intercambio a US$ 97.300 millones en 2020
En la estructura económica argentina, el comercio exterior ocupa un lugar central. Del comercio exterior depende en gran medida el comportamiento de la balanza de pagos, el cual a su vez es determinante de las posibilidades de crecimiento de la economía argentina.
Según el trabajo del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI), que está bajo la órbita del Ministerio de Desarrollo Productivo, durante los últimos 20 años el desempeño comercial externo argentino presentó dos etapas: una de expansión (2002-2011) y otra de contracción (2011-2020).
Durante las últimas décadas, y particularmente desde la década del 90, la economía argentina ha mostrado un paulatino proceso de apertura económica en el que la importación de insumos y bienes de capital ha adquirido una relevancia creciente como elemento fundamental de la producción. Del mismo modo, la venta externa de bienes ha consolidado un mayor peso relativo de la demanda externa en la economía. En conjunto, la creciente importancia de las exportaciones y las importaciones resultan del proceso global de internacionalización de la producción y la consolidación de cadenas globales de valor.
Luego de la crisis de la convertibilidad, que contrajo fuertemente las importaciones, se observa un aumento en el comercio de mercancías –tanto de exportaciones como de importaciones– de Argentina con el mundo hasta el año 2011. El año 2009 fue la excepción durante este subperíodo, ya que los valores de exportaciones e importaciones menguaron producto del impacto que la crisis financiera internacional tuvo en Argentina.
A partir de 2011, Argentina experimentó una tendencia declinante en su intercambio internacional de bienes, entendido como la sumatoria de las exportaciones y las importaciones, que pasó de totalizar US$ 158.370 millones en 2011 a US$ 114.240 millones en 2019. La contracción global como efecto de la pandemia del COVID-19 empeoró esta situación en 2020, llevando al intercambio total a US$ 97.300 millones.
A su vez, cabe señalar que la contracción de las exportaciones desde 2011 fue uno de los motivos relevantes de la reaparición de la restricción externa, que limitó las posibilidades de crecimiento del país desde ese año. Solo en los años 2017 y 2018 el intercambio comercial volvió a ganar dinamismo, aunque no regresó a los máximos previos. Tras la crisis cambiaria iniciada en abril de 2018, las importaciones se contrajeron con fuerza, dando como resultado que en 2019 las importaciones fueran menores que en 2007
El concepto de “restricción externa” –esto es, la incapacidad que un país tiene de crecer por la falta de divisas– está intrínsecamente ligado al comercio exterior y la balanza de pagos. Sin embargo, analizar la persistente centralidad del comercio exterior no habilita una lectura homogénea y sin rupturas que permita comprender el devenir macroeconómico y estructural del país. Por el contrario, resulta fundamental comprender al sector externo argentino en distintos contextos, tanto del país como de la economía global.
El coeficiente de apertura comercial encontró su máximo en el año 2002, debido en gran medida al cambio de precios relativos derivado de la devaluación real del peso experimentado en dicho año: mientras que los precios implícitos de las exportaciones y las importaciones se incrementaron notoriamente (176,6% y 203,2%, respectivamente), los precios implícitos del conjunto de la economía crecieron un 30,6% de acuerdo al INDEC.
En los años siguientes, y sobre un nivel de tipo de cambio real estable (y depreciado), tanto las exportaciones como las importaciones crecieron al mismo ritmo que el PIB en valores corrientes. Es por esa razón que el coeficiente de apertura comercial en precios corrientes permaneció en torno al 35%. En los años mayor intercambio comercial (exportaciones más importaciones), el grado de apertura comercial se encontraba entre 25 y 28%
Entre 2015 y 2017, la apertura comercial cayó por debajo del 20%, aunque no perforó los máximos de la Convertibilidad (18,8% en 1997). La razón de dicha baja tuvo que ver, por un lado, con la reducción absoluta tanto de las exportaciones como de las importaciones y, por el otro, por la apreciación cambiaria registrada en el período, que abarató el precio relativo de las exportaciones y las importaciones. A modo de ejemplo, entre 2007 y 2017 los precios implícitos del PIB subieron en 917,6%, en tanto que los de las exportaciones lo hicieron en 506% y los de las importaciones en 429,4%.
La fuerte depreciación real de 2018-2019 volvió a incrementar el precio relativo de las exportaciones y las importaciones, dando como resultado un incremento del coeficiente de apertura comercial. En una perspectiva comparada con nuestros principales socios comerciales, el coeficiente de apertura comercial de Argentina a lo largo del período analizado fue en general similar al de Brasil y Estados Unidos, con excepción del período 2002-2013, en donde Argentina superó a ambos.
En tanto, el coeficiente de apertura de China estuvo siempre por encima del de Argentina, Brasil y Estados Unidos, aunque desde mediados de la década de 2000 se observa una persistente reducción, que confluye junto con Brasil, Estados Unidos y Argentina a porcentajes entre 30% y 20%.
Tomando cinco momentos del período 2000-2020. Dada la importancia actual de China, se la incluyó desde el 2000 para brindar una referencia completa de la relación comercial bilateral, pese a que dicho año ocupó el noveno lugar.
A lo largo de todo el período, Brasil se destacó por ser el socio comercial más relevante, lo cual se debe al Mercosur, a la proximidad geográfica y, también, a la integración productiva en el sector automotriz.
Sin embargo, en la última década su peso en el total del intercambio comercial argentino se fue reduciendo: de rondar el 25-26% en la década de los 2000, se redujo a un 17% en 2020. Son varias las razones de dicha retracción. Por un lado, ambos países estuvieron económicamente estancados en la última década, lo cual repercutió negativamente sobre el comercio de manufacturas (que suele ser más elástico al ciclo económico que el de materias primas), que es el predominante entre ambos países.
A su vez, China pasó a ser cada vez más oferente de bienes manufacturados, desplazando a proveedores tanto argentinos como brasileños. La pérdida de participación de Brasil en el intercambio comercial argentino la explica íntegramente el gigante asiático, que pasó de explicar el 2,5% del total en 2000 al 12,5% en 2020 Por su parte, Estados Unidos perdió terreno en el comercio internacional del país (particularmente en la década de los 2000), y pasó de ser el segundo socio comercial del país al tercero a lo largo del período
analizado. Si en 2000 explicaba el 16,4% del intercambio comercial argentino, entre 2010-2020 se mantuvo cerca del 10%. Por su parte, Chile pasó de ser el tercer socio comercial de Argentina en 2000 al cuarto en 2020, al pasar de explicar alrededor del 7% intercambio comercial entre 2000-5 a menos del 4% en 2020 Otra característica del período es la pérdida de relevancia de Europa en el intercambio comercial argentino.
En el año 2000, España y Alemania estaban entre los cinco socios más relevantes del país; para 2020, ninguno de ellos estaba en el top 5. Así como estos países europeos perdieron relevancia como socios comerciales, varios países asiáticos –además de China– ganaron protagonismo. El más destacado es Vietnam, que en 2020 pasó a ser el quinto socio comercial del país, gracias a su rápido crecimiento económico y a un particular dinamismo en su demanda de alimentos.
Por eso, el conocimiento sobre las características contemporáneas del comercio exterior argentino resulta central tanto para el análisis de situación como para la toma de decisiones. El presente trabajo se centra en una descripción pormenorizada de las exportaciones argentinas de bienes1 y se propone contribuir a una lectura de largo plazo que permita identificar la persistencia de rasgos tradicionales y la emergencia de nuevas especificidades.