Hay varias definiciones de yacimientos minerales en la literatura, pero vamos a centrarnos en como lo define nuestro Servicio Geológico Minero Argentino, que nos dice que: “Los yacimientos minerales son anomalías de la Naturaleza en las que diversos procesos geológicos dieron lugar a la concentración de sustancias minerales metálicas y no metálicas, susceptibles de ser explotadas con beneficio económico con los medios tecnológicos disponibles, y que son requeridas como materias primas por la sociedad moderna para asegurar el desarrollo humano. Tienen dimensiones relativamente pequeñas y, usualmente, ocupan superficies menores que 10 km2.”
¿Qué significa que los “Yacimientos” sean “anomalías de la naturaleza”? Pues simplemente que no son abundantes en la superficie de la tierra, por supuesto que tampoco en nuestro territorio provincial ni nacional, sino más bien escasos y hasta se les podría decir también “rarezas de la naturaleza”. Tal es así que descubrirlos suele no ser un trabajo sencillo ni barato, quedando englobados dichos trabajos de búsqueda e investigación para hallarlos con los términos “Prospección y exploración inicial minera”.
Desde el comienzo de la humanidad, el consumo de los recursos minerales y o pétreos se ha venido incrementando, iniciándose una suba del consumo exponencial desde la era industrial y, en estas últimas décadas, por el avance en la ciencia y tecnología el requerimiento sigue en franco incremento (medicina, energías verdes, electromovilidad, celulares e informática, agrominerales, otros).
En esa misma línea de tiempo, los trabajos de prospección y exploración inicial, tratando de encontrar yacimientos, fue evolucionando también, aunque el riesgo de no encontrar “nada” sigue siendo alto. En general, se estima que de cada 100 lugares en donde se busca, sólo en 1 se va a encontrar un yacimiento.
Por ese motivo es que los trabajos de prospección son inversiones de alto riesgo, ya que la mayoría de las veces no se logra recuperar el dinero invertido, y varios de los particulares y empresas que se dedican a estos trabajos se funden o pasan su vida entera sin hacer ningún descubrimiento.
Considerando el tamaño de los yacimientos que van a ser luego trabajados en minas o canteras, vemos que los mismos no superan generalmente los cientos de metros, y para encontrarlos es necesario trabajos detallados y minuciosos, y de muy bajo impacto ambiental, en áreas que los superan ampliamente en superficie cubierta.
Un ejemplo de lo que estoy diciendo, lo podemos ver en nuestra provincia al comparar las 2,156,264.1 hectáreas de superficie ocupadas por pedimentos mineros (al 10 junio 2021) versus las cerca de 5,000 hectáreas realmente ocupadas con obras y trabajos de la actividad minera provincial.
El área tan grande cubierta por pedimentos mineros, se debe principalmente porque para encontrar los yacimientos, las búsquedas comienzan por áreas muchísimo más grandes. Se aplican métodos comunes a cualquier investigación, como revisión de bibliografía del área en estudio, y otros más específicos, cómo análisis de imágenes satelitales, métodos geofísicos aéreos y terrestres, mapeos geológicosa diferentes escalas y diversos métodos de muestreo que permiten cubrir grandes áreas (Por ejemplo “sedimentos de corriente”).
Lo que se está tratando de hacer es “encontrar” anomalías en la concentración del mineral que se está buscando o en algún otro elemento que asocie, para poder ir “estrechando el cerco” en ese sector para realizar allí trabajos similares, aunque cada vez de mayor detalle. Así se va avanzando con la prospección de grandes superficies de terreno hasta que el área se va achicando cada vez más, y se va consiguiendo de esta forma una justificación técnica para seguir invirtiendo dinero y tiempo, y realizando inversiones mayores (como pueden ser sondajes o perforaciones).
En el caso de que estos últimos trabajos comiencen a encontrar señales más claras de la presencia de una zona mineralizada, se seguirá avanzando con otras etapas de la exploración, pero en el caso fracasen, habrá que empezar nuevamente el proceso de prospección en otra área. Cabe aclarar, que también suele ocurrir que venga una nueva empresa o persona, revise nuevamente la información de un área que se descartó, agregue quizás otros trabajos de prospección, y consiga encontrar el yacimiento en alguno de los lugares por los que habíamos pasado previamente y en donde no se había identificado nada de interés en ese momento.
En Argentina y en nuestra provincia, los trabajos de prospección los puede realizar cualquier persona o empresa (nacional o de otro país), y hay que saber que están arriesgando dinero en la búsqueda de un yacimiento que en general no va a estar ahí. También hay que conocer cuál es el incentivo para asumir esos riesgos, siendo el principal el hecho de que en caso descubran un “Yacimiento”, van a poder recuperar la inversión con creces, aunque sólo de dos formas.
La primera es vendiendo el lugar que se descubrió a una empresa más grande, para que la misma realice los trabajos de exploración de detalle en busca de conocer los recursos minerales allí presentes (Cuantas toneladas hay realmente del mineral que se encontró y como se ubican espacialmente), factibilizar dichos recursos (Es decir a partir de un análisis técnico-económico, definir las reservas reales del yacimiento, o sea cuantas toneladas se van a poder extraer con beneficios económicos), conseguir el capital para realizar la inversión y poner el proyecto en producción.
Y la segunda, y poco común, es asumir todos los riesgos desde el inicio, consiguiendo de alguna manera el capital necesario para realizar todos los trabajos hasta llegar a poner en producción la mina o cantera.
Es muy importante aclarar que desarrollar y poner en producción un yacimiento no es un trabajo sencillo, es de alto riesgo, y todo el proceso puede demorar desde años hasta décadas, e inclusive nunca ocurrir debido a problemas diversos como pueden ser falta de infraestructura base necesaria, costos de producción muy elevados, inestabilidad política-económica del país, inseguridad jurídica, falta de licencia social, entre otros.
En Jujuy, Capital Nacional de la Minería, se necesita incrementar la prospección y exploración inicial y trabajar desde todos los sectores para captar esos capitales de riesgo. Esa es la única forma de conocer mejor y valorizar nuestros recursos minerales, incentivando luego para que los yacimientos descubiertos puedan avanzar a etapas de producción, y logren contribuir en todo su potencial a una mayor generación de empleo y desarrollo social, que sabemos ya se aporta desde la industria minera jujeña.