MARCELO BONELLI
Se adoptó la decisión frente a los serios trastornos que tuvo el abastecimiento, los pagos adelantados a empresas farmacéuticas y el claro retraso que tiene el programa de vacunación.
La Auditoría General de la Nación inició una investigación sobre las polémicas compras de vacunas en la Argentina. La conducción de la AGN solicitará a la Casa Rosada los detalles sobre “precios” pagados, “cantidades” adquiridas y entrega de vacunas.
La decisión se adoptó frente a los serios trastornos que tuvo el abastecimiento y el claro retraso que tiene el programa de vacunación. El Presidente anunció 20 millones para febrero. La decisión la impulsó el auditor Miguel Pichetto. La medida tiene pleno consenso: apoyan los tres directores de la oposición y los cuatro directores peronistas se comprometieron con la investigación.
Los contratos auditados son los cuatro firmados por Alberto. Primero, los referidos a la adquisición de Sputnik, de AstraZeneca y el convenio con Covax. En el caso Covax se busca una respuesta hasta ahora inexplicable: por qué Argentina adquirió el cupo mínimo y no máximo a esta organización internacional. La intención es no vulnerar la confidencialidad de las patentes en los contratos. Eso no se toca.
Pero sí que la Casa Rosada responda todas las dudas que existen sobre los motivos que originaron las demoras en los plazos de entrega y la dicotomía –que existe- con los pagos ya efectuados a los laboratorios.
Para la cúpula de la AGN ocurrió lo siguiente: el Gobierno abonó en exceso y no hizo cumplir los derechos contractuales para adelantar la vacunación en Argentina.
También se evaluará el convenio con la china Sinopharm. Carla Vizzotti publicitó una compra de 30 millones de dosis y todo terminó en un envío –hasta ahora– de solo 4 millones. La cuestión provocó un conflicto diplomático y se intentó culpar falazmente del problema al exembajador Luis Maria Kreckler. La Cancillería montó una “operación” para desplazar al reconocido diplomático.
El auditor Miguel Pichetto impulsó la investigación. Foto Nicolás Ríos/Diario Los Andes
Nada de lo que se dijo fue cierto y la situación fue aprovechada por Cristina para colocar en Beijing –a su protegido– Sabino Vaca Narvaja. El nuevo embajador prometió mucho, pero no pudo modificar –hasta ahora– el contrato.
La Auditoría trabajará sobre los desfasajes en el convenio con AstraZeneca. Hugo Sigman afirmó en público que su empresa fabricó el núcleo de la vacuna en tiempo en la Argentina, pero hubo una demora de varios meses en México. La cúpula de la Auditoría se focalizó en una cuestión central: la Casa Rosada ya le giró 56 millones de dólares a la compañía y el abastecimiento fue en cuentagotas.
La incómoda situación provocó fuertes cruces con Agustín Lamas. El titular de AstraZeneca local estuvo con Vizzotti.
El contrato prometía abastecer de vacunas abundantes al final del verano. Unos 2 millones en marzo y otros 4 en abril. Pero recién ahora –tres meses después– llegan los primeros vuelos desde el exterior. Andrés López Obrador –el amigo de Alberto– no hizo nada para activar el proceso a cargo del millonario Carlos Slim.
La Auditoría exigirá precisiones sobre el caso Pfizer. No hay contrato firmado, pero informalmente decidió meter las narices para develar el “misterio” de la vacuna americana. La AGN -este lunes- le responderá un requerimiento clave a Guillermo Marijuan. El fiscal investiga el entramado local del convenio con AstraZeneca. Siguen este proceso Ginés García, Carla Vizzotti y el laboratorio.
La cuestión de las vacunas une intereses millonarios, estrategias geo-políticas y una guerra internacional de laboratorios.
En la Argentina –y el mundo- las “multis” utilizan espías y las más despiadadas técnicas de competencia: se están clavando puñales, porque hay montos siderales en juego.
Patricia Bullrich, que quiere ser candidata de Juntos por el Cambio en las elecciones legislativas, apuntó a irregularidades en la negociación del Gobierno con Pfizer. Foto Federico López Claro
Las peleas se trasladan a los propios políticos. Patricia Bullrich dio un paso en falso con la precipitada denuncia sobre coimas. En “JxC” hay una interna furiosa y utilizaron este traspié para pasarle factura al sector duro que lidera Mauricio Macri. Macri critica a María Eugenia Vidal y reclama lealtad: “Ella tiene que jugar en provincia”.
El sector “dialoguista” quiere que Bullrich decline su postulación en la Ciudad y otros critican a un conocido ex ministro de Macri. Le cuestionan que se haya auto-exiliado en Punta del Este y agite, vía zoom, acciones contra Alberto y críticas a los moderados del PRO.
La pelea macrista, igual, es mínima al lado del enfrentamiento entre Cristina y Alberto: están pasando el peor momento.
La Vice bombardea las negociaciones externas. Impulsó –a través de la solicitada ultra K– un default con el FMI y el Club de París. El texto de Fernanda Vallejos intentó conformar a una militancia frustrada y huérfana de relato. Con Macri se animaban a más: actos y videos pidiendo “fuera el FMI”.
El Presidente afirmó este jueves en Olivos que está encaminado el acuerdo con el Club de París. Sería un convenio precario: se estirarían los vencimientos. Se trata de una -nueva- estrategia de “mendicidad”: no resolver problemas, sino pedir prorrogarlos. La frustrante forma la inauguró Cristina, la siguió Macri y la profundiza Alberto.
Emmanuel Moulin, el jefe del Club, le dijo a Martín Guzmán: “Es necesario un aval del FMI”. El último lunes trascendió que alrededor del 10 de junio vendría una misión del Fondo. Guzmán salió a pinchar la versión que circuló en Casa Rosada y Wall Street. El ministro actuó rápido porque teme la furia de Cristina y sus gurkas. Sergio Chodos y Rodolfo Ruette fueron sus enviados para recomponer la relación política con la troika Kicillof-Cristina-Máximo.
Cristina lo acusa ahora de algo increíble: dice que Guzmán “opera” a los periodistas para perjudicar a Kicillof. El problema para cerrar un aval con el FMI, radica en una cuestión central: es casi inexistente la interlocución de la Casa Rosada con los Estados Unidos, el mandamás en el FMI
Cristina Kirchner bombardea las negociaciones por la deuda externa que lleva adelante el ministro Martín Guzmán.
El frente externo
Alberto hizo una buena gira en Europa. España, Alemania, Francia e Italia pueden ayudar, pero no deciden en el FMI. Un convenio con el Fondo requiere un aval explícito de Washington a la Argentina. Eso no existe y el Gobierno recurre a caminos poco ortodoxos: asesores que cuestan una millonada, pedidos a Francisco y falsos influyentes.
Hasta ahora, Guzmán no logró hablar con la persona clave: Janet Yellen, la poderosa jefa del Tesoro de EE.UU. El desinterés del Tesoro obedece a múltiples factores. El primero, que Argentina no tiene un plan económico que permita un acuerdo –aunque sea– transitorio.
Pero tampoco la Casa Rosada intenta aceitar las cosas: Vaca Narvaja promociona la tecnología china para la telefonía, se apoya a Venezuela y, encima, este jueves Argentina votó contra Israel, el socio principal de Washington.
Felipe Solá hace una tarea de cíclope con Juan González, el director del Consejo de Seguridad de EE.UU. González es un funcionario de cuarto nivel, pero con llegada a Biden.
Sergio Massa iniciará una misión a Washington y Nueva York a mediados de junio: es el único dirigente del oficialismo que no oculta la necesidad de enhebrar una relación estratégica con EE.UU. Ahora la crucial relación bilateral esta “en fojas cero”. Así se refleja en la propia embajada de EE.UU. Edward Prado renunció –en enero- como embajador. Biden no promovió ningún nombre. La relación con Argentina está a cargo de una sola persona: Mary Kay, la encargada de Negocios.