Más de 2.200 MW de capacidad de generación han adelantado su salida y dos empresas dejarán de usarlo antes de 2025
GUSTAVO ORELLANA
La salida del carbón de la matriz eléctrica asoma como uno de los mayores desafíos para el país. En rigor, lo es desde hace ya dos años, cuando en junio de 2019 el gobierno y las cuatro principales generadoras del país: Engie, Colbún, Enel y la actual AES Andes, firmaron un acuerdo voluntario cuyo objetivo era que a 2040 no quedara ninguna termoeléctrica a carbón funcionando en Chile, dados sus efectos ambientales.
El acuerdo fue ampliamente valorado, pero algunos sectores plantearon que se podía ir más rápido. Esto se sustentaba en que el sector energía es uno de los más dinámicos y que los cambios tecnológicos se suceden velozmente.
Se argumentaba que así como las tecnologías eólica y solar pasaron de ser una “quimera”, como decían los expertos de comienzos de la década pasada, a una realidad; perfectamente podía pasar lo mismo con el almacenamiento, que permitirá que estas energías intermitentes den confiabilidad al sistema e inyecten 24/7.
Y las recientes decisiones tomadas por las empresas parecen dar la razón a estos últimos. Desde que se lanzó el plan, casi 2.300 MW en capacidad instalada han adelantado su salida respecto al plan original, como es el caso de Bocamina I y II, de Enel, cuya última unidad saldrá en 2022, transformando a la italiana en la primera generadora en abandonar completamente esta tecnología.
“La decisión de anticipar el cierre de las centrales a carbón casi dos décadas antes de lo comprometido en el plan de descarbonización se dio bajo un cuidadoso análisis de eficiencia y seguridad del sistema y de posicionamiento de mercado. Este análisis incluyó temas sociales, técnicos, económicos y financieros, los que nos llevaron a tomar la decisión de desconectar anticipadamente nuestras plantas a carbón”, explica Paolo Pallotti, gerente general de Enel Chile.
A esto se suma toda la tecnología a carbón de Engie en el norte del país, que también adelantó su retiro. La francesa será la segunda en abandonar el carbón, retirando cerca de 1.500 MW a 2025, siendo Engie una de las empresas que más capacidad tenía a carbón al comienzo del plan.
Según detalla Frank Demaille, VP de Transformación y Geografía de Engie, de aquí en adelante el foco será avanzar hacia la salida total del carbón y el impulso de las energías renovables, además de nuevas tecnologías de energía, como el hidrógeno verde. “Esto es un nuevo compromiso con la recuperación sostenible del país, en un contexto tremendamente desafiante por la pandemia del Covid-19”, agrega Demaille.
La cartera de inversiones de los principales generadores eléctricos solo considera centrales solares o eólicas hacia el futuro. Y salvo Alto Maipo, a inaugurarse en los próximos meses, los proyectos en construcción son en su totalidad renovables. Además, todas tienen en mente al menos explorar el hidrógeno verde.
En materia de centrales ERNC, Colbún, por ejemplo, está desarrollando cinco proyectos renovables por 1.800 MW y el plan es levantar 4.000 MW a 2030, cuenta Thomas Keller, gerente general de Colbún. Una idea similar tienen las demás empresas del sector.
Dado lo anterior, asoma como razonable abrir el debate sobre los plazos para el retiro total del carbón. En el Congreso hicieron lo propio y avanza en su tramitación un proyecto que busca adelantar esa fecha a 2025. En la industria ven poco viable llegar a ese año, pero sí a algo más razonable, como, por ejemplo, 2030. Pero no hay total consenso al respecto.
La principal duda es técnica. Hoy el carbón sigue aportando entre el 30% y el 35% de la generación y para modificar eso se requieren diversos cambios, algunos de ellos tecnológicos que no están disponibles.
“Creo que el sistema permite un retiro más ambicioso que al 2040, pero hay que considerar las amenazas que tenemos hoy en el sistema y su desarrollo que, lamentablemente, no habilitarán un adelanto más ambicioso para dentro de los próximos tres o cuatro años”, explica Ana Lía Rojas, socia fundadora de EnerConnex.
En su visión, para reemplazar el aporte del carbón a 2025 solamente por gas natural, habría que triplicar el despacho de este tipo de centrales (14,1 TWh en 2019) y para reemplazar el carbón solamente con medios de generación en base a energía eólica (4,8 TWh) y solar (6,8 TWh), habría que multiplicar el despacho eólico y solar por 3,5 veces. “Y aún así no sería suficiente, porque no se tendría suministro 24/7, por lo que se requeriría adaptar el sistema eléctrico para incorporar masivamente sistemas de almacenamiento”, remarca.
Para el director de Valgesta y exsecretario ejecutivo de la Comisión Nacional de Energía (CNE), Andrés Romero, es claro que la fecha final no será 2040, sino antes, entre otras razones, por decisiones comerciales. “No tengo dudas que, tanto por razones comerciales como económicas, las centrales a carbón van a cerrar antes del 2040, probablemente entre 2030 y 2035. Los grandes clientes están exigiendo en sus licitaciones de suministro electricidad libre de emisiones, dadas las exigencias comerciales que tienen en sus mercados, por lo que contar con un mix de generación bajo o sin emisiones resulta esencial para la competitividad de las empresas generadoras”, subraya.
Este último punto es relevante. Los grandes clientes, sobre todo las mineras, están buscando firmar contratos de suministro en base a energías renovables, lo que les permite mejorar su imagen ante los mercados.
Si bien AES Andes es la empresa con más unidades a carbón pendientes de fecha de retiro, esperan de aquí a tres años haberse desprendido, descontratado o cerrado unidades que representan el 75% de su capacidad instalada en base a esta tecnología.
“Para el 2024, con los avances a la fecha, AES Andes habrá incrementado en un 165% su capacidad renovable y tendrá el 72% de su capacidad a carbón apagada, vendida o desvinculada de compromisos comerciales o financieros, proporcionándole la flexibilidad para proceder a su cierre en la fecha más temprana que la seguridad, suficiencia y economía del sistema lo permita. Hasta ese momento, continuarán brindando la confiabilidad que el sistema necesita en su transición hacia una matriz energética más limpia y sustentable”, dice Ricardo Falú, CEO de la compañía.
Colbún solo tiene una unidad a carbón, Santa María, en Coronel; por ahora sin fecha de salida concreta. “Chile tiene un plan de descarbonización con objetivos y plazos establecidos, el cual Colbún suscribió y apoyó en 2019. Ya en 2016 anunciamos la decisión de no construir más centrales a carbón, pese a tener los permisos ambientales para hacerlo, y hoy operamos solo una de las 28 centrales consideradas en el plan de cierre, siendo, además, una de las más nuevas y modernas.
El cronograma se acordó tras un análisis técnico en la Mesa de Descarbonización, teniendo en cuenta la seguridad del suministro eléctrico, mientras se desarrollan las líneas de transmisión y los proyectos de energía renovable que permitirán suplir esa demanda de energía. Cambios en ese calendario debe considerar este análisis”, reflexiona Thomas Keller.
“Los hechos hablan por sí solos. En la medida que los hemos ido identificando, el plan original se ha ido acelerando”, indica el ministro de Energía, Juan Carlos Jobet, quien agrega que los plazos son algo que se está conversando “permanentemente”.
“Hemos ido adelantando el plan respecto del presentado originalmente a mediados del 2019. A las ocho centrales que eran parte de la primera fase (al 2024), hemos sumado tres y otras tres que dejarán de operar a carbón al 2025, convirtiéndose a gas y a biomasa. Eso significa que al 2025 habrá salido del sistema el 50% de las centrales a carbón que teníamos en 2019”, complementa Jobet.