Entre inversores y los propios mineros se han adquirido un total de 10,5 millones de libras de uranio
ENRIQUE PÉREZ
El desastre de Fukushima todavía resuena. Hace una década, una libra de octaóxido de triuranio (U3O8), el óxido de uranio más estable, se pagaba por encima de los 80 dólares.. Desde el accidente, la cotización de este abundante e importante mineral cayó por debajo de los 30 dólares y desde entonces no se ha recuperado. Una década donde el uranio ha estado muy poco valorado pese a su relevancia en la producción de energía nuclear, que recordemos es la principal fuente de energía en España desde hace años.
Pero en las últimas semanas algo ha cambiado. Entre inversores y los propios mineros del uranio se han adquirido un total de 10,5 millones de libras de uranio, según describe el Wall Street Journal. Una enorme cantidad para unas pocas semanas, teniendo en cuenta que el mercado se mueve entre los 60 y 80 millones de libras de uranio al año.
Después de una década con un perfil bajo, la industria del uranio quiere volver a posicionarse, pues creen que debido al aumento de la demanda energética y el progresivo abandono de los combustibles fósiles, el uranio tiene un gran potencial para convertirse en un mineral muy solicitado.
El uranio se utiliza para producir energía nuclear, pero por su impacto medioambiental y los accidentes, su utilización no tiene buena imagen. Ahora, con la vuelta de los EE.UU al Acuerdo de París y la lucha contra el cambio climático, la energía nuclear puede ser de gran ayuda. Analistas especializados como la compañía UxC LLC calculan que la demanda no cubierta va a crecer significativamente y que hará falta mucho más uranio del actual.
Ante esta situación prevista se está dando la situación que los propios mineros del uranio, además de mantener sus propias excavaciones, están invirtiendo enormes cantidades en comprar uranio de otras compañías antes que invertir en nuevas minas.
Según ETF Global X Uranium, el número de operaciones vinculadas al uranio ha crecido un 78% desde finales de octubre. Un crecimiento sin precedentes en la última década donde se está viendo que las empresas de minería están comprando el material directamente.
Pese a ser un material muy abundante, entre el 70 y el 80% de las ventas se realiza entre unas pocas empresas, ya que lo habitual es que sean contratos a largo plazo y relacionados con plantas nucleares.
Estas empresas mineras estarían comprando uranio para asegurarse que tienen reservas suficientes para cuando aparezcan nuevos acuerdos, siendo los casos de grandes empresas como Cameco de Canadá o Kazatomprom, compañía nacional de Kazajistán. Pero también están interesadas empresas más pequeñas como la canadiense Denison, que habría adquirido 2,5 millones de libras de uranio por unos 74 millones de dólares.
Una inversión para poder suministrar uranio mientras su mina no esté lista. Y es que esta adquisición del uranio por un lado les interesa porque esperan que su precio suba y por otro les permite garantizar a sus clientes que tendrán reservas suficientes aunque sus minas sufran retrasos o experimenten problemas técnicos o administrativos.
Una planificación de las reservas que en el uranio cobra mucha importancia porque los contratos son a largo plazo y se exigen muchas garantías para poder asegurar el suministro.
"Es una industria que está regresando después de una década en el frío", describe Kevin Smith, comerciante de minerales energéticos de Traxys Group. Un posible resurgimiento del uranio que apunta a 2023-2025 como momento donde debería empezar a notarse el cambio, pues dentro de unos años están previstas la apertura de nuevas minas. Será entonces cuando veremos si esta apuesta de los propios mineros del uranio sale bien o si es un intento fallido de resucitar un mineral con muchos competidores.