CLAUDIO ZLOTNIK
Desde su retorno de la gira por Europa, Martín Guzmán está concentrado en dos cuestiones centrales. Una, la expansión de la pandemia. La segunda ola de contagios, más furiosa que la primera, hizo sonar todas las alarmas en el Ministerio de Economía. El ministro no tiene responsabilidades sobre la pandemia pero sí debe tomar decisiones en la ayuda que deberían recibir los sectores económicos golpeados, en caso de que el Gobierno vaya a restricciones más estrictas.
La segunda cuestión que absorbe a Guzmán se vincula con la dinámica inflacionaria. El titular de Hacienda sabe que la recuperación de la actividad económica depende tanto del coronavirus como de que los salarios puedan, por fin, ganarle a la inflación.
Al día de hoy, esos dos temas centrales para una economía que busca despegar después de tres años consecutivos de recesión juegan en contra.
Guzmán -está claro- no tiene mucho para hacer contra la ola de contagios. Pero sí es la autoridad en referencia a la inflación.
Y la verdad es que, ya transcurrido un tercio de 2021, los resultados son malos. La inflación se ha instalado por encima del 4% mensual, y más allá de que este mes baje algunas décimas, esta claro que Guzmán no le encuentra la vuelta a la cuestión.
Ninguno de los botones que pulsó tuvieron efecto. Ni el "Plan A" ni tampoco el "Plan B".
En primera instancia, el titular de Economía dio el aval para que, ya con la pandemia lanzada, Comercio Interior dispusiera de "Precios Máximos", un congelamiento de precios de alimentos y productos de higiene y limpieza. En total 100.000 artículos, que conviviría con el tradicional "Precios Cuidados", con menos productos pero de primeras marcas.
A los controles de precios, en ese "Plan A" se sumó el congelamiento de las tarifas de los servicios, que aún continúan tanto para la luz como para las boletas de gas.
Hace un par de meses, Guzmán inauguró el "Plan B". No muy audaz, por cierto. Pero al que el ministro le apostaba algo más de éxito inmediato. Se trata del "ancla cambiaria". O, mejor dicho, de ponerle un límite a las subas diarias del dólar "oficial", que dejó de acompañar a la inflación para moverse por detrás del índice.
Para tener los números a la vista:
- En diciembre de 2020, con una inflación del 4%, la cotización del dólar subió 3,5%.
- En enero, con una inflación del 4%, el dólar se elevó 3,75%.
- En febrero, los precios subieron 3,6% pero el dólar lo hizo un 2,9%.
- El mes pasado, contra una inflación del 4,8%, la cotización del dólar subió apenas el 2,4% Exactamente la mitad.
- En lo que va de este mes, transcurrida una quincena, la cotización del dólar mayorista se elevó tan sólo 1,2%.
El "Plan B" tampoco tuvo el resultado esperado. Está a la vista: la inflación acumulada del primer trimestre fue del 13%, a lo que habrá que agregar el 3,5%/4% de abril, de acuerdo a las estimaciones de las consultoras que siguen la evolución semanal de los precios.
Lo malo de estas fallas, además, es que cada plan que se pone en marcha y termina sin los resultados esperados tienen costos que se acumulan, y en algunos casos se potencian, de cara al futuro.
Por ejemplo: el Gobierno acaba de anunciar que el mes que viene se terminará el programa de "Precios Máximos", para evitar males mayores como un desabastecimiento de alimentos generalizado. Pero esa salida del programa seguramente conllevará subas en los precios de la comida, adicionales a los que ya se vio.
Un informe de la consultora M&S puso en números la diferencia en el comportamiento de los precios "libres" (carnes, verduras, frutas, medicamentos, lácteos, indumentaria, electrodomésticos) con respecto a los precios "controlados" (productos de almacén en Precios Máximos, las tarifas y la medicina prepaga).
Los precios "libres" registraron, en el último año, una inflación del 55%.
Por su parte, la inflación de los precios "controlados" fue del 27% en los últimos 12 meses. Los combustibles, uno de los ítem en este grupo, registraron alzas mensuales (dejaron de estar con precios congelados) desde agosto del año pasado.
La pregunta, inevitable, refiere a si los precios que hasta ahora subieron la mitad que el resto (controlados versus libres) no intentarán alinearse con el 55% de los "libres".
Dicho de otra manera, y yendo a lo puntual: ¿las empresas alimenticias no tratarán de acomodar los precios de los productos apenas los liberen, aun cuando Comercio Interior ponga controles? Respuesta: el mercado dirá.
Además, todavía queda un camino hacia el descongelamiento de las tarifas. Claramente en un contexto nocivo para hacerlo. En medio de la segunda ola de coronavirus, ¿podría una pyme o un comercio chico empezar a pagar más por la luz y el gas?
Esos son los riesgos de demorar medidas. O de prolongar congelamientos. De ahí, el riesgo que toma ahora Guzmán cuando intenta planchar el tipo de cambio. Claro está: pueden hacerlo, pero será clave la magnitud de ese aplanamiento. Por lo visto este mes, la decisión de aplacar la inflación con el dólar va a fondo.
Sin respuestas satisfactorias con el Plan A y con el Plan B, Guzmán va por el Plan C. Tal vez pensando que -saturado el A- y con los riesgos del B, acaso sea el momento de probar algunas medidas heterodoxas.
¿De qué se trata? Básicamente de intervenciones en mercados sensibles, como las exportaciones de carnes. O incluso la suba de retenciones, como ya advirtió Paula Español.
La secretaria de Comercio es una de las voces más potentes del gabinete económico. Y aunque la posible alza de retenciones fue relativizada por otros funcionarios del área, lo cierto es que la posibilidad está a la mano.
Sin ningún permiso especial, el Gobierno podría elevar de 33% a 35% las retenciones a la soja, en un momento en que el precio del poroto rozó ayer lunes los u$s565 por tonelada. Un número inimaginado hace un semestre, cuando el precio apenas superaba los u$s340.
Lo mismo para el trigo o el maíz, que del 12% podrían saltar al 15% por un simple decreto presidencial.
En el caso de las carnes, el Gobierno ya anunció un monitoreo más de cerca, con el objetivo de impedir mayores saltos en los precios internos. La posibilidad de imponer cupos a las ventas al exterior está latente, menciona una fuente de Economía.
La idea es copiar lo que ya sucede con otros productos sensibles, como el maíz, cuyas exportaciones también se manejan con cupos, de manera de asegurar el abastecimiento interno.
Las próximas semanas serán decisivas para medidas adicionales a las ya tomadas. Tras la sorpresa con la inflación de marzo, el Gobierno quiere demostrar que el tema de los precios se encamina. Se vienen paritarias muy importantes y Guzmán, quien pondera el alineamiento y compromiso sindical con el oficialismo, no quiere que las expectativas estallen por los aires.