El Gobierno boliviano busca retomar los estudios de fracking en Miraflores, área situada entre el Chaco de Chuquisaca y Santa Cruz
JOSUÉ HINOJOSA
En un contexto de agotamiento de reservas de gas en Bolivia y de disminución de exportaciones, surge la interrogante de si la explotación de hidrocarburos no convencionales, a través de la cuestionada técnica del fracking, es una posible salida a la crisis del sector.
Este tema fue abordado por cinco expertos de Argentina, Colombia y Bolivia en un panel organizado por el Centro de Documentación e Información Bolivia (Cedib).
El fracking es una técnica que consiste básicamente en hacer perforaciones en el subsuelo en sentido horizontal o coincidente con el yacimiento no convencional con el fin de inyectar importantes cantidades de agua mezclada con arena y productos químicos a presiones elevadas. Este proceso causa las fracturas necesarias para liberar los hidrocarburos.
En agosto de 2018, Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) suscribió compromisos de inversión con la empresa canadiense Cancambria Energy Corp., orientados a realizar estudios de evaluación del potencial hidrocarburífero no convencional del campo Miraflores, del municipio de Macharetí (Chuquisaca), donde se estima un potencial de 400 trillones de pies cúbicos (TCF) de gas natural.
Según Fernando Cabrera, investigador del Laboratorio Petro Sur de Argentina, los avances obtenidos en Vaca Muerta, el yacimiento de gas no convencional más importante de ese país, demuestran que la explotación no convencional requiere de disponibilidad de recursos para realizar inversiones constantes.
Cabrera explica que la extracción de gas no convencional tiene una reducción inmediata a partir del freno de las inversiones: en al menos un año ya no habrá producción. Esto implica que para mantener una extracción constante es necesario no dejar de invertir, lo que obliga al país a un trabajo frecuente en la búsqueda de financiamiento.
En opinión del investigador, esto genera un mayor poder de negociación en las empresas que amenazan a los Gobiernos con no invertir, pues eso pasó en Argentina. “Nos dicen: Este año no invierto, al año que viene no tenés gas”.
Cabrera indicó que esa situación de alguna manera obligó al Estado a garantizar la rentabilidad básicamente mediante subsidios.
Agregó que, contrariamente, en la explotación convencional ocurre un fenómeno diferente, dado que a partir del freno de las inversiones surge una reducción paulatina de la extracción, misma que puede mantenerse durante varios años.
Por su parte, Pablo Villegas, investigador del Cedib, afirma que, en el caso hipotético de que la producción no convencional por medio del fracking sea la solución a la caída de reservas hidrocarburíferas de Bolivia, surgirán nuevos inconvenientes: mercados y precios.
Según Villegas, la producción que llegue a obtener Bolivia se sumará a de Vaca Muerta en Argentina y al del presal en Brasil —también no convencionales—, lo cual generará una caída de precios y dificultades para concretar mercados.
El investigador afirma que los costos de explotación de yacimientos no convencionales sería otro problema para Bolivia, ya que éstos son más caros que los convencionales.
A manera de ejemplo, menciona que Estados Unidos, con toda su tecnología disponible, logró bajar sus costos de producción a 50 dólares por barril de petróleo obtenido en yacimientos no convencionales, pero cuando la cotización internacional cae por debajo de ese monto, las empresas enfrentan graves problemas.
La evidencia científica existente demuestra que el fracking es una actividad de riesgo muy elevada, por lo que debería prohibirse en su totalidad en Bolivia, señala Jorge Campanini, investigador del Cedib.
Según él, en Bolivia se han dado avances respecto a esta práctica en el gobierno de Evo Morales como en el de Jeanine Áñez, los cuales deben ser refutados. “Personalmente, no estoy de acuerdo en que el fracking sea una de las respuestas a nuestra crisis”, dijo.
Pablo Villegas, también investigador del Cedib, opina que los trabajos de exploración previstos en Bolivia por parte de la petrolera argentina YPF tiene la finalidad de generar conocimiento útil para aplicarlo en el vecino país y, de paso, venderle tecnología cara a Bolivia que no le dará beneficios.
En 2013, Bolivia inició su acercamiento a los hidrocarburos no convencionales al propiciar la llegada de empresas, consultoras y técnicos para que participen en eventos del sector hidrocarburos.
Autoriza el desarrollo de actividades hidrocarburíferas de exploración en zonas y categorías de áreas protegidas. Esto abre el camino para la llegada del fracking a Bolivia.
Es el potencial preliminar de recursos no convencionales del bloque Miraflores. YPFB y Cancambria Energy Corp. firmaron en 2018 un acuerdo para evaluar ese potencial.
En 2019, el presidente de YPFB, Herland Soliz, afirmó que los estudios realizados en los últimos tres años muestran un potencial de 400 TCF en Miralfores.
Es lo que se necesitaría perforar en el área Miraflores para alcanzar la extracción de los 400 TCF de gas no convencional, según el investigador Jorge Campanini.
Son las que se encuentran dentro del bloque Miraflores. En ellas hay presencia de indígenas guaraníes. Según Campanini, todas estarían afectadas por el proyecto.
Es lo obtenido en la gestión 2020. Según datos de YPFB, se tenía previsto producir 42 millones de metros cúbicos día (MMm3d), pero solamente se alcanzó a 43 MMm3d.
Es el monto obtenido en 2020 por concepto de renta petrolera. Equivale a -15% en relación a los 1.901 millones programados.