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ANÁLISIS
Escribe Pagni: Alberto, un presidente sitiado
LA NACIÓN/MINING PRESS/ENERNEWS
09/03/2021

CARLOS PAGNI

Carlos Pagni

Hay un estado de perplejidad en la sociedad, en la política. Sobre todo en aquellos que tienen que analizar el fenómeno del poder, así como también en muchas personas, dirigentes, funcionarios que rodean a Alberto Fernández y se identifican con él. Existe una perplejidad respecto de comportamientos atípicos, en términos políticos, por parte del Presidente.

Entre esos comportamientos, hace pocas horas señaló que estaba dispuesto a entregar a la ministra de Justicia, Marcela Losardo. Lo más raro es que dijo: “Se va a ir si encontramos reemplazante, sino se queda”. Y además, condescendió a analizar los nombres de algunos eventuales reemplazantes que están en los diarios desde hace días, sometidos al desgaste de estar allí, como posibles nuevos ministros de Justicia, a quienes tampoco confirmó. Lo interesante de esto es que podríamos usar una metáfora de guerra, una metáfora militar: Fernández entrega una nueva colina, como si fuera un presidente sitiado.

Esto produce un estado de desconcierto sobre todo porque olvidamos el diseño de este aparato de poder. Si uno recordara cómo fue armado este artefacto que llamamos oficialismo, en vez de sorprendernos por la forma en que se comporta el Presidente la entenderíamos como totalmente lógica. Primera rareza, quien lidera el grupo, la dueña de los votos (sobre todo del conurbano), Cristina Kirchner, decidió no ser presidenta. Segunda rareza: no se puso al costado, se puso abajo. Es decir, es un oficialismo donde el segundo le da órdenes al primero porque es el que tiene el poder, los votos, la legitimidad. Y la tercera rareza, la más insólita de todas, es que eligió a alguien que no sabemos cómo piensa (es probable que a esta altura haya enormes dudas respecto de cómo piensa Alberto Fernández), pero sí sabemos que a lo largo de nueve años se encargó de hacernos creer que pensaba distinto de Cristina. Casi que pensaba más parecido a Mauricio Macri que a ella.

Es decir, no solamente no tiene el poder, no solamente el poder lo tiene su segundo, (subrayo esto: primera en la línea sucesoria, está como una amenaza permanentemente de reemplazo aunque no haya una crisis), sino que además existe esta ambigüedad permanente respecto de cuál es el nivel de acuerdo conceptual entre Fernández -el Presidente- y su jefa -la vicepresidenta-. Esto que acabo de describir, lo único que puede generar es incertidumbre e idas y vueltas de Fernández respecto de sus propias decisiones, que es lo que estamos viendo.

Es un Presidente sitiado. Sitiado por su vicepresidenta que a su vez es su jefa. Uno de los ejes de conflicto es la visión de la Justicia. Hoy el Presidente dijo que él coincidía con Cristina Kirchner en su visión de los problemas judiciales. Ya resulta aburridísimo ir a buscar en el archivo los videos donde Fernández critica la política judicial de Cristina. Basta recorrer todo lo que él dijo durante los años 2013 y 2014 cuando Cristina Kirchner impulsaba la denominada “democratización de la Justicia”. Pero lo más interesante es que ella no lo deja coincidir, porque hace muy poco tiempo, desde el Senado, dijo algo así como: “La idea que tiene el Presidente de reforma, eso que en el Gobierno llaman ‘reforma judicial’, para mí no lo es”. Es bastante claro que no coinciden.

Hoy es un día en que el tema judicial está de nuevo en el corazón de la escena. No solamente por esta definición acerca de que Losardo se va, siempre y cuando le consigan un reemplazante. Da la impresión de que el Presidente trata a Losardo como Cristina lo trata a él, porque realmente es una falta de respeto para cualquier colaborador que digan: “Se va a ir, pero a lo mejor no, depende de si le encuentro un reemplazante”. No es el único motivo por el cual el tema judicial está en escena, sino que ha llegado una noticia desde Brasil que es extremadamente importante para toda la narrativa que tiene el Gobierno, y sobre todo Cristina y el kirchnerismo, respecto de la cuestión judicial. Esa narrativa que ellos titulan con la etiqueta de lawfare.

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