JORGE LAPEÑA*
El año 2021 muestra un inicio muy complicado en varios frentes; pero los problemas energéticos no resueltos en los últimos 20 años vienen ahora recargados y los errores de gestión son indisimulables.
El síntoma más grave de la crisis energética que atrapa al gobierno está en la economía del sector. Los “subsidios energéticos” crecieron en 2020 –medidos en pesos- más del 100 %, en un país en el que las tarifas están congeladas, la pobreza supera el 45 % y la inflación fue del 35% anual.
Medidos en dólares según datos consignados en el Informe de Tendencias Energéticas del IAE Mosconi en base a datos del BCRA, los subsidios alcanzaron los 5950 millones de U$S.
Es importante focalizarse en esta última cifra. Si se compara esta cifra en forma retrospectiva se comprueba que el gobierno de Alberto Fernández copia la performance de los 3 gobiernos “Kirchner” 2003-2015, que en promedio gastaron por este concepto uno 8300 MU$S por año. Hacia el futuro la cifra preanuncia que si siguiéramos así en 10 años le tendríamos que pedir al FMI otros 60.000 millones de U$S solo para financiar ese gasto energético.
Los expertos del IAE Mosconi pronostican que con los subsidios que resultan del Plan Gas 4 de diciembre; y las tarifas ya oficialmente congeladas y el incremento de las importaciones la cifra de 2020 podría incrementarse entre un 40 y 50 % adicional en 2021. Conclusión: la economía energética hoy es inviable e insostenible.
Veamos ahora el segundo síntoma grave: el año 2021 se inicia con la producción doméstica de hidrocarburos en caída libre. En 2020 la pandemia le dio al gobierno un respiro con la caída de la demanda energética. Pero los números muestran que la producción de gas y petróleo se derrumbó más que la demanda interna; y el gobierno falló con las soluciones que implementó.
Petróleo: el fracaso del “Barril Criollo”. La producción de crudo se redujo durante los meses de cuarentena (marzo -noviembre de 2020) con respecto a los mismos meses de 2019 en un 8,5 %. Es cierto que se derrumbó la demanda interna de naftas y gasoil como ocurrió en todo el mundo; pero justamente para mantener el nivel de actividad el Gobierno sancionó el sobreprecio interno denominado “barril criollo” - un subsidio no estatal encubierto - que acentuó las tendencias inflacionarias y recesivas y castigó a nuestros consumidores.
La realidad demostró que la producción nacional – a pesar de la ayuda del gobierno- no pudo mantener el nivel de actividad colocando los excedentes en el exterior. Quedó demostrado que Argentina no compite con su petróleo en el exterior por lo menos en ciclos con precios deprimidos.
Gas natural: el derrumbe productivo que preanuncia serios problemas en 2021. La demanda interna de gas natural – nuestro principal producto energético- se redujo en el último año en un 4,7 %. Pero nuestra producción gasífera se derrumbó un 9,7 % en el año, lo cual representa una caída catastrófica que obligó a aumentar un 6,3 % en el año las importaciones de gas desde Bolivia y por GNL Además en el mismo lapso disminuyeron las exportaciones de gas en un 20,2 %.
Durante los meses de la cuarentena la disminución de la producción fue del 11,2 % y se produjo no solo en los yacimientos de gas convencional sino también en los No Convencionales (Vaca Muerta) donde la caída productiva fue aún mayor, poniendo al descubierto la debilidad del argumento falaz más usado por la política argentina respecto a Vaca Muerta como única tabla de salvación.
El Gobierno promovió a lo largo del año que pasó el “Plan Gas 4”, y sufrió un rotundo fracaso al no haber obtenido ofertas que aseguren el normal abastecimiento en el invierno de 2021. Hubo además una sospechosa uniformidad de los precios ofertados en todas las cuencas.
Se produjo en 2020 un hecho notable: la caída de la producción de gas por parte de YPF que explica el 65 % de la caída total de Argentina. Esto obliga a poner el foco de atención política sobre la situación económico- financiera de YPF y sus probables consecuencias.
La Renegociación del Contrato con Bolivia: Una claudicación sin precedentes . Los negociadores argentinos suscribieron la Adenda 5 al Contrato con Bolivia firmado en 2006. El gas de Bolivia en 2021 es más necesario que nunca debido a la caída de la producción doméstica: sin embargo, Argentina negoció una reducción de un 25 % en cantidad y se convalidó precios 30 % superiores en la frontera argentino-boliviana, respecto a los pagados en octubre y noviembre pasados. Y estos precios son muy superiores a los que rigen en el mercado internacional.
Los negociadores argentinos se quedaron sin tiempo y claudicaron ante los evidentemente más sagaces negociadores bolivianos en una renegociación que se hizo el último día del y año y debería haberse iniciado y concluido 6 meses antes Bolivia en cambio obtuvo un triunfo sin precedentes: redujo cantidades, preservó su relación con Brasil; logró aumento de precios y valorizó su gas al valor más alto posible; es decir al valor del GNL en la frontera argentina.
La conclusión es que en 2021 el problema energético es un “problema del Estado”; excede totalmente a los funcionarios del área; y lo excede también al propio gobierno. El sector energético hoy desbalancea a toda la economía y la torna inviable; y esto tenderá a empeorar. El presidente Alberto Fernández debería hacer un gesto; y si ese gesto se llegara a producir la oposición tendría que estar a la altura de las circunstancias.
* Ex secretario de Energía. Presidente del Instituto Argentino de Energía General Mosconi