Los temas que serán centrales para saber qué tipo de producción habrá en el shale y qué actividad económica será posible en el resto del año
FERNANDO CASTRO
Vaca Muerta atraviesa su mejor momento en toda la pandemia, lo que no implica otra cosa que una opción de salida de una pesadilla. La llegada de nuevos perforadores propone un escenario de expectativas para miles de petroleros de la Cuenca Neuquina y para el resto de la economía.
Se sabe: Neuquén depende en casi un 40% de los recursos directos que dejan el petróleo y el gas. Y al mismo tiempo, otros miles de neuquinos dependen de forma indirecta de ese termómetro económico que suele ser la actividad petrolera. Sin embargo, queda todo un camino repleto de incertidumbres para alcanzar los niveles de actividad previos a la pandemia.
Marzo del 2020 marcó un punto de inflexión. La llegada del COVID-19 hizo derrumbar el precio del barril y la demanda interna de combustibles. Los pozos petroleros se movieron al ritmo que les permitió la flexibilización de la cuarentena, con caídas históricas de la venta de naftas. El paso de la primera oleada del coronavirus dio un leve respiro, algo que vuelve a tensarse producto del incipiente incremento de nuevos casos. Ahora se corre más que nunca una carrera contra la disponibilidad de vacunas.