DIEGO COLMAN
A principios de agosto, el precio del oro alcanzó un máximo histórico de 2.075 dólares por onza troy, pero comenzó a corregir en los meses siguientes y terminó cayendo por debajo de los 1.900 $, presionado por la euforia bursátil y la rotación hacia los activos de riesgo.
Las caídas del oro, sin embargo, podrían tratarse de una corrección pasajera, ya que los fundamentales no han cambiado de manera significativa. Si bien es cierto que la distribución de una vacuna contra el coronavirus y la recuperación económica que se prevé para el 2021 crean un entorno desfavorable para los activos defensivos, a largo plazo el precio del oro está vinculado a la evolución de los tipos de interés reales (ambas variables están inversamente correlacionadas).
Con la promesa de la Reserva Federal de mantener su tasa de referencia anclada en cero por cierto por varios años y su nuevo régimen de inflación que tolerará temporalmente aumentos en el nivel de los precios por encima del 2%, los tipos de interés reales seguirán bajando en el 2021, en particular si la reactivación económica cobra impulso bajo la administración de Joe Biden (el crecimiento económico es inflacionario).
Un descenso en los tipos de interés reales actuará como un potente catalizador alcista para el oro en los próximos trimestres. Para respaldar este argumento, se puede analizar el gráfico de la cotización del oro (XAU/USD) versus el rendimiento del bono del tesoro de los EE. UU. a 10 años indexado a la inflación (el TIP puede verse como un indicador de la tasa de interés real). En agosto, cuando el TIP cayó a un mínimo histórico de -1,08%, el precio del oro se disparó a aun récord por encima de los 2.060 $.
Fuente: Reserval Federal
La plata podría brillar por las mismas razones que el oro en el 2021, aunque sus aplicaciones industriales también representan otra fuente de gran apoyo. La plata se usa en componentes eléctricos y electrónicos, en cables de semiconductores de alta velocidad, en paneles solares, etc.
Con Biden al frente de la Casa Blanca, podríamos ver una transición hacia las energías renovables y proyectos verdes, factores que impulsarán la demanda industrial de la plata, reforzando su tendencia alcista de mediano plazo.
Por su parte, el cobre también tiene el camino libre de obstáculos para seguir subiendo. La recuperación económica de China, la vacuna contra el coronavirus y los proyectos de infraestructura del nuevo gobierno estadounidense que tomará el poder en enero de 2021 son factores que alimentarán la demanda de metales industriales y materias primas cíclicas ligadas al crecimiento de la actividad.
Por último, las perspectivas para el níquel también son positivas. Biden, en el marco de su plan de “reconstruir mejor”, se ha comprometido a utilizar "todas las palancas" del gobierno federal para posicionar al país como el líder mundial en la fabricación de vehículos eléctricos. El níquel, al igual que el litio, son componentes esenciales de las baterías y, por lo tanto, podrían beneficiarse de los planes del presidente electo para promover la industria de coches eléctricos de cero emisiones. de clientes están en largo.
En el gráfico semanal del cobre podemos ver una subida casi vertical desde mediados de marzo de 2020, un indicio de que los compradores mantienen el control del mercado. Si bien la configuración de máximos y mínimos secuenciales más altos sugiere que la tendencia es claramente alcista, es necesario mantener la cautela, ya que el indicador RSI de 14 semanas ofrece una lectura sobrecompra. En muchas ocasiones, los valores extremos de sobrecompra suelen ser el preludio de una corrección pasajera. Dicho esto, si vemos un pull-back, el primer soporte para tener en cuenta se ubica en los 3,3013 $. Una ruptura de este piso técnico pondría en juego los 2,9810 $.
Por el contrario, si el metal industrial continúa avanzando, la primera resistencia de calado yace en los 3,7813 $. Una perforación de este techo técnico facilitaría la reconquista de los 4,0070 $.