Los avances impulsaron el optimismo sobre la economía global, reavivando el interés en inversiones más riesgosas
La crisis del coronavirus provocó una fuga récord de activos de los mercados emergentes, con más de u$s 90.000 millones saliendo de bonos y acciones sólo en marzo, según el Instituto de Finanzas Internacionales (IIF). Pero ahora la clase de activos está resurgiendo.
Los avances de este mes en la búsqueda de una vacuna eficaz contra el Covid-19 impulsaron el optimismo en relación con la economía global, reavivando el interés en algunas inversiones más riesgosas. Las divisas y las acciones de los mercados emergentes han sido las grandes ganadoras, repuntando con fuerza durante las últimas dos semanas, mientras que los bonos también han recuperado el terreno perdido.
El repunte generalizado llevó al índice bursátil de referencia de mercados emergentes de MSCI a territorio positivo para el año, un aumento de más del 50% desde su mínimo de marzo. Y conforme Wall Street presenta sus grandes ideas para 2021, los mercados emergentes encabezan la lista.
En la encuesta de Bank of America de este mes, uno de cada dos gestores de fondos eligió el sector de los mercados emergentes como su favorito para 2021. El sector pasará "de la resiliencia al rendimiento superior" el próximo año, pronosticaron los analistas de Goldman Sachs. Renaissance Capital -un especialista en mercados emergentes y fronterizos que a menudo es reacio a hacer predicciones alcistas- les aconsejó a los inversionistas que debían "comprar todo lo que puedan" en el sector.
Nick Robinson, director de inversiones en mercados emergentes de Aberdeen Standard Investments, dijo que es posible que ni siquiera sea necesaria una recuperación de la actividad económica para mantener el repunte de los valores de los mercados emergentes. "El crecimiento económico siempre es útil, pero a veces sólo es necesario que las valoraciones hayan divergido demasiado", dijo Robinson. "También se necesita un catalizador, el cual, hasta ahora, ha sido la noticia acerca de las vacunas y los inversionistas empezando a cotizar en un regreso a la normalidad".
Los flujos de inversión cuentan la misma historia. Los fondos de capital de mercados emergentes, que experimentaron salidas casi ininterrumpidas desde marzo hasta septiembre, atrajeron casi u$s 14.000 millones en las últimas dos semanas, según el proveedor de datos EPFR. Esto se reflejó en los datos del IIF relacionados con los flujos transfronterizos, mostrando más de u$s 22.000 millones movilizándose a los mercados bursátiles locales en noviembre. Los inversionistas también regresaron a la deuda de los mercados emergentes, especialmente a los bonos soberanos emitidos en el extranjero en dólares o en otras monedas "fuertes".
La visión alcista de Goldman Sachs está basada en su pronóstico de una sólida recuperación económica mundial durante los próximos 12 meses, lo cual ayudará a los mercados emergentes en particular dado el "rápido potencial de recuperación" que presentan las bajas valoraciones. Goldman Sachs ha seleccionado a México, el cual, según el banco, se beneficiará del fortalecimiento de la economía estadounidense, además de tener espacio para una mayor flexibilización de la política el próximo año para respaldar el crecimiento; y a Brasil, el cual la banca de inversión cree que podría verse impulsado por el aumento de los precios de las materias primas.
Una gran divergencia dentro de los valores de los mercados emergentes dificultó una sugerencia amplia, dijo Robinson, de Aberdeen Standard. Sin embargo, él anticipaba que el sector se beneficiará de un cambio de las acciones de crecimiento altamente valoradas que dominaban el índice NASDAQ estadounidense a las denominadas acciones de valor: acciones infravaloradas que a menudo están en sectores económicamente sensibles como la energía y los servicios financieros.
"Parte del repunte de las acciones de crecimiento fue impulsado por la idea de que el futuro va a llegar más pronto, con todos trasladándose a espacios en línea y trabajando desde la casa", señaló Robinson. "Ahora hay una vacuna, por eso el futuro se ha retrasado un poco".
Charles Robertson, de Renaissance Capital, ha señalado que, conforme una gran cantidad de dinero ahora ingresa a los activos de los mercados emergentes a través de fondos de inversión cotizados (ETF), es probable que los activos de menor calidad sean los que más fluctúen, incluyendo los bonos soberanos de menor calificación, las divisas mercancía infravaloradas y los mercados de valores relativamente poco favorecidos o ilíquidos. Sugirió comprar una canasta de bonos africanos en moneda extranjera, como los de Egipto, Kenia, Ghana, Nigeria y Angola.
Sin embargo, al igual que otros, Robertson indicó que un dólar estadounidense más débil es fundamental para el caso de inversión en los mercados emergentes. Algunos analistas han anticipado que el dólar caerá hasta un 20% el próximo año frente a las monedas de sus principales socios comerciales. Eso proporcionaría un enorme apoyo para los activos de los mercados emergentes.
Un dólar debilitado les ofrece a los inversionistas extranjeros perspectivas de ganancias cambiarias, además de los a menudo generosos dividendos de las acciones y tasas de interés más altas en bonos en moneda local que las disponibles en sus mercados nacionales.
Un dólar más débil también facilita que los deudores del mundo en desarrollo paguen sus préstamos en dólares, aliviando las preocupaciones relacionadas con la sostenibilidad de la deuda, y aumenta las ganancias de los exportadores de materias primas conforme los contratos con precios en dólares se vuelven más valiosos en las monedas locales.
Sin embargo, si el dólar no se debilita como se anticipaba, el caso de inversión corre el riesgo de desmoronarse. "Creo que el dólar será un impulsor fundamental", opinó Robertson. "Pero sí, representa un gran riesgo".
Ésa no es la única preocupación. Algunos observadores de mercados emergentes están preocupados por el aumento de la carga de la deuda general de los países que han gastado para salir de la crisis del coronavirus. Otros están nerviosos por una posible repetición del "taper tantrum" de 2013, cuando la Reserva Federal de EE.UU. anunció una reducción venidera en su programa de compra de bonos y envió los activos de los mercados emergentes en una caída en picada.
"Me preocupa lo que sucederá cuando el mercado comience a pensar en endurecer la política nuevamente y todos los estímulos que pudieran retirarse", dijo Robinson. "Con una reducción de la flexibilización cuantitativa y una futura subida de las tasas de interés, es posible imaginarse algo como 2013".