Lo que Vaca Muerta da, rápido lo quita, si no están garantizadas las condiciones económicas para volver rentable su explotación
FACUNDO LÓPEZ CRESPO
Desde que en 2011 la balanza comercial del sector energético comienza a ser deficitaria, el Ejecutivo postula a Vaca Muerta como la solución al desequilibrio sectorial. La aplicación de un precio estímulo para el gas de este megayacimiento permitió aumentar la extracción del hidrocarburo, de manera tal que el rojo en las cuentas externas del sector logró reducirse significativamente. Sin embargo, sobre finales del 2018, el gobierno de Macri recortó los estímulos y la extracción cayó abruptamente. Lo que Vaca Muerta da, rápido lo quita, si no están garantizadas las condiciones económicas para volver rentable su explotación.
La concesión El Orejano es un ejemplo claro de la relación directa entre estímulos e inversión. Fue la primera de Vaca Muerta en explotar gas a gran escala. Y fue la que sufrió la mayor caída en los últimos años.
YPF y la norteamericana Dow son las empresas que la explotan. Ambas cobraron precio estímulo hasta el 2017, pero YPF dejó de percibirlo a partir de enero de 2018 por decisión del gobierno de Macri. Dow continuó con el beneficio. Aunque la intención del gobierno era mantenérselo, por la inestabilidad macroeconómica, expresada en la fuerte suba del dólar, cambió de planes y la norteamericana también dejó de percibirlo en enero de 2019.
El gobierno entendía que la inestabilidad macroeconómica se originaba en el excesivo gasto público. Por lo que, con el objetivo de alcanzar el déficit fiscal primario cero, que trazó como meta para el 2019, redujo los estímulos gasíferos, que consumían una porción significativa del Presupuesto. La medida no se aplicó a todas las concesiones por igual. Si por un lado se le quitaron los subsidios a El Orejano, no sucedió lo mismo con la concesión Aguada Pichana Este operada por Total ni con la concesión Fortín de Piedra de Tecpetrol. Para estas áreas, el gobierno recortó de otra manera: fijó un techo al volumen de gas subsidiado.
La evolución de la extracción en la concesión se caracterizó por un acelerado crecimiento que conllevó a que en 2017 El Orejano explique la mitad del gas extraído de Vaca Muerta. Esta primera etapa se extendió hasta julio de 2018. Desde entonces, la extracción sufre una estrepitosa caída, que en términos acumulados ronda el 60%. Aunque no es la única concesión que registra números en rojo, es la que muestra el peor desempeño entre todas las concesiones del país.
La evolución del stock de pozos utilizados para extraer gas es sumamente representativa de las inversiones que se llevan adelante en cada concesión.
Cuando YPF dejó de recibir precio estímulo en El Orejano, en enero de 2018, frenó las inversiones. Había entonces 61 pozos productivos. Posteriormente, únicamente en junio del 2019 se incorporaron cuatro pozos, número insignificante para la escala de esta concesión. A partir de ese mes, la desconexión de pozos antes productivos fue muy significativa.
En definitiva, el ejemplo de El Orejano sirve para comprender lo inestable que vuelve a la oferta local de gas la apuesta por Vaca Muerta. Ya que si las empresas frenan las inversiones rápidamente comienza a faltar gas. Por lo cual, el Gobierno, responsable de la política energética, queda atado a garantizar un precio estímulo si busca atender el abastecimiento gasífero con lo producido por el megayacimiento.