TGS y Excelerate continúan con los planes para el proyecto de licuefacción terrestre en Bahía Blanca
ADRIÁN LUCIANI*
La salida de la unidad flotante de licuefacción “Tango” marcó el final de una etapa, de un pésimo negocio para la empresa nacional, según sostiene la actual conducción de la petrolera YPF.
Sin embargo, este episodio no constituye el cierre definitivo de un proceso. De hecho, continúan los planes de Transportadora de Gas del Sur (TGS) y Excelerate destinados a reunir a las empresas productoras de gas en un proyecto de licuefacción terrestre, también en el puerto de Bahía Blanca.
La idea iba a ser anunciada este año y ahora no se sabe si lo será en 2021, pero continúa avanzando.
Pese al derrumbe de los precios registrado en plena pandemia, debe tenerse en cuenta que este tipo de negocios siempre es pensado y decidido con un horizonte de al menos un par de décadas. En tal sentido, las perspectivas mundiales resultan alentadoras, aunque no demasiado, sobre todo por la demanda en constante crecimiento de China, por ejemplo, la cual ya hoy viene impulsando una lenta recuperación de los precios.
Con la pandemia, el millón de BTU tocó pisos de entre u$s 3,5 y u$s 4 y se estima que en los próximos años rondarán entre u$s 6 y u$s 7, para lo cual Argentina deberá trabajar muchísimo si quiere competir con posibilidades de éxito. Para eso se requerirá de reglas específicas, alejadas del mercado interno, y que no puedan ser modificadas en al menos un par de décadas.
Es ese escenario futuro resulta clave la disponibilidad de gas a contra estación, es decir, cuando en el hemisferio Norte recrudece el invierno, y esta es una de las principales razones que mantiene vivo el proyecto bahiense de GNL.
Desde hace tiempo TGS y Excelerate vienen avanzando en las cuestiones técnicas necesarias y hasta ya hay tierras elegidas para volcarlo en hechos: un sector ganado al mar con el refulado de dragados en la zona de Puerto Galván, próximo a la ex refinería de la Esso.
Habrá que ver si el Consorcio del Puerto de Bahía Blanca decide asignarle ese sector o prefiere otro emplazamiento. En ese caso, se trata de un proyecto on-shore escalable con módulos de 4 millones de m3 cada uno de capacidad, con una inversión de hasta u$s 800 millones por cada uno, y que se puede ampliar hasta un total de 16 millones m3.
Muy distinto es el panorama que atraviesa, a corto plazo, el proyecto de YPF.
En este caso, y a diferencia de TGS y Excelerate, la idea apuntaba a una gran planta en Bahía Blanca, la cual requería de al menos un socio con gran espalda, ya que se hablaba de unos u$s 5 mil millones para su construcción. Y hasta se había pensado instalarla en un amplio predio ubicado en el puerto de Ingeniero White, sobre tierras que hasta hace unos meses estuvieron concesionadas al fallido proyecto de la minera Vale para traer potasio desde Malargüe, Mendoza, y exportarlo por el Sur bonaerense.
La idea de la planta de GNL se mantiene, pero ha pasado a segundo o tercer plano y todo apunta a enfocar los esfuerzos a la exportación de gas a Chile. Se esperará que el mercado se normalice para volver a hablar de un negocio que, hoy por hoy, aparece como muy arriesgado.
Hasta resulta más probable un eventual regreso del buque regasificador que Mauricio Macri despidió en 2018, aunque se harán todos los esfuerzos para que esto no suceda. Mientras tanto, la barcaza “Tango”, emblema de un sueño roto de exportación, sigue siendo remolcada desde Bahía Blanca hacia el puerto de Nueva Palmira, en Uruguay. Seguramente se quedará allí por un tiempo, hasta que Exmar la coloque en algún otro país interesado.
*Editor de Argenports.com