Durante los primeros ocho días de septiembre Bolivia superó las entregas de gas a razón de entre 18,8 y 19,6 (MMm3/d).
ERNESTO ESTREMADOIRO FLORES
Dos días antes de que Alberto Fernández felicitara a Luis Arce Catacora por su triunfo electoral, el presidente argentino lanzó un programa para cortar a mediano plazo la dependencia de su país con el gas boliviano. Al final, negocios son negocios, por más que exista simpatía ideológica.
El lanzamiento del Plan Gas 4, de Argentina, presentado el 18 de octubre, prevé incentivar a las petroleras para que puedan invertir $us 5.000 millones en la producción de gas, en un plazo de tres años. De esta forma, se espera sustituir las importaciones por $us 5.629 millones.
Este plan fue lanzado en un momento crítico por la sangría de dólares de las reservas del Banco Central (BCRA). En líneas generales busca torcer el rumbo en materia de energía, que es muy importante para la estabilidad cambiaria y de precios, informaron medios de ese país.
La iniciativa argentina, también coincide en un momento en que las nominaciones de gas natural que hace Bolivia cayeron un tercio, según datos del Ente Regulador del Gas (Enargas) de ese país.
De acuerdo a las cifras de Enargas, durante septiembre la petrolera nacional de Bolivia debía entregar una base de 16 millones de metros cúbicos de gas natural por día (MMm3/d). Durante los primeros ocho días las entregas superaron ese nivel a razón de entre 18,8 y 19,6 (MMm3/d).
Después del 9 de ese mes, el volumen bajó con inyecciones que fueron entre los 12,8 y 15,4 (MMm3/d). En octubre los envíos fueron irregulares, llegando a su punto más bajo, a 7,1 (MMm3/d), esto es un 33% menos que lo fijado en la adenda contractual, que para octubre marca que el nivel base de los despachos debe ser 11(MMm3/d).
El plan argentino establece que el reemplazo estimado de importaciones sería por el equivalente a unos 16,7 MMm3/d, casi el mismo volumen que entrega Bolivia al país vecino.
El exministro de Hidrocarburos, Álvaro Ríos, señaló que el programa argentino busca atraer inversiones en Vaca Muerta, una zona con gran potencial gasífero y petrolero. Sin embargo, ve que a corto plazo el país vecino cortará su dependencia del gas boliviano. “Es un estímulo para que se invierta más en Vaca Muerta y haya mayor producción de gas”, dijo.
Agregó que a este plan le faltan detalles, pero no sustituirá las importaciones y sobre la caída de los volúmenes, dijo que es normal porque pasó el invierno, cuando los requerimientos se elevan un 40%.
Ríos considera que ahora la principal tarea del nuevo Gobierno es renegociar la adenda con Argentina, que fenece en tres meses. Sobre este punto, dijo que ambas partes serán flexibles porque tienen serios problemas económicos. “Será una negociación entre necesitados”, anticipó.
En esa línea, el especialista Hugo Del Granado, sostuvo que el plan argentino fue ajustado varias veces porque el Gobierno de Fernández decidió cambiar las normas que retrasaron la industria gasífera en Argentina.
“Esto puede facilitar un nuevo acuerdo porque la adenda fenece el 31 de marzo”, sostuvo.
Por su parte, el experto Bernardo Prado señaló que el plan argentino a corto plazo no perjudica al país. No obstante, a nivel técnico, Bolivia tendrá problemas para cumplir el acuerdo con Argentina.
Una de las ventajas, según Prado, es que, a nivel político, hay afinidad entre el nuevo Gobierno electo de Bolivia y el de Argentina, pero a largo plazo el país enviará menos gas a ese mercado.