VERÓNICA VALDERRAMA*
El coronavirus nos ha traído al mundo entero una serie de retos y transformaciones inmensas y muy retadoras. Las cosas que antes dábamos por descontadas como el compartir un café con los compañeros de trabajo, las conversaciones informales y espontáneas que surgían del cruzarnos unos con otros prácticamente hoy son solo un recuerdo. Esta pandemia ha cambiado el mundo de formas inimaginables en tan solo pocos meses y, con ello, las industrias como la automotriz, telecomunicaciones, consumo, energía y petróleo, salud, tecnología, logística, minería, entre otras; se han visto obligadas a adaptarse rápidamente a nuevas formas de hacer las cosas, a tomar medidas innovadoras, desafiantes y en algunos casos duras, pero este ha sido el camino para mantener y salvaguardar la visión de futuro de las empresas.
La decisión de seguir adelante y ser sostenibles en el tiempo involucra un plan estratégico y táctico, cuidadoso e integral, que no solo se enfoque en la producción y las ganancias, sino principalmente en la relación de la empresa con cada uno de sus grupos de interés. Hoy más que nunca se hace indispensable estar cerca de nuestra gente, la tecnología nos brinda innumerables posibilidades de conexión que debemos aprovechar para fortalecer los lazos entre los equipos y sobretodo mantener el espíritu arriba, las metas claras y replantear los nuevos objetivos. En el caso de la industria minera, la visión de sostenibilidad tiene un matiz más relevante al considerar la inclusión de un enfoque multiactor: participación de comunidades, intervención del Estado y el aporte de la empresa privada. Mantener hoy a todos los actores conectados es uno de nuestros mayores retos, que con respeto y transparencia unidos a la buena voluntad se puede lograr.
Pero, cómo mantener un proyecto minero sostenible frente a escenarios adversos como los que actualmente vivimos, y a pesar de que los índices de producción y exportación minera, según la Sociedad de Minería, Petróleo y Energía – SNMPE, disminuyeron más del 20%. La respuesta está en el propósito de la empresa. En priorizar el desarrollo y sostenibilidad de la mano de nuestros públicos de interés. Debemos hoy más que nunca enfocarnos en medir el bienestar, darle tranquilidad en salud a la gente, y visibilizar el aporte que hace cada uno desde su posición.
De este modo, el impacto del valor compartido de las iniciativas emprendidas por la empresa, en alianza con sus comunidades, desde un programa de gestión de agua, hasta la formación de una red de emprendimiento empresarial; construye confianza y siembra nuevas perspectivas entorno a la mejora de la calidad de vida para los propios beneficiarios. Generar espacios libres de violencia, con posibilidades para los stakeholders de acceder a conocimiento, educación, salud, libertad de expresión y juntos poder hacer realidad esos sueños de superación y desarrollo.
Asimismo, el cambiante entorno global, invita a fortalecer el gobierno corporativo, a fomentar la diversidad e inclusión y a proteger y capacitar al profesional minero, procurando adecuar nuevos procesos para impulsar sus habilidades y toma de decisiones en contextos críticos, sin perder de vista su estabilidad laboral, seguridad y bienestar familiar.
Finalmente, no podemos dejar de lado la innovación y el cuidado absoluto y respetuoso del medio ambiente. La minería debe alejarse de una visión retrógrada y de conflicto. Hoy, apoyados en procesos de transformación digital, tecnología avanzada y energías limpias, podemos renovar la imagen a la de una industria moderna, alineada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), y fortalecer su posicionamiento como un modelo exitoso para la región y el mundo.
*Vicepresidente de Recursos Humanos de Gold Fields. Miembro de L+1