HERNAN DE GOÑI*
Es la historia del huevo o la gallina. Nadie duda de que hace falta confianza para estabilizar una economía, y de esa manera lograr crecimiento. Pero otros creen que primero deben verse resultados para que exista esa confianza, ya que comprarla solo con promesas puede ser un arma de doble filo.
Al Gobierno le cuesta mostrar una hoja de ruta que sirva para delinear un rumbo económico. Y a las empresas les cuesta tomar decisiones de inversión si no ven de antemano definiciones que comprometer más capital en la Argentina.
Esta dicotomía fue uno de los elementos que quedó sobre la mesa tras las exposiciones de consultores y ejecutivos de las principales compañías del sector energético. Para ex funcionarios como Daniel Montamat, la Argentina tiene que ser más enfática a la hora de definir sus prioridades. Nadie desconoce las restricciones fiscales y las complicaciones adicionales que trajo la pandemia de coronavirus, como por ejemplo la profunda caída en la demanda de petróleo, que arrastró a la baja el precio del barril y puso sobre la pared a toda la industria a nivel global. Pero lo real es que el sector funciona con un flujo de inversión constante, y ni los bancos que financian a las compañías, ni los inversores que las apoyan desde el mercado bursátil, son proclives a asumir riesgos sin ver antes algunas cartas.
Vaca Muerta, el megayacimiento de petróleo y gas no convencional que puso a la Argentina en el mapa mundial de la industria, es el desarrollo que más definiciones exige, porque es también el que más capital requiere.
Las compañías insisten, con razón, en que hace falta definir una política de estado que involucre a la Nación, las provincias productoras, las empresas y los sindicatos del sector. La mesa de acuerdos que funcionó durante la gestión de Mauricio Macri no logró tener la misma envergadura, aunque cabe reconocer que varios de los actores que la integran contribuyeron a mantener la operación en pie durante la pandemia, cediendo todos un poco más para que el futuro de los proyectos sobreviva.
Las definiciones no está ausentes por un capricho. En la escala de prioridades del Ejecutivo, hubo que apagar primero otros incendios, la mayoría ligados a la parálisis económica que vino tras el Covid. Hay margen para recuperar el tiempo perdido, pero no conviene dejarse estar. Vaca Muerta es más gas que petróleo, pero el crudo es más accesible para exportar. Su valor es que puede financiar la transición hasta que se completen las obras de infraestructura para extraer y trasladar el fluido. Esa ventana puede extenderse 15 años, porque las energías renovables están listas para atender la nueva demanda. Los dólares que necesita la Argentina están ahí, pero hay que movilizarlos. Lo urgente hoy no debería tapar lo importante.
*Editor de El Cronista