RAFAEL MATHUS RUIZ
- Fue un ida y vuelta caótico, sucio, picante, generoso en chicanas y ataques personales, y muy escuálido en discusiones sustanciales sobre el futuro de Estados Unidos. El primer choque cara a cara entre el presidente, Donald Trump, y su rival demócrata, Joe Biden, fue por momentos casi imposible de seguir porque Trump, Biden y el moderador, el periodista Chris Wallace, hablaban uno encima del otro, intentando imponer lo que fuera que querían decir. La lectura prevalente al final: fue el peor debate que se recuerde.
Trump llegaba al primer cruce con Biden urgido por dar un golpe de efecto para darle impulso a su campaña, ante la consistente ventaja que el demócrata ha mostrado en las encuestas. Biden tiene una ventaja de 7,1% en el promedio de encuestas nacionales de FiveThirtyEight, y también delante del magnate en los sondeos en varios de los estados críticos en la ruta a la Casa Blanca.
Las dos campañas se sacaron los guantes y calentaron el choque antes de que los candidatos pisaran el escenario. Trump pidió que Biden se sometiera a un antidoping y a una revisión para asegurar que no usaría un audífono para recibir información, y su gobierno develó una supuesta conspiración de la campaña de Hillary Clinton hace cuatros año para "agitar un escándalo" intentando atar a Trump al gobierno de Vladimir Putin. Biden y su candidata a vicepresidente, Kamala Harris, difundieron sus declaraciones juradas luego de que el periódico The New York Times develara que Trump sólo pagó U$S 750 en impuesto a las ganancias en 2016 y 2017, y que ha perdido ciento de millones de dólares en sus negocios. Fue un prólogo de lo que se vio.
El presidente Trump marcó el ida y vuelta de la conversación con sus constante interrupciones, y logró sacar de su eje tanto a Biden, quien forcejeó para intentar lograr imponer su mensaje, y al moderador, Wallace, uno de los mejore entrevistadores del país que tuvo enormes dificultades para lograr que los dos candidatos -en particular, Trump- cumplieran con las reglas del debate. Trump, quien hizo varias declaraciones falsas, esquivó preguntas de Wallace y ataques de Biden, a quien interrumpió infinidad de veces. Trump apeló incluso a un golpe bajo: cuando Biden habló del servicio militar de su hijo fallecido, Beau Biden, el magnate retrucó: "¿Estás hablando de Hunter?". Biden entró y le dijo que hablaba de Beau. "No conozco sobre Beau. Hunter fue echado del ejército de una manera deshonrosa por consumo de cocaína", dijo Trump. "Eso no es cierto", respondió Biden.
Cada vez que habló, Trump miró a Biden y a Wallace. Biden, por el contrario, miró en varias oportunidades directo a la cámara, e intentó hablar de problemas concretos de la gente, como la pérdida de empleo, las más de 200.000 muertes por la pandemia del coronavirus, o el riesgo que enfrentan muchas personas de quedar despojadas de su seguro de salud. Pero más allá de esa estrategia, Biden pareció descolocado y frustrado y por momentos muy ofuscado con la actitud de Trump. "¿Te podés callar, hombre?", llegó a decirle, después de la enésima interrupción cuando hablaban sobre la Corte Suprema. "Seguí ladrando", le espetó en otro tramo. En otro momento del debate, cuando Wallace le dio la oportunidad de tener "la última palabra", le dijo: "Es difícil tener una palabra con este payaso". Con todo, Biden llegó con expectativas muy bajas y salió airoso, y las encuestas lo dieron como ganador.
El debate ofrecía la primera y más clara oportunidad para que Biden y Trump mostraran las diferencias en sus visiones para el futuro del país. Pero lejos de ofrecer un intercambio sustancial de ideas, el debate cayó rápido en una dinámica de golpe contra golpe -muchos personales-, interrupciones, y declaraciones una encima de otra. Ni Biden ni Trump ofrecieron muchos detalles sobre sus planes más importantes, y dedicaron la mayor parte del tiempo del que dispusieron a atacar al otro o a defenderse de los ataques del rival. Wallace tuvo enormes dificultades para guiar la conversación, y lograr que los dos candidatos respetaran las reglas de la discusión. El resultado fue un cúmulo de cruces que, según las reacciones en las redes sociales y analistas, frustró al público.
El caos de la discusión pareció beneficiar más a Trump que a Biden. Como casi todo lo que hace Trump, su desempeño enfureció a sus detractores, y encendió a sus seguidores. Fiel a su estilo, el presidente se defendió sin ceder un centímetro, esquivando definiciones o preguntas incómodas -se negó a condenar al supremacismo blanco, y desvió la conversación hacia Antifa, uno de sus blancos predilectos- y aferrándose a algunas de sus frases centrales de campaña. "La gente demanda ley y orden", dijo. Biden lo criticó, y se aferró al centro sin ceder tampoco cuando Wallace o Trump intentaron atarlo a políticas que promueve la izquierda de los demócratas, como el Green New Deal, el plan para combatir el cambio climático. Pero pareció tener más dificultades para imponer su tono que Trump. Ninguno tuvo uno de esos momentos para el olvido que pueden dañar a una campaña.
El caos, los ataques personales, la ausencia de grandes errores y la falta de definiciones sólidas seguramente implicará que el debate tenga un efecto casi imperceptible sobre la dinámica de la campaña presidencial. Para los críticos de Trump, el presidente desperdició una oportunidad para intentar ampliar su coalición y convencer a más votantes que lo respalden -sobre todo por sus mentiras, sus ataques y sus definiciones más polémicas-, y por eso se retiró perdedor. Biden tampoco pareció asestar un golpe decisivo para ampliar la ventaja que le dan las encuestas, que para los trumpistas no reflejan la realidad en el país. Pero en la última etapa de la campaña, Trump y Biden parecen decididos a apelar a sus bases más que a intentar conquistar a la bajísima proporción de indecisos. Ahí parece apuntar la energía de ambas campañas en los próximos días. Un punto para la grieta.
Tras el debate en EE.UU. Uno de los mayores riesgos que citan los analistas en este extraño otoño es el de bloqueo político en Estados Unidos: que el resultado dependa de recuentos o votos por correo o que Donald Trump, sencillamente, no acepte su eventual derrota. El debate electoral entre Joe Biden y el actual presidente exacerbó estos temores del mercado: mientras el demócrata adelantó que aceptaría el resultado, Trump repitió sus infundadas acusaciones de fraude masivo en el voto por correo.
Así, los futuros del S&P cotizaban con cómodas alzas, del orden del 0,7%, antes del encuentro entre los presidenciables, pero se desplomaron el 1,5% en apenas dos horas. Sin embargo, en Europa el debate no ha tenido este efecto, al menos no ha sido muy duradero ya que las Bolsas del Viejo Continente abrieron con caídas importantes pero luego fueron moderando estos recortes. En el caso del Ibex, abrió con un descenso del 0,7%, llegó a estar en positivo, y después volvió a las caídas pero más moderadas que en la apertura, concretamente, del 0,2%.
En cuanto a los valores, Arcelor encabeza las pérdidas, con un descenso del 2,5%. Con caídas del 1,5% se colocan Inditex, Amadeus y Cellnex. Entre los mejores destaca Siemens Gamesa, que gana un 2,7%. Le siguen Bankinter, Colonial, Mapfre y CIE, con alzas del 1%.
Los operadores que esperan más volatilidad y más riesgos derivados de las elecciones se han visto respaldados por el agrio debate, por mulas que fueran las expectativas de moderación de Donald Trump. El tono tampoco invita a pensar en un fácil acuerdo para un nuevo plan de estímulos.
La confrontación política en Estados Unidos ha pasado por encima de los buenos datos económicos de China. La segunda economía del mundo ha presentado una aceleración de la actividad industrial, según el índice PMI, que ha cerrado el mes en 51,5 puntos.
Más allá de China, los inversores siguen preocupados por la segunda ola del coronavirus. Prueba es el precio del petróleo, termómetro de las perspectivas de normalidad en el mundo desarrollado. Está en los niveles más bajos en dos semanas, apenas por encima de los 50 dólares.
La salida de dinero de los activos de riesgo jugó en contra del euro, que pasó de 1,1755 a los 1,1732 dólares por cada euro al acabar el debate de Trump y Biden. El yen, en su carácter de valor refugio, sube un 0,2%.
En el mercado de deuda, los bonos españoles a 10 años cotizan planos en los niveles más bajos desde que empezó la pandemia (un 0,22%) mientras los de EE UU, pese al descenso de la Bolsa, tampoco se mueven, publicó Cinco Días.
Horas previas al debate, Wall Street cerró a la baja, cortando una racha positiva de tres sesiones seguidas, ante una toma de ganancias horas antes del primer debate presidencial.
El Promedio Industrial Dow Jones cedió 131,4 puntos, o un 0,48%, a 27.452,66 unidades; el S&P 500 bajó 16,13 puntos, o un 0,48%, a 3.335,47 unidades; y el Nasdaq Composite restó 32,28 puntos, o un 0,29%, a 11.085,25 unidades.
De los 11 principales sectores del S&P 500, sólo servicios de comunicación subió. Energía y financieras sufrieron los mayores descensos porcentuales.
Los tres principales índices perdieron terreno. En un cambio respecto de la jornada previa, los líderes del mercado Apple Inc, Microsoft Corp y Amazon.com fueron los que más presión ejercieron sobre el S&P 500 y el Nasdaq.
"El debate presidencial de esta noche tiene el potencial de mover los mercados y los inversores no están dispuestos a tomar posiciones importantes antes de eso", dijo Dave Carter, jefe de inversiones de Lenox Wealth Advisors en Nueva York. "En este momento, los mercados están conducidos por los eventos en Washington, sea el estímulo fiscal o la elección presidencial".
El presidente Donald Trump y el aspirante demócrata Joe Biden se enfrentarán el martes a la noche en su primer debate televisado de 90 minutos en Cleveland, a falta de cinco semanas para la elección. Los sondeos muestran que Biden aventaja a Trump a nivel nacional y en varios estados clave.
En los últimos días de septiembre y del tercer trimestre, los tres principales índices se encaminan a su primer declive mensual desde la liquidación provocada por el coronavirus en marzo. Pese a la esperada caída del mes, el S&P 500 y el Nasdaq siguen en camino a apuntarse sus dos mejores trimestres consecutivos desde 2009 y del 2000, respectivamente.
Las acciones tuvieron un respaldo más temprano de los datos del Conference Board, que mostraron que la confianza de los consumidores superó las expectativas este mes con su mayor repunte en 17 años, publicó Ámbito