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ANALISIS
Daniel Montamat: No perder el tren, ni el gas, ni el litio
MINING PRESS/ENERNEWS/Clarín
27/09/2020

DANIEL MONTAMAT

Daniel Montamat

El desarrollo de la pandemia viene modelando nuevos hábitos de trabajo y desplazamiento que van a afectar la tecnología, los modos de producción y las preferencias de consumo. Hay dos tendencias energéticas que el mundo de la pospandemia va a profundizar.

Por un lado, la transición gasífera, la sustitución intrafósil del carbón mineral por el gas y el divorcio de los precios del gas natural de los precios del petróleo, con mayores transacciones spot a partir del aumento del comercio de gas por barco (GNL) y la convergencia de precios regionales a referencias internacionales para el mercado de gas natural.

Por el otro lado, la electrificación de la matriz de consumo final de energía sobre todo por el crecimiento del parque vehicular eléctrico.

Son dos tendencias cuya esperanza de vida a su vez está condicionada por avances tecnológicos que pueden ser disruptivos. La transición gasífera puede verse afectada si las energías renovables, con costos de inversión en baja, pueden superar el hándicap que ocasiona su intermitencia.

El almacenamiento de electrones a escala y a costos competitivos constituirá un avance significativo para sumar a sus innegables ventajas ambientales, confiabilidad en un suministro autónomo de otras fuentes.

La electrificación automotriz hoy predominante depende de aprovisionamiento externo de electrones que cargan una batería de litio. La contaminación ambiental localizada desaparece (monóxido de carbono, material particulado, azufre), pero si los electrones que cargan la batería provienen de generación contaminante (una usina eléctrica que genera a carbón) la ventaja de la electrificación automotriz desde la perspectiva de los gases de efecto invernadero se relativiza. Distinto es el caso si la fuente generadora de electricidad es renovable.

Pero la fuente externa de provisión eléctrica (todavía afectada por la incomodidad de la demora en la carga) empieza a ser desafiada por las celdas combustibles a hidrógeno que aseguran generación de electrones en la misma unidad vehicular.

La producción de hidrógeno a escala a costos competitivos todavía es un desafío comercial. El suministro de hidrógeno compromete una logística similar a la del gas natural, y, si se lo obtiene del agua a partir de fuentes renovables (electrólisis), se viste de verde (hidrógeno verde).

Puede que en el futuro los vehículos eléctricos con baterías de litio deban competir con vehículos eléctricos portadores de celdas combustibles que almacenan hidrógeno. En ese escenario las baterías de litio para autos pueden devenir obsoletas.

El parque mundial de autos eléctricos hoy cuenta con 5 millones de unidades, pero se especula que en la nueva normalidad pospandémica crezca a 120 millones de unidades en el 2030, y que en el 2040 la mitad del parque vehicular mundial sea eléctrico.

La transición gasífera que desplaza carbón en la generación eléctrica, también empieza a penetrar el dominio de los combustibles fósiles en los vehículos livianos, y el transporte pesado. (GNC, GNL). Lo favorecen sus costos, la tecnología de ciclos combinados y la menor contaminación localizada y global respecto al carbón y al petróleo.

El gas natural va camino a desplazar al carbón como segunda fuente de energía primaria a fines de la década y continuará en ascenso a menos que el almacenamiento de electrones ponga en jaque su avance.

La Argentina ya es el cuarto productor mundial de litio y ostenta el segundo lugar en el ranking mundial de recursos no convencionales de gas natural. Para enancarnos en las tendencias energéticas mundiales de la pospandemia necesitamos ingentes inversiones. Hoy, el clima de negocios en la Argentina espanta a los inversores.

Los que están frenan proyectos en marcha como la minera francesa Ermet que ha anunciado que postergará al menos un año una inversión de 450 millones de dólares en litio en Salta.

En la industria petrolera, con la presencia de las principales empresas internacionales, se han paralizado las fracturas para el desarrollo del gas no convencional en Vaca Muerta. Y no por falta de atractivo geológico. Según datos de Carta Energética la oferta de gas natural viene en caída libre.

Se redujo 17.6 millones de m3/d en Julio respecto al año anterior (un 12.2% de caída) y en agosto el cuadro empeoró. Se consolida una tendencia de aceleración de la caída de los cuatro principales productores del país que representan el 75% de la producción total.

No estamos desarrollando gas ni siquiera para la demanda local, cuando deberíamos estar buscando oportunidades de nuevos negocios para el gas argentino en el país, en la región y en el mundo.

La inestabilidad macro, las trabas cambiarias y las indefiniciones micro (rumbo, precios, reglas) nos están privando de añadir entre cuatro y cinco puntos a la tasa de inversión bruta que este año se ha derrumbado a niveles sin precedentes (12% del producto).


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*La información y las opiniones aquí publicados no reflejan necesariamente la línea editorial de Mining Press y EnerNews

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