FLORENCIA DONOVAN
Una vez más, el dólar está marcando el pulso del debate económico. El goteo constante de reservas puso contra las cuerdas a los economistas del Gobierno, que volcaron sobre la mesa las medidas posibles: desdoblamiento cambiario, profundización del cepo, más devaluación. A esta altura, no hay innovación posible, ya se han ensayado todas las medidas en algún momento de la historia reciente. Y todas siempre han sido más o menos traumáticas.
Como todo cuerpo colegiado, en el gabinete económico existen grandes diferencias con respecto a cuál es el mal menor en este momento. Sin embargo, se habrían logrado consensos de corto plazo. En principio, lo último que el Gobierno estaría dispuesto a validar es una devaluación. Más en un momento en el que ha regulado casi todos los precios de la economía en pos de contener la escalada inflacionaria.
Tras un arduo debate, también habría optado por dejar de lado -al menos, por ahora- la idea de un desdoblamiento cambiario, una de las que más adhesiones venían suscitando hasta el final de la semana pasada. "Lo del desdoblamiento perdió casi toda la fuerza", admitía en las últimas horas una fuente que participa de la mesa chica. La medida llegó a ser evaluada en profundidad. Incluso en Economía estudiaron de cerca el caso de Ucrania, uno de los pocos países que tienen programa con el FMI y en los cuales el staff del organismo convalidó temporariamente un esquema de tipos de cambio múltiples, algo que suele estar contraindicado en todos sus manuales. En el Gobierno saben que tarde o temprano toda definición tendrá que pasar por el filtro del Fondo.
En el corto plazo, tal como deslizó el viernes el ministro de Economía, Martín Guzmán, el Gobierno estaría decidido a sostener el cupo mensual solidario de US$200 y apuntará a bajar la brecha entre los distintos tipos de cambio para contener las expectativas de los grandes inversores. "Hoy, con el canje de deuda resuelto, tenemos condiciones y poder de fuego distintos para intervenir y ejecutar esa brecha. Vamos a ejecutar por ahora para mantener esa estabilidad, y en el horizonte, para que desaparezca", dijo.
El mercado ya interpretó que el Banco Central no dudará en usar en las próximas ruedas los bonos que recibió por el canje de deuda para contener la brecha entre el dólar oficial y el "dólar Bolsa". Son unos US$6000 millones, a valores de mercado, que tiene la autoridad monetaria en cartera. A lo que se suma el poder de fuego de la Anses, estimado en una cifra similar.
Está claro que la medida es de corto plazo. Parece difícil pensar que, aun con la millonada de bonos en poder del BCRA o de la Anses, el Gobierno pueda torcerle el brazo al mercado. No lo viene logrando desde 2018, cuando comenzó el tembladeral cambiario durante la gestión Macri y había mayor cantidad de dólares en las arcas públicas. Pero en Economía esperan que se alineen los astros: que a un mejor clima internacional, con un dólar débil que favorezca la cotización de las commodities, se le sumen mejores expectativas por el canje de deuda, el avance de un acuerdo con el FMI, un repunte de Brasil y, poco a poco, una mejora de la actividad económica. Aunque el recrudecimiento de la pandemia pone en duda también la velocidad del rebote del mercado interno.
Para el Gobierno, sin embargo, la mirada es de corto plazo. "¿Cómo piensan que se puede armar un plan en plena pandemia? No se sabe qué va a pasar mañana", insisten cerca de Guzmán. Siempre se puede recalcular.
Tal vez solo el acuerdo con el FMI obligue a la Argentina a fijarse metas de mediano plazo. Pero eso, afirman en el Gobierno, recién sucederá para marzo o abril del año que viene. Entre tanto, ya se iniciaron las conversaciones: el FMI podría comenzar con una primera misión a la Argentina este mes, pero lo haría de manera virtual. Recién en octubre, si se dan las condiciones epidemiológicas en la Argentina, el Fondo enviaría una misión en forma presencial.
También con el FMI el Gobierno se muestra confiado. Por un lado, esgrimen, nunca antes en la historia del organismo la directora gerente estuvo a cargo del caso argentino, como sucede ahora con la búlgara Kristalina Georgieva. Durante la gestión de Christine Lagarde era su número dos, David Lipton, quien llevaba las riendas de las negociaciones a nivel político. Por el otro, aseguran, no es lo mismo negociar con el FMI nuevo financiamiento, como sucedió en el pasado, que negociar fondos para poder saldar la deuda con el propio organismo.
Los funcionarios argentinos creen que en el directorio del Fondo -en definitiva, quien tiene la última palabra para cualquier acuerdo- la situación del país es mejor que en el pasado. Sillas históricamente duras, como la que ocupan los países nórdicos o incluso la que encabeza Alemania, están calificadas en el cuadernillo oficial como "más comprensivas". Mientras que la representante del Reino Unido -Shona Riach- es considerada una "técnica muy profesional", y hasta existe cierta expectativa por el pragmatismo que podría aplicar el representante recientemente designado para ocupar la silla de Estados Unidos, Mark Rosen, que viene de años de liderar el negocio de banca de inversión de Bank of America y tiene amplia experiencia en el mercado latinoamericano.
Habrá que ver si la versión optimista del Gobierno no se empaña por cuestiones comerciales que empiezan a colarse en la agenda bilateral de la Argentina con el mundo desarrollado. Empresas españolas se cercioraron de que el flamante embajador argentino en España, Ricardo Alfonsín, estuviera al tanto de los problemas que están teniendo en el país. Lo hicieron en un Zoom organizado por la Cámara de Comercio española, y luego algunas, como Telefónica, que fue directamente afectada por el decreto que congeló los precios de la telefonía e internet, pidieron reunirse con él en forma individual. La concesionaria de Autopista del Sol y Autopistas del Oeste, Abertis, y la empresa de gas Naturgy, por su parte, le manifestaron su preocupación por el congelamiento tarifario, pero además por quedar a su juicio injustamente envueltas en la embestida judicial que alcanza a la gestión macrista.
Las empresas norteamericanas, mientras tanto, debaten volver a reclamar formalmente al Gobierno vía la AmCham -la cámara que las nuclea- por la imposición de precios máximos. En las góndolas de los supermercados, la política de precios ya empieza a impactar en los niveles de abastecimiento. En las grandes cadenas admiten que los proveedores medianos y chicos están demorándose más de la cuenta con las entregas. Las góndolas, que usualmente suelen tener un abastecimiento de entre el 92 y el 95%, hoy están en promedio en el 74%.
En la relación con Estados Unidos hay una cuestión que pesa aún más fuerte y es el creciente acercamiento con China. Cristina Kirchner eligió a su excanciller Jorge Taiana y a José Luis Gioja para que dialoguen con representantes del Partido Comunista de ese país. El mensaje fue claro: la Argentina busca que China financie las obras en la hidrovía, las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic en Santa Cruz, la cuarta central nuclear, en Campana; el Paso Agua Negra, en San Juan, y el Corredor Bioceánico.
A cambio, China pediría que la Argentina se sume al grupo de países de la Nueva Ruta de la Seda, un ambicioso plan comercial y de infraestructura del país asiático. En el Senado, donde la vicepresidenta opera como dueña de casa, se aprobó por unanimidad la semana pasada el ingreso de la Argentina al Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (BAII). Hace unas semanas, el Gobierno ya había logrado que China renueve su préstamo al BCRA por US$18.000 millones
En noviembre es la Expo Shanghai y la Argentina será el invitado de honor. Aún no se sabe si asistirá el presidente Alberto Fernández, pero la Cancillería ya arrancó con la convocatoria a empresarios para garantizarse una nutrida delegación. Aquí también el Covid-19 y la obligación de hacer una cuarentena obligatoria en China estarían desalentando a más de uno.