FERNANDO CASTRO
YPF dependerá de dos variables centrales en los próximos años para desarrollar sus áreas en Vaca Muerta. Quedó demostrado sobre todo en los últimos 12 meses. Por un lado, el rol determinante del dólar y la situación macroeconómica del país. Con cada centavo que se mueve el precio del dólar sin que eso se pase a surtidores, la principal petrolera argentina pierde.
¿Pero qué es lo que pierde? En primer lugar, y con mucha claridad, una determinada posición económica. Su caja.
Correr de atrás el precio de las naftas, el tan mentado atraso entre la paridad de exportación y el valor de los combustibles en Argentina, implica relegarla a menos ingresos. Al segundo después, lo que pierde es dinero para incentivar la producción de crudo y de gas en áreas de todo el país, pero principalmente de Vaca Muerta, ahora que hay un consenso bastante amplio de que allí podrían estar los dólares para el despegue económico luego del actual ciclo de debacle mundial. Eso que también se pierde de perspectiva y no es tan fácil de ver desde afuera de la industria petrolera: cómo el ciclo de los combustibles y el crudo está íntimamente ligado al ingreso y salida de divisas.
En un caso extremo, si el país no incrementara el valor de los combustibles, no tendría con qué abastecer el mercado interno de crudo, y si los conductores quisieran seguir usando sus vehículos, habría que importar más crudo con dólares que cada día abundan menos. Eso haría disparar aún más la brecha cambiaria. Así la inflación también crecería pero sin subas de naftas.
El debate de los combustibles suele quedarse en el compartimiento de lo que es y no es políticamente correcto.
Hay una expectativa de precios que termina en la más dura realidad de los bolsillos de millones de argentinos cada vez que se habla de un aumento de las naftas.
El combustible sube un peso y de forma casi inmediata buena parte de los productos de la canasta básica se dispara en una proporción mayor.
Esta situación es el principal freno de sucesivos gobiernos a la hora de medir el impacto de un incremento de los combustibles. YPF depende de ese círculo en el que toma miles de millones de pesos de los surtidores y los transfiere a costear los kilométricos pozos de, pongamos, Loma Campana, o de sus áreas en el sur del país o en Cuyo.
La presión constante a la que se somete a la petrolera es la de asimilar costos en dólares con los pesos estancados que recolectan los miles de expendedores a lo largo y ancho del país. Por eso toda la industria, pero en particular la petrolera controlada por el Estado nacional, sigue de forma central la evolución del dólar.
La otra variable central pasará por optimizar costos de producción en los yacimientos. YPF viene mejorándolos año tras año y lo hizo en un contexto desfavorable. Así y todo, pudo ser competitiva a nivel mundial. Pero hoy necesita serlo más aún.
En ese escenario se juega una carta de peso en los próximos meses. A saber: ¿tendrá condiciones para desarrollar ese enorme potencial para el país? Parece ser de lo poco no cruzado por la “grieta”: en el 2014, Miguel Galuccio visitó Vaca Muerta junto con Daniel Scioli y Jorge Sapag; hace poco más de un año, Mauricio Macri salía por cadena nacional desde Loma Campana; y Alberto Fernández cree en Vaca Muerta como la carta para el despegue “después del acuerdo con los acreedores”. Hubo y hay cierto consenso sobre lo central que puede ser el desarrollo del shale para el país, que depende como pocas veces ahora de cómo se empieza a resolver el escenario económico.