TOMÁS PABLO ROA
Empresas chilenas poco a poco comienzan a unirse al repunte que está detectándose en compañías localizadas en los distintos continentes a través de pequeñas mejoras en la compraventa de sus productos.
Son avances aún modestos con precios ajustados en períodos de una cuarentena estricta, inducen a pensar que en el segundo semestre de 2020 los intercambios de firmas de Chile con el resto del planeta podrían ir ampliándose de un modo más fluido.
Aquí van algunos ejemplos. En el sector vitivinícola hayamos un crecimiento de un 3,7% en el número de cajas vendidas en junio -hablamos de 4,4 millones-, en relación a igual mes de 2019. El retroceso lo observamos en el importe promedio de cada una -26,2 dólares-, un 11,9% menor atendiendo a las circunstancias que se viven, totalizaron 115,1 millones cayendo un 8,6%. Los aumentos en los despachos se dieron en Reino Unido (51,7%), Japón (41,7%), Brasil (30,7%) e Irlanda (169%).
En términos interanuales (doce meses), lo exportado ha supuesto 52,3 millones de cajas, muy próximo a los 1.500 millones de dólares, porcentualmente significó un - 4,8% cajas y un -7,9% en valor, cotejado con la misma fase móvil pasada.
Veamos el cobre. Según la Comisión Chilena del Cobre (Cochilco), en los primeros seis meses de 2020 la producción de cobre se encaramó hasta los 2,832 millones de toneladas, un 1,03% más que en la misma etapa del año anterior.
Lo interesante es la coincidencia con la subida de valor del commodity en los mercados internacionales, entraríamos en un escenario de incrementos de ventas y beneficios en el entorno empresarial y aumento en los impuestos a ingresar al área pública.
Hubo alzas en la producción de las grandes mineras: Codelco (3,5%), Escondida (5,15), Collahuasi (26,8%), Pelambres (1,3%), Candelaria (11,5%) y El Abra (1,6%).
Los aumentos en las cajas de vinos y las toneladas de cobre se han dado a pesar de los obstáculos y dificultades que han debido superarse a causa de la pandemia en los entornos de las viníferas y faenas mineras, aduanas y embarques.
Hasta aquí no hemos mencionado a China, primer socio comercial de los productores chilenos, compraron el 35,8% de lo exportado al mundo desde Chile entre enero-julio, un 6,5% más comparado con mismas fechas de 2019.
Así, según el Servicio Nacional de Aduanas las expediciones a puertos chinos subieron hasta los 2.269 millones de dólares lo que es un 25,3% más que en julio del año pretérito. En estos siete primeros meses han consumido por 14.175 millones un 10,1% por encima de similar lapso del ejercicio que precedió a este.
Conforme a los datos de Aduana el comercio exterior excedió los 70 mil millones de dólares. China aumentó su ventaja como primer socio comercial de Chile, representa un 31,6% de lo expedido, seguido de Estados Unidos con un 16,6%. Hace justo un año, China sumaba el 26,2% y EE.UU. el 17,5%.
A nivel global, el Monitor Mundial de Comercio del Departamento de Análisis Económico de los Países Bajos, en el balance mes contra mes, muestra señales de paulatino ascenso en la Zona Euro, ya en proceso de reapertura.
Sigamos con otra fotografía. La economía chilena en junio no obstante ha caído, pero el derrumbe fue inferior a lo esperado por el mercado. Las proyecciones de los expertos oscilaban entre un -15% y un -25%, influenciados por estar ante el momento cumbre de los contagios virales unido al confinamiento de unos 9,5 millones de chilenos hacían presagiar peores cifras.
Finalmente, el derribo supuso un -12,4%. Influyeron, de un lado, las exportaciones, particularmente las dirigidas a las naciones asiáticas, de modo singular China, cuyas operaciones en junio subieron un 49% en relación a mayo. Japón también tuvo un buen comportamiento. Del otro, el Índice Mensual de Actividad Económica de la Minería, creció un 2,2% en el sexto mes.
Esta información anticipada por el Banco Central sitúa el repliegue del segundo trimestre en -14%, considerado como el espacio de tiempo en el que tuvieron lugar la mayoría de limitaciones impuestas por la autoridad de la salud dirigidas a detener la propagación del Covid-19.
Formalmente, la economía chilena no ha caído en recesión. En el primer trimestre prosperó un 0,4%, donde hubo una mezcla entre las derivaciones del estallido de violencia y las primeras medidas sanitarias y aislamientos voluntarios promovidos por la ciudadanía buscando impedir el acercamiento de la epidemia. Ahora todo apunta que a contar de julio se habría entrado en un ciclo de recuperación, las proyecciones son que el año cerraría con una regresión de entre -5,5% a -7,5%.
Por último, el IPC de julio (0,1%) indica una retención de las presiones inflacionarias. Se está ante una tendencia descendente, la variación anual es un 2,5%. La subyacente, excluido alimentos y energía, disminuyó hasta un 1,8%.
Visto desde fuera, Chile es un destino confiable al que el empresariado extranjero quiere ir, son múltiples y variados los proyectos que los convocan. Ojalá que los responsables de todas las tendencias vean en esto más empleos, mejor educación, bienestar social y desarrollo.
Diario Financiero
Tras los casi 10 meses que suman la crisis social que estalló en octubre pasado y luego la actual pandemia, las expectativas empresariales han profundizado la baja en sus estimaciones para este año, especialmente en aspectos como las decisiones de inversión y ajustes de personal.
Asimismo, las compañías reconocen un importante impacto producto del covid-19, y entre ellas existe una alta incertidumbre respecto de la evolución de la situación social y política del país.
Así lo constata la medición realizada por EY -junto a Diario Financiero- en julio a un conjunto de 321 ejecutivos de un amplio espectro de empresas, de todos los tamaños y sectores, con énfasis en rubros como el comercio, construcción e inmobiliarias y minería.
El estudio arrojó que un 61,7% de los encuestados espera una disminución en el presupuesto de inversión, cifra que implica una fuerte alza comparada con 19,9% registrado hace un año, y que va en línea con la opinión manifestada en diciembre pasado (52,2% ) que ya mostró el cambio en la tendencia previa.
En este ámbito, un 81,3% espera ahora que su presupuesto de inversión será inferior a US$50 millones, y sólo un 5,6% proyecta que sea superior a los US$200 millones.
A esta tendencia se suman las menores expectativas asociadas a la evolución de las ventas y las utilidades registradas en la medición efectuada el mes pasado. En cuanto a los ingresos, un 65,7% cree que éstos disminuirán al cierre de este año, lo cual se compara al 22,6% de un año atrás y 41,7% tras el estallido social.
Por su parte, un 76,9% ve que sus utilidades retrocederán en 2020.
Las estimaciones de los ejecutivos están directamente vinculadas a su percepción de retroceso en el crecimiento económico, ya que casi la totalidad de los encuestados (96,6%) considera que el PIB del país crecerá bajo un 1% en este ejercicio.
Además, un 54% de los encuestados considera que el ambiente de inversión en el país es negativo, seguido por un 30,5% que cree que el ambiente es muy negativo. Y si bien el impacto del covid-19 en esta apreciación es alta (48,0%), también la posibilidad de un eventual nuevo estallido social tiene una alta incidencia, ya que un 68,2% lo considera muy negativo para las iniciativas empesariales.
En materia de recursos humanos, un 53,3% considera que su dotación continuará disminuyendo y solo un 10% cree que se mantendrá. De esta manera, en julio pasado aumentó la percepción observada en diciembre tras la crisis social, cuando un 48% estimaba que reduciría sus plantas.
Una de las materias que se incluyó en el último análisis a propósito de las reducciones de personal que han tenido que hacer las empresas, fue la utilidad que ha tenido la Ley de Protección al Empleo.
Si bien en la mayoría de los encuestados no aplicó esta normativa, un 19% de quienes sí la utilizaron señaló que, pese a que fue útil, de todas maneras tendrán que hacer desvinculaciones.
En la otra esquina, un 1% indicó que no le fue útil y le trajo problemas con sus trabajadores. Dentro de las medidas para reactivar la economía -y con ello la creación de empleos-, las menciones a los proyectos de infraestructura se ubicaron en el primer lugar, seguidos por acuerdos público-privados para apoyar el empleo y créditos blandos para las empresas. Menos apoyo entre los encuestados tuvieron propuestas como subsidios a ciertas actividades
económicas o regionales y planes masivos de capacitación.
En cuanto a los principales efectos que ha tenido la crisis sanitaria en las empresas, están la necesidad de cambiar sus focos estratégicos, así como a hacer frente al impacto económico de la caída en la actividad. Mientras que la mayoría dice que necesitará refinanciamiento, un 55% prevé que se dificultará -empeorará o disminuirá- el acceso y condiciones de crédito y financiamiento. También casi un 80% declaró que está sufriendo problemas de disponibilidad de caja.
En cuanto a las repercusiones de la pandemia en el funcionamiento de las empresas, los destacaron los retrocesos en la productividad (59,2%) y en las condiciones laborales (40,8%). Por otra parte, anticiparon incrementos en la automatización (81,1%), la ciberseguridad (79,8%) y la transformación digital (96%).
Un 79% está de acuerdo, o muy de acuerdo, con que ha existido un cambio en el modelo de negocios y un 83% ve que se está dando mayor prioridad a la innovación. Además, cerca de un tercio ve cambios en la base de clientes y su perfil.
Otros temas que comentaron los encuestados dicen relación con el aumento del teletrabajo de manera permanente, el cambio en los modelos de negocio, el impacto sicológico del contexto actual, el aumento de la desconfianza en las instituciones y el empeoramiento en la calidad de vida.