La interesante mirada del director de Gaceta Mercantil
Julio Villalonga*
No hay lugar para euforias. Los desafíos, tanto internos como externos, son de una dimensión inusitada. Sin embargo, el acuerdo logrado por el ministro de Economía, Martín Guzmán, con la mayoría de los tenedores de bonos con legislación extranjera, esta semana, era un paso indispensable para poder empezar a pensar en los próximos obstáculos, que son variados.
El primero de ellos, en la cabeza de Guzmán, sería alinear a la totalidad -o lo más cercano a eso- de los bonistas con el acuerdo alcanzado con los que representaban a la mayoría, los ahora famosos BlackRock, Templeton y "ainda mais".
En un país que vive entre los extremos desde hace décadas, los que pedían la cabeza del jefe del Palacio de Haciendo hace muy poco porque creían que naufragaba la negociación, se llamarán a silencio por un tiempo pero volverán apenas vean un resquicio para hacerlo. Siempre así sido así: aquí, la derrota de un funcionario clave se asocia a la del país; y son muchos y con poder los que viven de la carroña.
En el reportaje que le dio a C5N esta semana, el presidente Alberto Fernández disparó mensajes hacia varios destinatarios, adentro y afuera de su gobierno, adentro y afuera del país. Usó ese espacio con criterio y sin exitismo. Tiene en claro, es evidente, que, como dijo un dirigente del oficialismo con muchas batallas similares en las últimas décadas, el país "logró subirse a la lona", nada más. Ni nada menos.
Ahora comienza el partido, un partido en el que mientras consigue que todos o casi todos los acreedores adhieran al nuevo canje, Guzmán encarará una segunda negociación, se presume que más amable y más rápida, con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Allí lo espera la búlgara Kristalina Georgieva, una católica practicante de fluida relación con el papa Francisco que ha dado señales inequívocas de que no piensa soltarle la mano a la Argentina. Claro, antes el país debía conseguir el acuerdo que Guzmán cerró en los últimos días. Allí no tenía potestad, aunque no se privó de dar su opinión durante todo el proceso, este año.
Entre los "lobos" de Wall Street la influencia de esas declaraciones de la titular del Fondo es relativa. Lo determinante fue el contexto global, la pandemia de coronavirus, que derrumbó la economía con una rapidez y profundidad que llevó al planeta a las estadísticas de hace un decenio: podría decirse que la última fue, sin duda, una década perdida.