En mayo del 2020, el 47% del financiamiento provino de impuesto y el 53% de emisión monetaria
El confinamiento provocó una abrupta caída de la recaudación y aumento del gasto público. Esto hizo que la emisión monetaria pase a ser la principal fuente de financiamiento del Estado nacional. Se genera así un clima de que el confinamiento no tiene costos. Pero las consecuencias emergerán cuando el aislamiento se relaje.
Mientras Europa y Estados Unidos salen del confinamiento y retornan a la normalidad, en Argentina –luego de 80 días de encierro– todavía prevalece la incertidumbre sobre la dinámica del contagio. El dato más alentador es que en gran parte del interior del país se pasó del confinamiento al distanciamiento social. Esto da mayores márgenes de flexibilidad para que la actividad productiva y social se retome con gradualidad. Pero en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), el confinamiento se extendió hasta el 28 de junio lo que implica que el encierro se estirará a 100 días.
Las autoridades nacionales sostienen que el confinamiento es la alternativa más apropiada frente a la amenaza del virus. Sin embargo, las consecuencias negativas del encierro son cada vez más evidentes. Desde el punto de vista productivo y del empleo, los impactos son devastadores. En materia sanitaria, se están dejando otras enfermedades sin atender y generando nuevos trastornos en la salud de la población. Además, se está produciendo también un severo deterioro financiero a las instituciones de salud por falta de trabajo. En materia educativa, se va camino a la pérdida del año escolar.
Las finanzas públicas también sienten el impacto de la parálisis económica derivada del confinamiento. En este sentido, según datos del Ministerio de Economía y del Banco Central, en el Estado nacional se observa que:
+En el 1º trimestre del 2020, el 74% del financiamiento provino de impuestos y el 26% de emisión monetaria que el Banco Central le envía al Tesoro.
+En abril del 2020, el 51% provino de impuestos y el 49% de emisión monetaria.
+En mayo del 2020, el 47% provino de impuesto y el 53% de emisión monetaria.
Estos datos, si bien aproximados porque no tienen en cuenta otras fuentes de financiamiento de menor cuantía, muestran que la emisión monetaria pasó a ser el principal sostén de las cuentas públicas nacionales. Si bien la Argentina tiene una larga tradición de cubrir déficits fiscales con emisión, este nivel de expansión monetaria es inédito. La situación fiscal ya era muy precaria antes del aislamiento. Pero con el confinamiento, se produjo una parálisis productiva que hizo caer la recaudación impositiva y, a la vez, expandir el gasto público para compensar las pérdidas económicas del estancamiento.
Los impuestos son la fuente genuina de financiamiento del Estado. A través de los tributos, el Estado se apropia de parte de los ingresos generados por el sector privado que vuelven a la sociedad a través de bienes públicos. Por ejemplo, alguien hace el sacrificio de pagar el IVA para que otro disfrute el beneficio de recibir educación gratuita. Con la emisión ocurre lo contrario porque no se produce esta equivalencia. El Estado da un servicio –por ejemplo, pagar jubilaciones– sin que nadie haya hecho el esfuerzo para financiarlas. El Estado crea así poder de compra, sin el equivalente de mayor producción. Al disponerse de más dinero pero no de más bienes y servicios se generan presiones sobre los precios. La relación no es exacta ni inmediata pero la emisión exagerada es inflacionaria.
El aislamiento retiene el impacto de la emisión monetaria sobre los precios. Por eso la mayoría de los países desarrollados también apelaron a la emisión monetaria para sostener la crítica situación productiva, social y sanitaria que plantea el COVID-19. Pero hay diferencias sustanciales con la Argentina. Por un lado, no tienen la endeblez fiscal ni la larga historia inflacionaria local. Por el otro, emiten de manera más moderada que la Argentina ya que tienen acceso fluido al crédito, cuentan con sistemas tributarios más sólidos y eficientes y tienen conductas mucho más prudentes en materia de gasto público.
La emisión monetaria desaforada genera la falsa sensación de que el aislamiento no demanda sacrificios. Mientras en el sector privado se producen cierres de emprendimientos, recortes de salarios y pérdidas de empleo, en el sector público prevalecen las inercias y la escasa vocación a introducir reformas estructurales. Esto hará mucho más difícil la salida del confinamiento, al punto tal que la post-pandemia puede llegar a ser peor que la propia pandemia.
Composición de las dos principales fuentes de financiamiento del Estado nacional
El Cronista
AGUSTÍN SZAFRANKO
La parálisis de la economía por el confinamiento dejó la inflación de abril en 1,5%, la variación mensual más baja en dos años; mientras que la del primer cuatrimestre se acumuló en 9,4%, cuya proyección anualizada araña el 31%. Sin embargo, las preocupaciones privadas apuntan a una cifra sensiblemente superior.
Los economistas y consultores perciben la suba del índice de precios afectados una aceleración considerable en el segundo semestre, principalmente por las restricciones al acceso al tipo de cambio oficial para importar, por la creciente emisión monetaria para financiar al Tesoro y por la caída de la demanda de dinero que estiman que se profundizará a medida que se normalice la economía.
Juan Luis Bour , de FIEL , respondió que la dinámica de los precios hasta el momento responde al triple derrumbe de oferta, demanda e ingresos. Si bien consideró que por la incertidumbre y por la confluencia de una gran cantidad de factores aún es temprano para dar una proyección para el año, Bour si enfatizó que se aproxima una aceleración de la inflación a medida que se normalice la actividad y aparezcan los ' precios nuevos 'post-cuarentena en un contexto de expansión monetaria.
"Estimamos que el segundo semestre va a tener una relación mensual promedio más cercano al 4% que al 3%, o sea más del doble que en el segundo trimestre. Con esto podemos terminar el año en diciembre en algún número cercano al 40%. El mayor salto interanual puede estar más adelante, porque si sigue el 4% mensual en un año en este 60%, y con errores de política monetaria hay margen para espiralizar ", señaló.
Por un lado, Bour consideró que la medida del Banco Central ( BCRA ) de restringir del Mercado Único y Libre de Cambios (MULC) a importadores que ya posean divisas también impactará en los precios, dado que requieren recurrir al dólar "libre". "De todas las maneras no está claro cuánto tiempo toma este cambio de precio, puede ser inmediato o llevar a cabo algunos meses. Eso se verá como el riesgo reptante mes a mes", dijo.
Asimismo, remarcó que por la expansión monetaria la caída de la demanda de pesos desembocará en las tasas más altas o en una devaluación del tipo de cambio oficial. Esta segunda opción podría subir a los precios, aunque consideró la posibilidad de que muchos ya tengan incorporada la depreciación desde antes, por lo que el aumento del mar moderado.
Matías Rajnerman , de Ecolatina , identificado que la consultora proyecta para el año una inflación de entre 45% y 50%, alimentado por las restricciones a importadores, y que podría acelerarse desde junio.
"No la veo abajo de 40% para este año, vemos que en junio se va a acelerar por la medida del BCRA de restricciones a importadores que va a tener un impacto de la inflación. Por ahora la vemos por encima de 45%, pero por debajo de 50% ", indicado.
Rajnerman resaltó que la medida puede generar una suerte de "devaluación encubierta" al poner el dólar de importación "más caro". "Antes una empresa que tomaba como referencia $ 70 por dólar para importar, hoy tiene que tomar $ 110", apuntó.
Para Eric Paniagua , de la consultora EPyCA , la inflación cerrará a niveles similares del año pasado, es decir cerca del 55%, y observará como principales disparadores el eventual descongelamiento tarifario que correspondería hacer en los próximos meses y el grado de restricciones del dólar oficial un importadores
"Estos dos últimos pueden ser factores que tengan sendos golpes en los bolsillos de los consumidores: mayor costo de tarifas, o mayor costo de divisas (si los importadores tienen que volcar al dólar bolsa) impactará en el precio final de los bienes y servicios, con la consecuente visualización del incremento en el nivel de precios ", consideró.
Paniagua especificado que, más allá del crecimiento acelerado de la base monetaria, la capacidad ociosa en el sistema productivo por el confinamiento contribuirá a que el impacto inflacionario de la emisión "no se vea en el muy corto plazo". "Por supuesto, la emisión no es inocua, pero no la veo como un factor de preocupación en el corto plazo", apuntó.