DANIEL BOSQUE

A más de 45 días del decreto 450/2020 que declaró esencial a la minería argentina, proyectos y yacimientos están lejos aún de retornar a lo que antes de la pandemia y la cuarentena nacional se conocía como "normalidad".

Al compás de la vuelta a las faenas en minas y proyectos, el sector de proveedores de la Argentina, segmento que da empleo a más de 50.000 personas,  trata de hacer pie, todavía en medio de la crisis disparada por la pandemia del Covid-19.

Lentamente, a casi dos meses del decreto 297 que mandó a sus casas a la inmensa mayoría de los técnicos y operarios, los planes de contingencia de contratistas van agregando tareas y trabajadores. Un relevamiento entre sus asociados, la Cámara Argentina de Proveedores Mineros (CAPMIN) reveló que la minería argentina está operando a un 30% de su capacidad instalada. 

Un ejemplo es San José, la mina de oro y plata de Minera Santa Cruz (Hochschild + McEwen) que dice estar produciendo, en promedio, al 50% con similar porcentaje en dotación de personal en tanto que continúa con la exploración. Cuando falta un mes para comenzar el invierno la búsqueda de más mineral esá concentrada en el target San José, mientras discontinuó Telken hasta fines de agosto o principios de septiembre, cuando también retomará Aguas Vivas.

También en Santa Cruz, Cerro Moro, la mina de oro y plata de Yamana Gold, ha ido progresando en recuperar su curva de producción, que hoy se aproxima al 50% de lo previsto para esta época del año. Como en otras minas y faenas, el gran condicionante es la disponibilidad de personal: sobre una dotación de 1.400,  incluyendo trabajadore Construcción, han vuelto a laborar unos 450, de los cuales 80 a 85% son santacruceños.

En tanto, Cerro Negro, la mina aurífera más importante del territorio santacruceño, hoy registra una producción del 40% y el trabajo de 470 personas, sobre un total de 1.000 en tiempos normales un 90% son de la provincia y un 10%  de otras jurisdicciones, tras las negociaciones llevadas a cabo con el gobierno provincial y los sindicatos.

La mina decana de las metalíferas en Santa Cruz, Cerro Vanguardia, es de las que más rápido volvió a trabajar, favorecida por el alto componente de empleo local, en tanto que Manantial Espejo, que hoy procesa los depósitos satélites de Joaquín y COSE, vuelve paulatinamente a producir oro y plata.

Como sus hermanas del resto del país, las mineras del Macizo del Deseado santacruceño, además del virus que ha complicado el ejercicio,  mantienen sus gastos fijos en mantenimiento de infraestructura y salarios al 100%. Pero trabajan y producen con suerte a la mitad, miran todo el tiempo la pizarra de los precios globales. Detrás del festejo por la onza de oro a US$ 1.700, se esconde el dato clave de la relación de valor oro/plata: Santa Cruz produce mucha plata y hoy una onza de oro, que equivalía a 70 de plata y hoy a 104. Hay que producir mucho más para llegar a una onza de oro equivalente.

Otros casos

Otra mina grande y de gran peso relativo en la economía provincial, en este caso de San Juan, es Veladero, que en su reciente informe trimestral todavía no había acusado recibo del parate que comenzó con el decreto 297 del 19-M. El complejo de la chino-canadiense Minera Andina del Sol (Shandong + Barrick) hoy está trabajando a 1.200 personas pero suspendió las obras de la línea eléctrica que traerá energía desde Chile, el aeródromo y la Fase 6 del Valle de Lixiviación, que espera retomar cuando termine el invierno.

Un caso singular es el de Lindero, la mina de oro y plata de Fortuna Silver próxima a debutar, a la cual el Aislamiento Social Preventivo Obligatorio (ASPO) sorprendió con el 94% de sus instalaciones terminadas. Después de un mes de parálisis, la minera volvió a trabajar con un plan de 450 trabajadores en lugar de los 1.200 que tenían antes, dentro de un acuerdo con las autoridades de Salta en el marco del Plan de Operaciones Mínimas de Emergencia (POME). El plazo para la entrada en producción del yacimiento se corrió del antes de invierno a antes de fin de año.

El otro segmento que sintió el parate fue el de las exploradoras que estudian proyectos con contratistas perforadoras, en muchas latitudes andinas aprovechando la temporada estival. Declarada la cuarentena que hoy cumple 60 días, debieron desarmar campamentos un mes antes de lo previsto (cuando adviene la temporada invernal). La rehabilitación de principios de abril, salvo excepciones, no hizo posible el retorno, sobre todo por los inconvenientes logísticos del traslado de personal.

Logística. Precisamente, es la palabra más aludida en estos días en mineras y empresas de servicios. Y está referida a las peripecias que han debido soportar centenares de mineros que trabajaban en los campamentos y fueron obligados al éxodo. No fueron pocos los que quedaron bloqueados en el retorno a sus hogares y ahora el problema se presenta para volverlos a convocar a tareas.

Los protocolos y el acuerdo CAEM-AOMA establecieron turnos de 14 x 14 días. Volver a las minas, para quienes deben atravesar varias fronteras provinciales es todo un tema. Suele ser más factible llegar a dos trabajadores en una camioneta que una combi o una caravana de pick-ups.

En un reciente zoom meeting de la Cámara Argentina de Proveedores Mineros (CAPMIN), una docena de empresas asociadas describieron el duro panorama que enfrentan desde el día en que mineras y exploradoras les bajaron la orden de bajar a sus planteles desde los campamentos, con el correlato de contratos y trabajos suspendidos, caída de facturación en muchos casos a cero e incobrabilidad de acreencias.

La entidad, que representa a un segmento que suma más de 10.000 empleos, estima que un 30% de sus dotaciones están trabajando, aunque hay pymes y medianas que cayeron al 10% o menos. Este es un año perdido, dicen, y la premisa es sobrevivir y sostener el capital de trabajo. Sólo unas pocas han podido acceder a los regímenes REPRO y ATP de socorro a empresas ni a las tasas blandas del 24%.

En su cónclave virtual, los proveedores hicieron ver anhelo de más "esfuerzo compartido" de las contratantes con su mentada cadena de valor minera por la cancelación de trabajos y servicios por la fuerza mayor de origen sanitario. Unas cuantas de las suppliers mineras afligidas son multitargets y venían trabajando en hidrocarburos, construcciones civiles para el Estado y otros sectores que terminaron exhaustos tras el pésimo final económico y social del gobierno de Cambiemos.

A la minería argentina le ocurre algo parecido que al país y al mundo. Procura volver a ponerse de pie pero debe mantener sus las alertas encendidas. El reciente caso de un enfermo sospechoso en el Proyecto Pachón, de Glencore, es un buen ejemplo. El operativo de evacuación fue un test exitoso y el paciente no estaba infectado, pero el caso resonó fuerte en San Juan, en donde el coronavirus está contenido a fuerza de aislamientos.

En síntesis y por fortuna, la minería argentina, hasta hoy,  no ha sufrido contagios de Covid-19, salvo alguno excepcional. Pero su aislamiento la obliga a ralentar proyectos y trabajos, recalentar presupuestos y recalcular todo el tiempo. 

Todo esto sucede mientras quienes deciden inversiones y revisan las metas del año miran los charts y la deriva del mundo. El auge del oro, el planchazo del litio, la promesa del uranio, la cautela del cobre. Oferta y demanda, de China y del mundo, serán clave. Si hubiera brotes masivos que desactivaran minas, por ejempo, los mercados podrían reaccionar disparando los precios. Pero ese es un escenario que nadie, al interior del trabajo minero, prefiere vivir, y menos en carne propia.