HUGO GUTIÉRREZ
Este fin de semana se cumplió un mes desde el inicio de la expansión del coronavirus por Europa. Lo que supuso el pistoletazo de salida de unas semanas de histeria, volatilidad y mucho pánico en los grandes parqués de todo el mundo. Hasta el 20 de febrero, en las Bolsas parecía que la Covid-19 era solo una amenaza para China que impactaría de refilón a la economía global. Pero desde entonces las pérdidas bursátiles se cuentan por cientos de miles de millones.
Operadores de Bolsa, en Wall Street el pasado miércoles.BRYAN R. SMITH / AFP (AFP)
Si se toman las primeras cuatro semanas completas (desde el 24 de febrero hasta el 20 de marzo), las grandes plazas mundiales se han dejado un tercio de su valor. Esto es casi 10 puntos porcentuales más que en las cuatro semanas posteriores a la caída de Lehman Brothers, contando desde el 29 de septiembre, cuando la quiebra del fondo se sintió de forma feroz fuera de EE UU. En Wall Street se sufrió desde el 15 de septiembre, pero entonces tampoco hubo tal descalabro.
La diferencia es que los mercados en 2008 ya llevaban meses cayendo. De ahí que el desplome sea ahora tan intenso: en solo cuatro semanas se ha perdido lo que entonces se descontó en más tiempo. “Esto es en parte fruto de una complacencia en las semanas anteriores, en las que las noticias desde China ya deberían haber anticipado un desplome en la actividad”, explica Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics.
En el caso del Ibex, estas primeras cuatro semanas con los movimientos de los inversores sacudiendo las Bolsas quedarán grabados para la historia. El selectivo español ha sufrido el mayor descalabro en cuatro semanas consecutivas de su historia. Supera, de largo, a las cuatro semanas más negras antes del coronavirus: tras la caída de Lehman Brothers. El siguiente mayor retroceso del Ibex fue de casi un 24%, del 27 de agosto al 21 de septiembre de 2001, en las semanas del atentado del 11-S.
Estos números producen escalofríos a los inversores, pequeños y grandes, pese a la leve mejoría de las últimas sesiones. Los estímulos lanzados por bancos centrales y Gobiernos han atemperado las caídas. Algo en lo que han contribuido asimismo las herramientas de los supervisores bursátiles para evitar las apuestas bajistas. Por ejemplo, la CNMV prohibió hace dos viernes las ventas en corto durante la jornada. Una medida que repitió el pasado martes, en esta ocasión con una validez de un mes, y prorrogable.
“Se decidió a hacerlo de nuevo dada la situación. Parece razonable y ha ayudado a reducir la intensidad de las pérdidas. Sin embargo, la volatilidad va a seguir en el corto plazo”, sostiene Natalia Aguirre, directora de análisis y estrategia de Renta 4 Banco. De esta forma, la Bolsa de Madrid intenta contener los desplomes. Y el VIX, el índice del miedo que mide la volatilidad, se ha reducido. Una pequeña alegría para el cuerpo, aunque sigue en niveles similares a los de 2008.
Pese a esta leve recuperación, los mercados todavía tiritan. Tras dejarse un tercio de su valor, el suelo sobre el que intentan asentarse es aún muy frágil. Y resulta muy fácil que se vuelva a escarbar más fondo. Especialmente porque la mejoría no responde a una solución de la crisis sanitaria. “El problema fundamental es que las medidas de cuarentena que permiten que el sistema sanitario no se sature alarga la recesión”, argumenta Federico Steinberg, investigador principal de economía y comercio internacional del Real Instituto Elcano.
De esta forma, las Bolsas sufren por dos vertientes principales: la incertidumbre sanitaria y la económica. Las medidas tomadas son extraordinarias y cada vez más Gobiernos paran toda la actividad durante semanas y aísla a la población para contener la pandemia. Una especie de quimioterapia que ataca a las células malas y también algunas buenas. Es decir, la economía se resentirá. “Los datos económicos que están llegando empiezan a dibujar un feo panorama para el crecimiento de las economías más avanzadas”, afirma Esty Dwek, directora de estrategia global de Natixis.
Los daños colaterales en España se van a sentir muy pronto: la economía caerá un 1,8% este año según la agencia de calificaciones S&P. Aunque espera que en 2021 rebote con fuerza, una esperanza al menos de que la actividad va a sufrir, pero no va a morir. Eso sí, si se llega al peor escenario, las turbulencias para la economía pueden ser mayores. “Si Estados Unidos también toma medidas como las europeas y tiene que parar su actividad, sería un caos para la economía global”, vaticina Joaquín Robles, analista de Bolsa de XTB.
Mientras tanto, los mercados siguen expectantes. Y el pánico flota sobre las Bolsas. “Todavía no hemos empezado a ver el impacto real en la economía. Vienen semanas o incluso meses muy duros”, añade Talavera. Solo hay un factor que podría dar un vuelco a la situación: buenas noticias en la contención de la epidemia y que se despejen las dudas sobre cuándo volverá todo a la normalidad. Algo que parece todavía lejos.