El BCE está mañana obligado a tomar medidas de peso para contrarrestar la crisis del coronavirus. Su presidenta, Christine Lagarde, comunicó ayer a los líderes de la Unión Europea que el BCE está estudiando todas las herramientas de política monetaria disponibles para atajar esta crisis, en particular la de dar dinero "super barato". Todo con el fin de evitar una crisis como la de 2008.
En la 'conference call' que mantuvo ayer el Eurogrupo y en la que se anunció un tímido paquete de ayudas de hasta 25.000 millones para combatir el brote de coronavirus, Lagarde advirtió a los líderes de la Unión Europea que sin una acción coordinada y urgente, el conocido como Covid-19 en Europa podría provocar un escenario similar al de la crisis financiera de 2008. , según publica hoy Bloomberg.
"Un escenario que recordará a muchos de nosotros la gran crisis financiera de 2008", según manifestó ayer la propia Lagarde y recoge hoy Bloomberg a través de una fuente cercana. Para la banquera gala, sin embargo, con la respuesta adecuada, el impacto "probablemente será temporal". Pero si no se lucha contra el coronavirus, dijo, "se pagará un precio más alto por la pasividad" al igual que ocurrió en 2008.
Las últimas cifras hablan por sí solas. El coronavirus ha infectado ya a más de 119.000 personas y ha matado a 4.296. Italia es, por el momento, el país de la UE más afectado, con 10.149 casos y 631 fallecidos. De hecho, hoy mismo, el Gobierno transalpino ha anunciado que destinará fondos por 25.000 millones de euros para hacer frente a las consecuencias sociales y económicas de la crisis del coronavirus.
Así que el BCE no puede ser menos. Ya han actuado dos de los grandes bancos centrales y mañana es su turno. La semana pasada tomó cartas en el asunto la Reserva Federal y hoy lo ha hecho el Banco de Inglaterra. La acción ha sido la misma, bajar en 50 puntos básicos el precio del dinero.
Sin embargo, el margen de maniobra de organismo monetario europeo está a años luz de estas dos instituciones monetarias, dado que los tipos de interés se sitúan ya en el 0% y la facilidad de depósito está en el -0,5%. Pero aún así el BCE tiene que sacar su artillería pesada para atajar la situación.
De hecho,si la presidenta del BCE indicó la semana pasada que el organismo estaba preparado para tomar las "medidas apropiadas" ante el coronavirus, ayer dio un paso más y dijo a los líderes de la Unión Europea que están examinando todas sus herramientas de política monetaria disponibles, en particular, aquellas que facilitarían a la economía real financiación "super barata" y liquidez.
Entre las herramientas excepcionales que el banco central tiene sobre la mesa se encontrarían unas nuevas líneas de liquidez para los bancos enfocadas a financiar a pymes en dificultades, la ampliación temporal y de cuantía de sus compras de deuda mensuales y una nueva rebaja de la tasa de depósito, que podría ser de 10 puntos básicos y conduciría la facilidad de depósito al -0,6%.
En cualquier caso, Lagarde ha asegurado que estas medidas sólo pueden ser efectivas si los gobiernos de la Unión Europea las respaldan con medidas fiscales y otras que aseguren la correa de transmisión. Es decir, que las entidades presten a las empresas de las áreas más afectadas por esta pandemia.
Clarín
DANIEL FERNÁNDEZ CANEDO
La incertidumbre domina a los mercados después del lunes negro. Guzmán se apresta a presentar la oferta a los bonistas
El ministro Martín Guzmán, a principios de febrero, le adelantaba al Congreso Nacional los lineamientos de su estrategia para negociar la deuda.
El cronograma oficial anunciado por el Ministro Martín Guzmán en febrero establecía que en la primera semana de marzo el Gobierno determinaría "la estructura final de la oferta" y que el lanzamiento sería en la segunda semana pero la agudización de la crisis por el coronavirus cambió el mundo.
El presidente Alberto Fernández firmó el lunes el decreto declarando formalmente abierto el proceso de renegociación de US$68.842 millones de la deuda con legislación extranjera casi simultáneamente con un derrumbe mundial de los mercados.
Entre el temor internacional por la difusión del COVID-19 que paralizó parte de la industria y el consumo de China, el alerta por la menor actividad en la segunda economía del mundo y la caída de 30% del precio del petróleo por la decisión de Arabia Saudita de aumentar la producción de crudo, la fuerte baja de los mercados le puso un sello a la nueva etapa económica.
La respuesta de los capitales a nivel mundial fue la tradicional: están yendo a comprar bonos del tesoro de los EE.UU. con lo que sube el precio de esos títulos y las dos consecuencias inmediatas: se fortalece el dólar y baja la tasa de interés americana.
La tasa de 10 años de los bonos estadounidenses estaba el martes 0,79% anual y el presidente Donald Trump redoblaba la apuesta acusando a la Reserva Federal, su banco central, de ser "patética y lenta" y que debería bajar sus tasas. Ahora Trump no quiere un dólar tan fuerte.
Tradicionalmente la contracara de un dólar fuerte son precios débiles de las materias primas y en ese punto se concentra una parte importante del problema para los países emergentes. Para la Argentina eso se llama soja, maíz y trigo.
Una de las preguntas sin respuesta categórica aún es si el derrumbe de mercados, y el vuelo a la calidad de los capitales, puede favorecer o no a la estrategia de Martín Guzmán para aplicar una quita fuerte en la deuda.
Desde el gobierno se deja trascender que la idea del Presidente y del Ministro es proponer una quita agresiva (¿superior al 30%?) en el entendimiento de que ahora el mundo está muy líquido y, por tanto, con tasas de interés bajas.
La idea se completaría con que nuevos bonos argentinos que paguen 10 u 11% con garantía de repago encuentren interesados.
Esa estrategia podría apoyarse en el razonamiento de que el gobierno buscará no caer en default con los bonos en dólares con legislación extranjera. Y la pregunta que le sigue es si tiene las divisas suficientes para hacerlo.
Este año los pagos de capital e intereses de títulos públicos con legislación extranjera alcanzan a US$4.450 millones con un vencimiento clave en mayo.
El dato sensible es que el 7 de mayo el Tesoro debe cumplir con el pago del AY20 que por capital es intereses alcanza a US$1.400 millones que es un número que se llevaría buena parte de la letra que el gobierno colocó en el Banco Central a cambio de obtener US$4.571 millones.
Puesto los números sobre la mesa, la tercera pregunta a formularse podría ser:¿estará el Gobierno pensando en cumplir con los bonos de legislación extranjera y no tanto con los de régimen local que son el grueso de los vencimientos del año? ¿Y los bonos de pesos? ¿Se reprogramarán como el AF20 o se canjearán como el Bogato'
De acuerdo al cronograma del ministro, faltarían sólo horas para que se empiece a correr el telón de la propuesta pero el brusco cambio de condiciones generales de las últimas semanas podrían servir de base para prolongar los tiempos.
Mientras tanto, y en la coyuntura, los operadores financieros siguen más de cerca la estrategia del Banco Central con el dólar. La fuerte devaluación del real (sube más de 20% en el año) le pone presión a Miguel Pesce.
El Central mantiene su política de "crawling peg" que actualiza el dólar día a día en función de una regla desconocida para el público y que en un mes determinó una suba de 2,6% del dólar mayorista.
Así Pesce deja en claro que no quiere un dólar congelado pero que, a la vez, busca ser prudente en el aumento para no agitar, principalmente, a los precios de los alimentos que se rigen por el movimiento de la divisa.
Un problema del sistema de actualizaciones periódicas cuando los países vecinos, como en la actualidad, devalúan fuerte sus monedas es que las operaciones de comercio exterior se intensifican en la búsqueda de acomodarse frente al nuevo escenario.
Frente a la expectativa de que se acelere el ritmo de depreciación del peso, los importadores intentarán adelantar sus compras y los exportadores demorar sus ventas. Son comportamiento usuales y que pueden reflejarse en un indicador sensible para estos tiempos como es la "brecha" cambiaria.
Los factores de incertidumbre se multiplicaron en la semana y las noticias, como la caída del petróleo que agrega dudas sobre el desarrollo del yacimiento de Vaca Muerta (había expectativa por su posible contribución para aumentar las exportaciones) recargaron la sensibilidad de los mercados sobre por donde avanzará la Argentina con la deuda.