El oro circuló como lingotes, aunque también en teléfonos y baratijas como Apple y Tiffany & Co.
(Foto: GEC)
Desde los Andes de Perú, miles de buscadores de oro artesanales enviaron durante años fragmentos de metal a un valle en Suiza.
Allí, una refinería purificó el oro para venderlo a bancos, joyeros finos, relojeros y compañías de electrónica. El oro circuló como lingotes, aunque también en teléfonos y baratijas, algunos con nombres de marcas como Apple y Tiffany & Co.
El comercio del apreciado metal por miles de millones de dólares fue promovido por la refinería suiza Metalor Technologies, como parte de un programa con el gobierno de Perú para integrar a los buscadores de oro en la economía.
Pero a principios del 2018, Metalor dejó de llevarse el oro.
La razón: Metalor no podía estar seguro de dónde venía el metal. Los fiscales peruanos sospecharon que el principal proveedor de la firma era una fachada utilizada por delincuentes para filtrar el oro producido ilegalmente en el mercado mundial.
Metalor no está bajo investigación y rechaza cualquier ilegalidad en Perú. Pero la historia del programa y de cómo fue monitoreado por las compañías y reguladores involucrados muestra los riesgos del comercio ilícito que oculta el glamour del oro.
Las autoridades peruanas están evaluando los cargos penales contra el proveedor de Metalor, una empresa comercial llamada Minerales del Sur, después de incautar una carga de US$ 4 millones en oro destinados a Metalor en 2018, según muestran documentos de la fiscalía y aduanas vistos por Reuters.
Los inspectores de aduanas encontraron que algunos participantes en el programa estatal estaban vendiendo más oro del que podían producir, según los informes de aduanas.
Los fiscales sospechan que estos volúmenes inflados sugieren que Minerales del Sur fue un vehículo para lavar metal de fuentes ilegales, como minas financiadas por narcotraficantes o minas ubicados en sitios prohibidos en la selva amazónica.
Minerales del Sur, que rechazó hacer comentarios para este reporte, ha dicho a las autoridades peruanas que obtuvo oro de forma legal.
A medida que el apetito mundial por el oro se acelera, también lo hacen los problemas en su producción.
Las minas industriales han sido acusadas durante mucho tiempo de privar a los indígenas de tierras, contaminar sus hogares y generar crímenes. Ahora, los altos precios del oro hacen que sea atractivo para las personas probar lo que la industria llama minería artesanal y en pequeña escala.
Cada año, de acuerdo con estimaciones de la industria, se extraen de esta forma alrededor de 500 toneladas, por valor de US$ 25,000 millones a precios actuales, según estimaciones de la industria. La cifra es al menos el 15% de todo el oro que se extrae.
Metalor es una de al menos cinco grandes refinerías, incluidas dos en Estados Unidos, que han estado bajo escrutinio legal en las últimas dos décadas después de tomar oro artesanal de países como Colombia y Perú, donde se produce la mayor parte de la cocaína del mundo y donde bandas de narcotraficantes han invertido en la producción del metal amarillo.
Una refinería estadounidense cerró luego que sus empleados fueron encarcelados por comerciar oro ilegal y de contrabando.
Se suponía que este programa en Perú de Metalor era parte de la solución: un esquema respaldado por el Estado para llevar a pequeños mineros al mercado formal y mejorar sus condiciones.
Minerales del Sur fue contratado para acopiar y verificar el oro de pequeños mineros en la región montañosa de Puno, que se extiende desde el Amazonas hasta el lago Titicaca.
La fuente donde se extrae oro es una zona pobre de unas 50,000 personas a 5,000 metros sobre el nivel del mar llamada La Rinconada, ubicada debajo de una montaña cubierta de glaciares conocida como La Bella Durmiente.
La Rinconada no es un cuento de hadas. El año pasado, las autoridades informaron que rescataron al menos a 68 víctimas de trata de personas de clubes nocturnos de barrios marginales en la zona. En abril pasado, siete mineros fueron encontrados en un túnel debajo de la montaña con balas en la cabeza.
Medios locales y ONG han publicado informes de que los proveedores de oro peruano de Metalor pueden haber sido infiltrados por delincuentes. La compañía suiza, que según los fiscales procesó unas 106 toneladas de oro por valor de US$ 3,500 millones de Minerales del Sur desde el 2001, dijo que confiaba en los controles que impuso a sus proveedores.
“A nuestro entender, creemos que esto se hizo de manera adecuada”, dijo el CEO de Metalor, Antoine de Montmollin.
“Pero debido a la complejidad de la cadena de suministro, no podemos tener una certeza del 100%. Esperamos la conclusión de la investigación actual”, agregó el ejecutivo.
En el 2018, Metalor suministró oro a empresas como Tiffany & Co., Samsung Electronicos Co. y Apple Inc. El oro se usa para conducir electricidad en teléfonos móviles y otros dispositivos electrónicos.
Apple dijo que está comprometido a establecer los estándares más altos para el abastecimiento responsable y ha dejado de trabajar con 60 refinerías de oro desde 2015 porque no pudieron o no quisieron cumplir con sus estándares. Apple se negó a comentar si seguía aceptando oro de Metalor.
Tiffany afirmó que mantuvo los mejores estándares de la industria alineados con su compromiso de un abastecimiento responsable. La compañía dijo que Metalor se encontraba entre varias refinerías que proporcionaban oro utilizado en artículos que no son joyas. Su sitio web muestra que estos incluyen sorbetes dorados de US$ 375 y clips de papel de US$ 1,500.
Samsung declinó hacer comentarios.
Metalor dijo que sus ejecutivos y el personal local hicieron docenas de visitas, incluso a las oficinas de Minerales del Sur, para garantizar que los proveedores operaran legalmente. Cada vez que enviaba oro, verificaba la documentación para garantizar que el metal provenía solo de los miembros del programa.
Pero Metalor dijo a Reuters que no inspeccionó minas. Y sus ejecutivos no sabían de dos informes de auditoría independiente hechos para una firma estatal peruana involucrada en el programa y vistos por Reuters, que advertían fallas que facilitaron el ingreso de oro de fuentes desconocidas en los envíos.
Los fiscales peruanos han dicho que su investigación permanecerá abierta en fase preliminar hasta 2020. No se han formulado cargos y el caso puede cerrarse si no se reúnen suficientes pruebas.
El Ministerio de Energía y Minería de Perú manifestó que estaba trabajando en mejoras al programa, que según dijo ha ayudado a cientos de miles de personas. En 2014, los ingresos de hasta 600,000 personas en Perú dependían de la minería artesanal y de pequeña escala, según las estimaciones accedidas en Delve, una plataforma global de información sobre ese tipo de minas.
“No vas a encontrar ningún país donde la trazabilidad de la minería a pequeña escala sea 100% confiable”, dijo Lenin Valencia, director de formalización minera en el ministerio peruano. La minería a pequeña escala es tan importante para la sociedad y la economía que deben hacerse compromisos, refirió.
“Si nos atenemos a la ley, probablemente no habría suficientes cárceles en el país para encarcelar a tanta gente”, agregó.
Minerales del Sur declinó hacer comentarios.
Un representante de la compañía local le dijo a un juez en Lima que su oro era de origen legal. Daniel Jo Villalobos, abogado del dueño de Minerales del Sur -Francisco Quintano Méndez-, no respondió a los correos electrónicos.
Metalor es propiedad desde 2016 del mayor minorista de oro de Japón, Tanaka Kikinzoku, que dijo que no tenía nada que agregar.
Perú es el mayor productor de oro en América Latina.
Su comercio ilegal de oro, de un valor estimado de US$ 4,380 millones el 2015, es al menos el doble de lo que transó el narcotráfico, según un informe del 2017 de la Unidad de Investigación Financiera del regulador bancario peruano.
Los datos del Ministerio de Energía y Minas muestran que los mineros de pequeña escala de Perú produjeron casi 19 toneladas de oro en 2018, más que cualquier mina industrial en el país. Poco más de un tercio de su producción informal de oro ese año se registró en Puno, la región que abastecía a Metalor.
Mas de uno de cada tres personas vive en la pobreza en Puno, una tierra de rocas con recursos de oro. Desde 2000, el aumento de los precios del oro ha atraído más habitantes para probar suerte en los cauces de los ríos, la selva tropical y en los túneles excavados tan al azar que corren el riesgo de colapsar.
Para extraer el metal algunos usan material tóxico, incluido mercurio, que vierten en aguas como el del lago Titicaca, donde estudios han documentado altos niveles de metales pesados en los peces. En los mapas satelitales, las piscinas de residuos cerca a áreas mineras lucen de amarillo sulfuroso y verde oscuro.
Los mineros en La Rinconada derriten el hielo para procesar el oro. Las bolsas de basura de plástico amarillas se acumulan por las laderas de las nevadas y las aguas residuales se acumulan en los huecos. Los principales extractores tienen puestos emergentes en el mercado negro que dicen “Compro Oro”, donde hombres y mujeres transan fragmentos del metal.
El proveedor de Metalor, Minerales del Sur, tenía dos puntos de venta de oro en La Rinconada. Su sede en la ciudad de Juliaca se cerró cuando un periodista la visitó en junio. Un hombre que abrió la puerta dijo que la compañía ya no estaba operando.
Metalor mostró a Reuters datos de sus proveedores en las últimas cuatro semanas que tomó oro del programa peruano.
Casi un tercio de los casi US$ 30 millones en oro enviados a la refinería en Suiza durante esas cuatro semanas provienen de proveedores que fueron identificados en los documentos fiscales peruanos como “sospechosos”, según los hallazgos de los inspectores de aduanas.
La Rinconada produjo solo una pequeña parte, según los registros. Es difícil estar seguro de la procedencia del metal: los inspectores de aduanas encontraron que algunos de los nombres en la lista no producían oro donde habían reportado.
Por ejemplo, en marzo de 2018, Metalor aceptó más de 40 kilos de oro (con un valor de aproximadamente US$ 1.7 millones) de una compañía fuera de La Rinconada que los funcionarios de aduanas dijeron en un informe a finales de ese año que no pudieron encontrar en la dirección indicada.
Cuando los inspectores llamaron por teléfono, la persona a la que contactaron les dijo que la empresa estaba actualmente “en la etapa de inversión”, según el informe.
En junio del año pasado, un periodista de Reuters en La Rinconada observó cómo cientos de policías con equipo antidisturbios limpiaron la zona. Un tribunal había ordenado a los mineros salir de la tierra propiedad de una familia local.
Pero los mineros se negaron a moverse. Bloquearon la zona y provocaron explosiones con dinamita que utilizan para partir las rocas. Tras un enfrentamiento de dos horas, la policía se marchó.
“La Rinconada es un lugar muy complicado”, afirmó Federico Chavarry, quien pasó la última década como fiscal de delitos ambientales en Puno. El funcionario manifestó que el Estado carece de los recursos para controlar el comercio ilegal en la zona, ya que genera mucho dinero para muchas personas.
“Creo que salió de las manos del gobierno hace mucho tiempo”, dijo Valencia del ministerio de minas, tras reclamar más trabajo de los fiscales en el control del crimen organizado que alienta los abusos. “En este momento, no solo tenemos economías informales, tenemos economías criminales”, refirió.
En una de las dos centros de salud en la zona marginal, el médico Nelson Gadea, quien ha vivido allí durante siete años, dijo que cuando llegó estaba conmocionado por la violencia.
El mercurio que usan los mineros causa cambios de humor, dijo, viendo fotos en su celular de pacientes desfigurados por heridas de cuchillo: “No salgo después de las 6 p.m.”, anotó.
Para tener suerte a la hora de buscar oro, los hombres ofrecen cigarrillos encendidos y hojas de coca a los espíritus de las montañas. Las mujeres, excluidas por los hombres de las minas, hurgan por su parte los residuos de las montañas.
Los hombres “traen las rocas, las arrojan y reciclamos el oro que no vieron”, dijo Carmen Inofuente, una buscadora de fragmentos de oro en residuos desechados. “Hubo muchos accidentes, cayeron rocas sobre nosotros, también hubo muertes”.
No hay duda de que las condiciones en La Rinconada son muy difíciles, dijo Metalor y agregó que su objetivo había sido ayudar.
Desde los Andes hasta la sede de Metalor hay más de unos 9.656 kilómetros y un mundo de contrastes.
Con vistas a la Montaña Jura, en un elegante laboratorio y oficinas de Matalor en Marin-Epagnier, un pueblo en la punta del lago Neuchatel en Europa, se encuentran el llamado “Watch Valley”, el corazón de la industria relojera de Suiza.
El país exportó relojes por más de US$ 21,000 millones en el 2018: uno de cada tres relojes enviados desde Suiza está hecho de metales preciosos.
En una sala de conferencias en la sede de Metalor, el CEO de Montmollin -que se unió en 2005 y dirige la compañía desde enero de 2019- afirmó que el oro artesanal representaba menos del 5% de su producción anual. Los proyectos para hacer que el oro artesanal sea más fácil de rastrear enfrentan desafíos, dijo.
Metalor refina unas 500 toneladas de oro al año, alrededor de una décima parte del total manejado por las principales refinerías mundiales. Para estar seguros de que el metal se ha producido de manera justa, a menudo trabajan con pequeñas cantidades de minas individuales y monitoreadas de cerca.
Eso agrega costos que muchos usuarios finales aún no están dispuestos a pagar, señaló de Montmollin.
Metalor comenzó a comprar oro a pequeños mineros en Perú a fines de la década de 1990 y ha experimentado problemas: en el 2004, las autoridades estadounidenses multaron a una de sus subsidiarias por ser lentas en responder luego de que los empleados descubrieran que los mensajeros estaban recogiendo oro de la refinería y volviéndolo a empacar en botellas de champú para pasar de contrabando a América del Sur.
La compañía mejoró sus sistemas de cumplimiento.
En el 2007, según documentos fiscales suizos vistos por Reuters, el Fiscal General de Suiza abrió una investigación sobre dos compañías mineras peruanas sospechosas de lavar las ganancias de las drogas a través de efectivo y enviar oro para su refinación a Metalor.
Metalor dijo que dejó de comprar y refinar oro de esas dos compañías peruanas en 2007. Los suizos cerraron su investigación en 2008. Jose Camino, asesor legal de Metalor desde 2014, dijo que estos casos aparecieron en gestiones anteriores y no eran un reflejo del accionar actual de la compañía suiza.
En cambio, Metalor trabajó con funcionarios del gobierno en un nuevo enfoque: los mineros informales en Perú podrían vender su oro sin temor a ser enjuiciados si se comprometían con una declaración jurada que estaban realizando negocios legales que pagaran impuestos o que se “formalizaran”.
Una empresa estatal peruana, Activos Mineros, se encargó de comercializar el oro. En 2014, contrató a cuatro empresas en todo el país para comprarlo a precios mayores al mercado negro.
Minerales del Sur, que ya hizo negocios con Metalor, ganó la licitación para Puno: comprobaría que el oro realmente provenía de los mineros del programa y fundía los fragmentos que recogía en barras. Estos volarían a Suiza para ser refinados.
Al año siguiente, los envíos de Minerales del Sur a Metalor aumentaron más del doble a 16 toneladas, por unos 500 millones de dólares, según documentos de la fiscalía vistos por Reuters.
En un comunicado de prensa en el 2015, Metalor manifestó que el proyecto había implementado “informes claros y con verificación de la cadena de suministro de minerales”.
Pero el programa es defectuoso, dicen fiscales, auditores y el gobierno peruano. Uno de los problemas, dijo Valencia en el Ministerio de Energía y Minas, es “básicamente, que cualquiera podría inscribirse”. Esto significa que algunos de los que están en el programa pueden no ser mineros.
Otra brecha: al momento de registrase para los temas de impuestos y regulación, los participantes solo necesitan jurar que tienen la intención de trabajar hacia esos objetivos.
Si lo hacen, quedan en un “Registro de Compromiso” en el ministerio de minas. Los mineros con tales declaraciones juradas no pueden ser procesados por minería ilegal.
Esto, ha creado una atmósfera de impunidad, dijo el fiscal de delitos ambientales Chavarry. El funcionario refirió que él también había intentado en vano hacer cumplir la ley en La Rinconada.
Una vez confiscó un camión con 200 kilos de explosivos de contrabando. “No me dejaron detenerlos”, afirmó sobre los sospechosos. “Amenazaron con quemar el camión, quemarme vivo y quemar a los policías que me apoyan”.
Los plazos de Perú para que los mineros se formalicen se han extendido repetidamente. Hasta ahora, alrededor de 9,000 personas se han formalizado de unos 200,000 en el “Registro de Compromiso” a nivel nacional, dijo Valencia.
Gran parte del oro de Metalor provino de proveedores en el “Registro de Compromiso”, que fue la base de sus garantías de que sus proveedores eran legales.
“Estábamos revisando toda la documentación uno por uno”, dijo Camino. Hasta hoy, dijo Metalor, todos menos uno de los proveedores todavía figuran en el “Registro de Compromisos”.
Pero los cheques de Metalor omitieron fallas marcadas hace años. Un reporte del auditor, visto por Reuters, halló problemas ya en 2015, un año después de que comenzara el programa.
El auditor, Rejas, Alva y Asociados, envió inspectores a las operaciones de Minerales del Sur en la región Puno. En zonas como La Rinconada, encontraron que muchos mineros realizaban faenas principalmente como trabajadores no remunerados para contratistas, que vendían oro a proveedores en el registro.
Es un sistema llamado “cachorreo”, un término sin traducción directa del español, y los mineros en La Rinconada dijeron a Reuters que aún estaba muy extendido.
Las empresas dueñas de concesiones legales alquilan túneles a contratistas que a la vez contratan a cientos de mineros, así como a mujeres que buscan rocas en las laderas de las montañas para extraer el metal.
La mayoría de veces los concesionarios toman todas las rocas de los mineros y no les pagan en un período inicial. Esto es ilegal. Pero después de trabajar un tiempo para el concesionario, los buscadores de oro tienen la libertad por un corto tiempo de llevarse los fragmentos del metal que puedan.
En lugar de salarios, beneficios o seguridad social, los mineros artesanales viven moliendo y procesando las rocas y vendiendo su oro a las tiendas “Compro Oro”.
El minero y activista laboral de La Rinconada, Filiberto Arapa, dijo que de los aproximadamente 18,000 mineros de la zona, solo unos 3,000 son legales. “Los trabajadores legales tienen sus documentos y beneficios”, afirmó. “El resto ni siquiera sabe para quién están trabajando”, acotó.
Metalor dijo que no había estado al tanto de esta práctica.
Sin embargo, varios mineros en La Rinconada dijeron que no estaban interesados en formalizar.
“Si trabajas para una empresa formal, recibes beneficios laborales pero ganas menos”, dijo Martin, un exagricultor de 36 años.
Martín dijo que laborando un día completamente para él, de las seis días de trabajo, gana entre S/ 1,000 y S/ 2,000 al mes. El salario mínimo de Perú es de 930 soles o 275 dólares. “Para mí, es mejor ganar un poco más” minando ilegalmente, refirió.
Una segunda auditoría del programa, también revisada por Reuters, encontró más vacíos.
Durante el 2015 y el 2016, el auditor, Inveritas Global Holdings, visitó a los 10 mayores proveedores de oro en el programa, cinco en Puno y cinco en una región amazónica, y descubrió que cuatro de cinco proveedores de Minerales del Sur en Puno estaban reservando grandes ventas sin haber minado.
También descubrió que Minerales del Sur no había proporcionado pruebas de verificación a sus proveedores. “Están utilizando sus declaraciones juradas como pretexto legal para comercializar oro de origen desconocido”, dijo el reporte que establece que fue enviado a Activos Mineros en mayo del 2017.
Activos Mineros manifestó que no podía comentar en detalle mientras la investigación estaba en marcha. Pero dijo que ninguna de las compañías que contrató tenía condenas penales cuando presentaron sus ofertas. Minerales del Sur, agregó, no fue investigado hasta julio del 2018 y desde entonces no ha registrado ninguna transacción en el programa.
Valencia dijo que el Ministerio de Minas no observó los informes de auditoría, y los ejecutivos de Metalor dijeron a Reuters que tampoco los habían visto.
Metalor afirmó que le habían asegurado que el programa estaba funcionando por decisión de Activos Mineros en el 2018 de renovar su contrato con Minerales del Sur.
“Si renueva el contrato, eso significa que todo está bien. Si no, no lo haces", indicó Camino.
La refinería suiza dijo que se centrará en el futuro en el oro de las empresas mineras industriales, cuyo origen es más claro. Fue una decisión difícil, afirmó, en parte porque el retiro de Metalor del programa peruano significa que los compradores con menos preocupación por las buenas prácticas intervendrán en el mercado.
“Es mejor ser parte de algo que no es perfecto, pero que al menos las cosas están mejorando, que no hacer nada”, dijo de Montmollin. “Lamentamos la decisión, porque el oro encontrará su camino, de cualquier manera”, agregó.