Conducir camiones de carga o detonar rocas
HENRY WILKINS
Tene Konate se enorgullece por poder contarle a sus familiares incrédulos sobre su trabajo como chofer de un camión volquete de 72 toneladas que circula alrededor de un gran tajo abierto en la mina de oro Hounde, en el oeste de Burkina Faso.
Konate -42 años, separada y madre de dos hijas- es una de las 111 mujeres que trabaja en la mina, muchas de ellas capacitadas para hacer trabajos destinados tradicionalmente a hombres en África: acarrear escombros, realizar detonaciones de rocas o conducir vehículos pesados.
Ella y sus compañeras de trabajo son beneficiarias de los esfuerzos a nivel global de las compañías mineras para atraer a más mujeres a una industria que ha quedado rezagada respecto a otras en la lucha contra los desequilibrios de género.
Sin embargo, siguen siendo minoría, ya que las mujeres representan solo el 11% de la fuerza laboral en Hounde, gestionada por la canadiense Endeavour Mining.
Después de su divorcio, Konate luchó durante años por mantener a sus hijas con trabajos disímiles como limpiar casas o mezclar hormigón. Cuando escuchó que la mina estaba contratando personas, cruzó el país en autobús para dar una entrevista.
“La mina ha cambiado todo en mi vida. Todo”, dice Konate, que ahora vive en una casa grande en Hounde y puede pagar la educación de sus hijas. “En esta etapa, realmente no necesito un hombre que haga todo por mí”.
Muchas mujeres en Burkina Faso enfrentan barreras para encontrar trabajo bien remunerado y calificado, por lo que carecen de independencia financiera. Más de la mitad se casan antes de cumplir 18 años.
El primer empleo de Konate en la mina fue recoger basura, pero luego fue capacitada para operar camiones, cuyas gruesas ruedas son tan grandes que los conductores deben subir por una escalera para entrar en la cabina.
“El hecho de que es un trabajo de un hombre y que pueda hacerlo, realmente me gusta mucho, mucho”, explica.
La familia y los amigos alaban lo que ha logrado, aunque otros apenas pueden creerlo. “Le dije (a un tío). ‘Sí, realmente conduzco esa máquina’. Sinceramente, estaba muy sorprendido de ver que hacía eso”.
Sonia Nkiema, quien coordina a más de 100 personas en la mina, dijo que las mujeres a veces pueden enfrentar el rechazo de los hombres en el trabajo, pero alienta a olvidarse del género y juzgar a las personas por la calidad de su trabajo.
“Como siempre les digo a mis operadores: en cuanto cruzas esa puerta, ya no somos mujeres. Llevamos los mismos pantalones que tú, nos convertimos en hombres, porque hacemos el mismo trabajo”.