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OPINIÓN
Escribe Ricardo Alonso: Ágata, la piedra de la sabiduría
MINING PRESS/ENERNEWS/El Tribuno

Sería uno de los minerales que fue trabajado desde la prehistoria y de los primeros en ser lapidados

27/02/2020

RICARDO ALONSO

En el mundo mágico de las piedras y de los minerales el ágata tiene reservado un lugar como la "piedra de la sabiduría". Se piensa que es uno de los minerales que fue trabajado desde la prehistoria y uno de los primeros en ser lapidados. Desde muy antiguo de usó como ornamento o adorno personal. En Sicilia se sabe que desde el siglo IV antes de Cristo eran explotadas las ágatas que se extraían del río Achates. De ese río toma precisamente su nombre que pasó a diferentes lenguas como achat (alemán), agates (francés), agate (inglés, italiano), etcétera. Se conocen finos objetos de los romanos, tales como dijes, tallados en las ágatas procedentes de ese río siciliano.

Las ágatas italianas fueron estudiadas por el abad Doménico Tata en 1772 quien escribió el "Catálogo de una colección de piedras duras sicilianas nativas" y más tarde por Guglielmo Jervis en su monumental obra "Los tesoros subterráneos de Italia" (1873). Por formar parte de la familia del cuarzo es un mineral universal. Sin embargo los países que tienen las más bellas ágatas son Brasil, Botswana, Sudáfrica, México, Egipto, China y Escocia.

A diferencia del cuarzo que aparece bien cristalizado, ágata y calcedonia son variedades criptocristalinas. En cualquier caso se trata de óxido de silicio. Las ágatas se caracterizan por sus bandeados de colores que se los dan distintas sales que se incorporan al gel silíceo, especialmente férricas o manganesíferas. Así se encuentran ágatas de muchos colores entre los cuales son comunes el blanco, amarillo, gris, azul pálido, café, marrón, rosado, rojo o negro.

No todo lo que se define como ágatas lo son y a veces se confunden con otros minerales de la amplia clase del cuarzo. Es muy común encontrarla en forma de nódulos, u otras formas subesféricas, crecidos en lavas basálticas u otras rocas volcánicas.

Burbujas fósiles

Las coladas basálticas del Paraná que cubren más de un millón de kilómetros cuadrados y abarcan cuatro países (Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay), tienen una capa intermedia rica en geodas de cuarzo. Los basaltos se derramaron en el periodo Cretácico hace 135 millones de años. Las cataratas del Iguazú se formaron donde esos basaltos están quebrados por una gran falla que hace que las aguas se derrumben en magníficas cascadas.

Se llama geodas a las cavidades que están tapizadas de cristales que apuntan hacia el centro. Son famosas las geodas de las minas de Wanda en Misiones con bellos ejemplos de amatista y citrino. Precisamente los cristales de cuarzo se desprenden de la pared de la geoda que está formada por calcedonia, ágata o ambas. La formación de esas geodas fue a causa de burbujas de gases en la lava, que dejaron el hueco o cavidad que comenzó a rellenarse por la sílice que penetraba lentamente. A veces la estructura está rellena por calcedonia o ágata.

Otras veces está hueca con los cristales de cuarzo crecidos en el interior y apuntando hacia el centro. Se dan casos muy especiales, joyas de la naturaleza, que contienen agua en el centro. Son las llamadas "ágatas enhydro". Pero esa no es cualquier agua, sino el fluido fósil de millones de años de antigedad que formó el mineral que se está apreciando.

En la región guaranítica, las geodas aparecían en la tierra colorada que era la descomposición de los basaltos ricos en hierro. Los españoles las llamaban "cocos de la tierra" y algunos inclusos pensaban que eran balas de antiguos cañones. Las burbujas fósiles donde se formaron calcedonias, ágatas y cuarzos pueden tener desde unos pocos centímetros hasta algunas de 7 metros.

Tesoros multiformes

En Misiones se encuentran geodas alargadas de ágatas y amatistas que alcanzan el tamaño de un hombre. Se reconocen mundialmente centenares de tipos de ágatas que reciben nombres locales por las regiones en donde se encuentran o por sus características morfológicas.

Entre ellas están las ágatas de encaje que simulan una maravillosa filigrana; ágatas de ojo y las ágatas "ojo de ave", por su parecido a ojos (ojos de ágata famosos hay en Siria y se conocen como "piedras de Alepo"); ágata musgosa, por su coloración verdosa musgo; ágata brechada, a la formada por fragmentos rotos y soldados; ágata de fuego a la que tiene en su centro un núcleo rojo que parece una brasa encendida; ágata nubosa, de color grisáceo; ágatas fortificadas, por el aspecto de fortalezas ruinosas; ágatas dendríticas, las que tienen dendritas de manganeso que parece helechos fósiles sin serlo; ágata tornasolada, por el aspecto a petróleo en agua; ágata iridiscente u opalescente que recuerdan al ópalo; ágata mocha, con manchas negras de manganeso; ágatas citrinas o ambarinas las que tienen un particular color amarillo ocre; ágata fósil, la que reemplaza maderas fosilizadas. Un espectacular muestrario de ágatas de troncos fosilizados se encuentra en el bosque petrificado de Arizona (USA).

También en la Patagonia argentina, especialmente en Santa Cruz hay bosques fosilizados de grandes araucarias de la época de los dinosaurios. Un tipo curioso de ágatas son unas redondeadas pero donde el crecimiento interior comienza en bandas circulares y luego el relleno es en capas finas horizontales: “thunder eggs” (huevos de trueno).

Una mina de ágatas que se explotó por más de 700 años se encuentra en Idar-Oberstein una ciudad en el suroeste de Alemania. Desde 1548 hubo allí una bien establecida industria de lapidación. Para 1900 la mina estaba casi agotada pero los talleres de corte y pulido siguieron funcionando gracias a las ágatas importadas de Brasil y Uruguay. Hoy la mina puede visitarse como atractivo turístico y los talleres siguen produciendo piedras de calidad.

Cuando se corta un nódulo de ágata pueden verse -a ojo desnudo- las bandas concéntricas características con sus distintos colores. Al microscopio se aprecian cientos de bandas micrométricas del relleno silíceo. Muchas ágatas que lucen feas pueden ser teñidas especialmente con ácidos y lograrse unos colores vivos. El proceso demanda varios meses. Esto representa una falsificación y sirve de fácil engaño para los turistas. Sin embargo, la mayoría de las ágatas cortadas en pisapapeles, soportes, botones, etcétera, son preparadas artificialmente sobre todo las azules y verdes.

 Magia y seducción

Desde el punto de vista de la magia y la leyenda era la piedra de la sabiduría. En el pectoral del Sumo Sacerdote Aarón, dado a Moisés bajo inspiración divina tal como relata el Viejo Testamento, era la octava piedra que llevaba inscripto el nombre de la tribu de Gad y además ocupaba las hombreras del Efod en la misma prenda ceremonial. Plinio el Viejo, autor de una antigua obra mineralógica, dice que el ágata de la India era un remedio para las enfermedades de los ojos, mientras que la egipcia era efectiva contra mordeduras de arañas y picaduras de escorpiones. También se consideraba el ágata como infalible para conquistar el amor de un hombre. Las mujeres se adornaban con objetos de ágata para lograr ese fin que los rendía a sus pies y los volvían pródigos hacia ellas.

En la India adoraban el ágata musgo, de color verdoso, que todavía se conoce como “piedra de Mocha”, ya que los más bellos ejemplares provenían del puerto cafetero de Mocha en el Mar Rojo (Al Mukha, Yemen).

Se cree que un anillo de ágata que se exhibe en la Catedral de Perugia (Italia), perteneció a la Virgen María. El obispo de Rennes que vivió en el siglo XI, decía que el portador de un ágata tendrá el poder de persuasión y obtendrá el favor de Dios.

Un objeto que se llevaba mucho en la antigüedad e incluso hasta siglos pasados fueron los camafeos de ágata. Los artistas cortaban medallones con figuras de personas que se tallaban en relieve. Estos eran llevados por los esposos o representaban a reyes, familiares o seres queridos. Más tarde fueron reemplazados por fotografías interiores. Lo que sorprende de los antiguos camafeos es como los artistas pudieron trabajar con delicadeza las figuras con los instrumentos rústicos que usaban en la época.

En nuestro país se hallaron hermosos ejemplos de ágatas gris azuladas en la Sierra de Guasayán (Santiago del Estero), rodados en el Río Chubut y en el Valle de Zapala en Neuquén, Sierras de Achala (Córdoba) en grandes nódulos. El cascajo de ágatas y calcedonias del río Paraná se explotó para granza de baldosas de veredas y las arenas finas de ágatas son excelentes para el fracturamiento hidráulico en la industria petrolífera.


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