El cambio climático obligaría a dejar sin explotar activos de carbón, petróleo y gas, con pérdidas de US$ 900.000 millones
ALAN LIVSEY
Donald Trump pensaba en la activista medioambiental Greta Thunberg cuando mencionó en Davos a los "catastrofistas". Pero podría haberse dirigido igualmente a los inversores globales cuyas mordaces críticas a los hidrocarburos han provocado un cambio en las inversiones, alejándolas del sector tradicional de la energía hacia las renovables. Este movimiento representa un gran problema para grupos energéticos como Exxon, BP y Saudi Aramco. Es posible que grandes partes de sus reservas de petróleo, gas y carbón nunca lleguen a extraerse y a consumirse porque ello agravaría el calentamiento global.
Eso podría dejarles con una gran cantidad de los denominados "activos improductivos". En ese contexto de emergencia climática, el coste de provisionar estos activos podría considerarse un precio pequeño a pagar. Pero las cantidades implicadas serían impresionantes. Según cálculos de Financial Times, desaparecerían alrededor de 900.000 millones de dólares (unos 824.000 millones de euros) -un tercio del valor actual de las grandes empresas de petróleo y gas- si los gobiernos intentasen limitar de forma más agresiva el aumento de las temperaturas a 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales lo que resta de este siglo. Incluso bajo el escenario más benigno de un aumento de 2ºC -el objetivo aceptado en el Acuerdo de París sobre el cambio climático en 2015-, los productores de energía tendrían que provisionar alrededor de la mitad de sus reservas de combustibles fósiles como improductivas. Si se cumpliese el límite de 1,5ºC, el perjuicio sería mayor, dejando sin valor alrededor del 80% de los activos de hidrocarburos.
Tras muchas negociaciones, BlackRock, la mayor gestora de inversiones del mundo, se sumó a la iniciativa Climate Action 100+, un grupo de 370 gestoras de fondos que controla unos 35 billones de dólares en activos. Estos inversores quieren que se actúe contra los gases de efecto invernadero, y los productores de energías con grandes reservas de hidrocarburos son un objetivo obvio. Los activos de estas empresas tienen emisiones potenciales de dióxido de carbono de 2.910 gigatoneladas. Dos tercios son carbón, el resto crudo y gas natural. Los inversores deben preguntarse durante cuánto tiempo pueden conservar estos activos su valor.
El coste del capital ya ha empezado a aumentar. La mayoría de las petroleras internacionales, y algunas nacionales, tienen acciones y bonos en los mercados de capitales. Los precios de las acciones de los productores de petróleo, gas y carbón tienen valoraciones más bajas que hace cinco años. La amenaza es clara. Podrían perderse cientos de miles de millones de dólares de valor. Las petroleras nacionales, muchas de las cuales tienen más petróleo y gas en sus reservas de lo que pueden producir en una generación, afrontan riesgos aún mayores sin importar su relación con los mercados de capitales.
Expertos en el cambio climático creen que puede ser necesario perseguir un objetivo más duro de 1,5ºC para poner freno al calentamiento global. Académicos de la Universidad Duke de EEUU señalan que desde la era preindustrial la actividad del ser humano ha elevado la temperatura media global de la Tierra cerca de 1ºC. Esta cifra aumenta 0,2ºC cada década. A ese ritmo, el calentamiento global puede alcanzar los 1,5ºC por encima de los niveles preindustriales entre 2030 y 2052, lo más probable en torno a 2040.
La Agencia Internacional de la Energía define los activos improductivos como "aquellas inversiones que ya se han hecho pero que, en algún momento antes del final de su vida económica, no pueden ofrecer un rendimiento económico". Estas inversiones pueden incluir derechos de explotación de una zona determinada, o activos con infraestructuras que producen hidrocarburos.
Resultará difícil abandonar los combustibles fósiles. El acuerdo de París estableció presupuestos de carbono -volúmenes permisibles de emisiones- que permitirían un determinado grado de calentamiento global. Esto se hizo bajo el supuesto de que no era razonable esperar que muchos países aceptasen que la actividad económica se detuviese de forma abrupta. Asumiendo que exista una posibilidad del 50% de alcanzar el límite de calentamiento de 2ºC al final del siglo, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de Naciones Unidas (IPCC por sus siglas en inglés) fijó un presupuesto de carbono de 1.200 GT para los combustibles fósiles que podrían consumirse en 2100. Para cumplir el límite de 1,5ºC, sólo se permitirían 464 GT, muy por debajo del equivalente de 2.910 GT de CO2 presente en los activos restantes de petróleo, gas y carbón, según Bernstein Research.
La rapidez con la que aumenten las emisiones dependerá de factores que van desde el crecimiento de la población a la actividad macroeconómica. El aumento del uso de combustibles no fósiles también influirá. En el mejor de los casos -un aumento de 3ºC- podría consumirse la casi totalidad de las reservas de CO2 existentes -el 96%-. Pero en 1,5ºC, lo permitido por el IPCC, sólo es utilizable el 16% del CO2. En otras palabras, alrededor del 80% del CO2 bajo el suelo sería improductivo y en teoría no tendría valor. Incluso en 2ºC, estarían inmovilizadas el 59% de las reservas de combustibles fósiles.
La mayoría de las petroleras internacionales entienden la amenaza, pero parecen no haber aceptado las medidas que hay que tomar. Algunas de las más grandes han invertido en proyectos de energía renovable, desde la energía solar a los biocombustibles. Pero la proporción de la inversión total de las grandes petroleras y gasistas representa menos del 1% de la inversión, según la AIE.
Para evaluar el valor para los accionistas en riesgo, hay que considerar las reservas bajo amenaza y el tipo de carburante implicado. El carbón representa dos tercios de las emisiones de CO2 en las reservas, y es el combustible fósil con un mayor contenido de CO2, según la AIE. Por peso, el carbón contiene de media la mitad de CO2 que el crudo y el doble que el gas natural. En un escenario de 2ºC, podrían consumirse menos de una cuarta parte de las reservas de carbón, y el resto serían improductivas.
Los mercados bursátiles han reflejado esta probabilidad en los precios. Las mineras del carbón han obtenido resultados desastrosos en la última década. El índice de Bloomberg de mineras del carbón globales se ha desplomado un 74% desde su máximo a principios de 2011. Estas mineras se han convertido en "trampas de valor", al cotizar a precios bajos, pero no ofrecer incentivos evidentes para atraer a inversores.
Utilizando el mismo escenario de 2ºC, podrían consumirse gran parte de las reservas de petróleo (71%) y gas (92%) mundiales. Esto sugiere un impacto económico relativamente pequeño sobre los productores. El mercado ha hecho diferenciaciones. A nivel colectivo, el valor de mercado mundial de las petroleras y las gasistas ha caído la mitad que el de las mineras del carbón desde su propio máximo de la década en 2011. Las bolsas han dado tradicionalmente un valor más alto a las compañías con mayores reservas de petróleo. En el caso de las grandes petroleras cotizadas, existe una correlación positiva entre el valor de empresa (la capitalización de mercado más la deuda neta) y sus reservas probadas.
Partiendo de esta relación y asumiendo un escenario de 2ºC, que dejaría improductivas el 29% de las reservas de petróleo, cabe esperar que las 13 mayores petroleras internacionales por reservas pierdan unos 360.000 millones de dólares de valor. Pero para cumplir el objetivo de calentamiento de 1,5ºC, esa cifra se multiplicaría por más del doble hasta 890.000 millones. Dado que estos productores han perdido casi 400.000 millones de valor de mercado en los tres últimos años, puede asumirse que sobrevivirían a esa caída. Pero si los legisladores, movidos por la preocupación de la opinión pública por el medio ambiente, sitúan el cambio climático al frente de la agenda, estas caídas pueden acelerarse. Un descenso súbito del valor de los activos podría provocar caídas desordenadas de todas las acciones de petróleo y gas.
Las compañías con mayor intensidad de CO2 en sus reservas afrontan el mayor riesgo de tener que hacer provisiones con motivo de los cambios en las políticas sobre el cambio climático. Estas incluyen los productores canadienses de arenas bituminosas Suncor Energy e Imperial Oil, pero también las firmas de perforaciones de EEUU Pioneer y EOG. Los productores expuestos a sufrir los reveses más duros son los que necesitarán más tiempo para utilizar sus reservas. Esto se conoce como vida de las reservas. Si nos centramos en estos grupos con mayor intensidad de CO2 y vidas de las reservas más largas -los que tienen más que perder- los nombres que aparecen son Rosneft, ExxonMobil, PetroChina y BP, según Bernstein Research.
Con respecto a las petroleras nacionales, varios países, sobre todo dentro del cártel de la OPEP, tienen reservas con vidas muy largas. Producen crudo con relativa lentitud en relación a lo que poseen. Alrededor del 71% del petróleo sin extraer pertenece a estos países, desde Irán a Irak y Venezuela. Mientras que las 50 mayores petroleras internacionales cotizadas tienen activos de gas y petróleo suficientes para entre 10 y 20 años, estos países necesitarían de media 68 años para agotar su suministro.
El 35% de la producción de petróleo y gas está controlada por grupos internacionales, y el resto por organizaciones nacionales. Si se trasladan esos porcentajes a los presupuestos de carbono, es evidente que las productoras estatales tienen mucho más que perder. En un escenario de 2ºC, aplicar el 65% de los productores nacionales a un presupuesto de carbono de 433 GT da 281 GT para los países productores. Esto implica que casi la mitad de las reservas soberanas de petróleo se quedarían en el suelo.
A menos que se encuentre una solución para el cambio climático en la próxima década, el riesgo de de que los precios de los activos de las petroleras internacionales sufran un fuerte colapso es real. La mayor amenaza la afrontan las economías que se han vuelto dependientes del petróleo y el gas, Sin embargo, los efectos de provisionar los activos improductivos se dejarían sentir en todo el mundo empresarial. Sería uno de los mayores cambios de la historia en la distribución del capital.